Revolución street art
El fenómeno del arte callejero gana cada vez más espacio. En Europa, las obras se subastan por miles de euros. Aquí, grafitis, murales y esténciles se exhiben en galerías. Los nuevos protagonistas de una tendencia que deja huella
La posta está en la calle", asegura el grafitero Jazz, con la autoridad que le confiere ser uno de los artistas con mayor trayectoria en el street art local. También conocida como arte callejero o arte urbano, esta particular forma de expresión, nacida hace unas cuatro décadas entre la marginalidad urbana de los países centrales, hoy disfruta de las bendiciones del mercado del arte sin perder nada de su poderío expresivo, capacidad para provocar discusiones sobre los diversos usos del espacio público y un enorme gusto por el anonimato y los márgenes.
Una de sus principales figuras a nivel internacional es el británico Banksy, quien ha desarrollado una magnífica obra basada en la técnica del esténcil, además de cultivar el más estricto misterio alrededor de su identidad y aspecto físico. Este año, además de vender uno de sus trabajos en Christie´s por 169.250 libras (equivalente a US$ 244.718), Banksy presentó en el festival de cine Sundance un documental sobre street art en el que insiste en aparecer con el rostro cubierto y la voz distorsionada.
En lo que hace a Latinoamérica, Brasil lleva la delantera. Tanto en la inserción de sus artistas callejeros en el circuito internacional como en el modo virulento que allí asume la principal contradicción del arte urbano: su estatuto legal. De la ciudad de San Pablo proviene el pixação, una particular modalidad de arte callejero consistente en estilizadas y complejas caligrafías que los pixadores, perseguidos por la ley y poniendo en riesgo la vida, estampan en los lugares más elevados, inaccesibles y prohibidos (monumentos y viviendas particulares). La cuestión está especialmente candente, dado que Moacir dos Anjos, curador de la 29ª Bienal de San Paulo (que se inaugurará en septiembre próximo) anunció que invitará a un grupo de pixadores, cuyos valores como artistas defendió en una entrevista publicada por el periódico Folha de São Paulo. Pero también de esa ciudad son Os Gêmeos, originalmente influenciados por el movimiento pixação y actualmente mimados por el mercado internacional; más de un vecino paulista soñaría encontrarse con uno de sus enormes grafitis murales en la puerta de su casa.
Con la admiración puesta en Brasil y beneficiados por nuestra larga vocación en aquello de "tomar las calles", los artistas callejeros argentinos atraviesan un momento de progresiva institucionalización y consolidación de un estilo marcado por la confluencia entre esténciles y murales, insertos en el circuito de la que probablemente hoy sea una de las experiencias artísticas más urbanas, globales y rabiosamente contemporáneas.
La Argentina grafitera
Está todo pintado. Las imágenes del arte callejero están por todo el mundo. ¿Nos vamos a preguntar si lo ponemos en la galería?", comenta Máximo Jacoby, coordinador de Artes Visuales del Centro Cultural Ricardo Rojas-UBA e impulsor de una exposición sobre street art realizada en 2007 en esa institución. "Yo veía que el arte callejero estaba en ebullición -rememora-, con artistas que estaban trabajando muy bien, pero que no tenían repercusión en sala."
Aproximadamente un año después se inauguró Ficus repens - Los enamorados del muro en el Palais de Glace, con curaduría de Violeta Bronstein. "No lo puedo creer", cuenta que pensó Lucas Zambrano, asistente de coordinación del Palais, cuando vio el espacio circular de ese centro de exposiciones esfumarse tras estructuras de 5 metros de alto por 10 de ancho, totalmente cubiertas por la obra de los 50 artistas convocados. "La actividad más importante del Palais es el Salón Nacional, la canonización de quién es la figura del año -se entusiasma Zambrano-. Con Ficus repens estábamos trayendo un arte no legitimado a un lugar que canoniza." Luego, junto con Soledad Zambrano, Lucas participó en la curaduría de la intervención que 30 artistas callejeros realizaron en las estaciones Puan y Carabobo de la línea A de subterráneos. Los cuatro murales resultantes son hoy Patrimonio Cultural de la Ciudad.
Estas y otras experiencias -un espacio intervenido por artistas urbanos en arteBA 2009, una muestra en Multiarte, la galería Gachi Prieto, la actual muestra en la nueva sede que el Cceba tiene en San Telmo (ex Patronato de la Infancia-Padelai)- impulsan el ingreso de muchos de estos artistas en ámbitos más formalizados. "El street art responde a una dinámica innovadora que, a mi criterio, renueva la del circuito del arte -explica Jacoby-. Comparte un montón de estructuras del trabajo creativo y de las artes plásticas en general. Pero responde a la lógica de la calle, que es otra cosa. Tiene una lógica diferente." Parte de esa lógica tiene que ver con el tránsito por la jungla de asfalto, el saberse hijos de la urbe, la necesidad casi tribal en algunos (los más jóvenes) de "marcar" un territorio, el impulso irresistible en muchos otros de aportar cierta cuota de belleza sin pedir nada a cambio. "Me interesa la ciudad como espacio -asegura Pum Pum, una voz femenina en el universo predominantemente masculino del street art-. La publicidad, la ciudad... son dos canales agresivos. Entonces, uno brinda color, ideas, una frase, una anécdota mínima. Cualquier cosa que sea una expresión, que tenga respeto y un mínimo de calidad, contrarresta tanta agresividad."
Los murales de Pum Pum se inscriben en lo podrían considerarse las formas más renovadas del grafiti: una mixtura entre la tradición pop, los dibujos del animé japonés, la iconografía digital, el cómic, el diseño y técnicas de pintura derivadas de la academia. Tímida, admiradora de Clarice Lispector, Pum Pum conoce el placer de descifrar los códigos de la ciudad, encontrarse y encontrar a sus pares en esa red de mensajes superpuestos: "Me gusta ir en el colectivo y ver un esténcil, un muñequito. Algo que casi pasa desapercibido... pero está ahí".
También muralista y proveniente del diseño gráfico, Gualicho es el autor de las imágenes que desde hace al menos cuatro años iluminan un edificio en la esquina de Zapiola y Jorge Newbery. Tanto en este como en otros de sus trabajos, las nociones de contravención o velocidad son impensables: muchas horas o incluso días de trabajo, andamios, pinturas. Semejante puesta en escena sólo es posible si hay consentimiento del dueño del inmueble (como ocurrió en la citada esquina) o si se trata de paredes que nadie reclama: murallones junto al tren, construcciones derruidas, zonas baldías. "Siempre busco lugares abandonados que generen algún contraste con la pintura", explica.
Medianeras expresivas
En este sentido, los paredones próximos a la avenida Parque y el corredor entre Holmberg y Donado, hasta La Pampa, son un lugar digno de ser recorrido: una monumental galería a cielo abierto, con obras de grafiteros locales y de otros países. Un mural tras otro, las más diversas técnicas y registros, sobre las paredes de las medianeras de numerosas viviendas expropiadas durante la última dictadura militar para dar paso a una autopista que nunca se realizó. "Como bien público, no tienen idea de lo que hay acá", cuentan que exclamó un especialista extranjero al verlas.
Otros que se sorprenden son los turistas que, cámara en mano y guiados por Marina Charles, recorren dos veces por semana distintos rincones de Palermo y Colegiales, en busca del grafiti local. Londinense y enamorada del street art, Marina se estableció hace unos años en Buenos Aires. Junto con una socia, también británica, creó Graffitimundo, emprendimiento dedicado a promover el arte callejero local.
"Ver el arte en la calle es algo muy directo, relativo a la vida, a la gente común -se regocija Marina-. He disfrutado mucho de este arte en Londres, en Barcelona. Hasta que llegué a Buenos Aires y decidí quedarme. Aquí se está haciendo algo tan fuerte, positivo y diferente a lo de otras partes del mundo... Pero creo que los artistas no se dan cuenta." El recorrido organizado por las chicas de Graffitimundo incluye la visita a las galerías Casa L´Ink, Turbo y Hollywood in Cambodia. Entre sus artistas se cuentan Chu, el grupo Doma, Jazz, Zumi, Triángulo Dorado y otros muralistas. También están Rundontwalk y Bs.As.Stencil. Todos ellos sintetizan los principales rasgos del street art argentino. Por un lado, importante desarrollo del esténcil (la cara de Bush hijo con orejas de Mickey debajo del cual se lee Disney War, obra de Bs.As.Stencil, recorrió el mundo gracias a las buenas artes de Internet). Por el otro, el vínculo fluido entre artistas del esténcil y realizadores de grafitis murales, lo que deriva en obras "frescas, armónicas, efectivas en su relación con la ciudad", en palabras de Máximo Jacoby.
"La verdad, no me considero un artista", comenta como al pasar un estencilero, antes de apuntar con una sonrisa: "Todo bien, pero no quiero dar mi nombre ni salir en fotos". Un bajo perfil que -hagan murales, esténciles o una combinación de ambos- exhiben prácticamente todos los integrantes de esta extraña y desprendida raza creativa, en apariencia inmune tanto al fervor exhibicionista de estos tiempos como a las estrategias que impone el mercado.
-¿Cómo te sentís cuando, después de estar horas o días trabajando sobre una pared, pasás al día siguiente y ves que está borrada, marcada o con una pintada superpuesta?
La misma sonrisa plácida, similar encogimiento de hombros y prácticamente igual respuesta en cada artista consultado:
-Cosas que pasan...
"Para mí, lo más fuerte, además de la iconografía de las obras, es cierta base conceptual que renueva y diferencia al arte callejero de las disciplinas más tradicionales -reflexiona Jacoby-. Es un hijo pródigo de la cultura contemporánea. Se va renovando con los cambios sociales, con lo urbano. En esto, es mucho más actual que la pintura, que en un punto sigue con la postura clásica de la forma rectangular de madera con un lienzo arriba. Sus posibilidades de renovación no tienen nada que ver con el street art, que está en constante adaptación. Tenés el esténcil: un chico se mete en un locutorio, encuentra una imagen de esténcil, la imprime, la recorta y luego la saca a la calle con un aerosol. Con 15 pesos y 5 minutos de conexión a Internet, ya está participando en actividades artísticas. También están los murales, con su ética de embellecer la ciudad. Y los que recurren al grafiti, la pintada, el marcador, los stickers, los pósters. Es un arte totalmente adecuado para hablar de una serie de cuestiones del espacio público. Que, además, tiene una masividad para la recepción que lo hace muy veloz y potente."
Herencias
El origen de esta forma expresiva podría rastrearse a comienzos de la década del 80, entre los grupos del hip hop neoyorquino, que plasmaban por toda la ciudad -trenes y subterráneos incluidos- sus tags: deformación de las firmas de cada artista, que se transformaban en grandes y coloridas obras pintadas con aerosol (buena parte de los artistas callejeros locales comenzó su actividad pintando tags, práctica de absoluta vigencia entre los creadores más jóvenes).
Con el tiempo, el llamado grafiti hip hop se internacionalizó y complejizó, derivando en formas murales e incorporando, entre otras técnicas, el esténcil.
Aunque en la Argentina la estética del hip hop ingresa recién durante los años 90, algunos investigadores vinculan el arte callejero actual con una tradición bastante más larga. Tal es el caso de Claudia Kozak, doctora en Letras (UBA) y autora de Las paredes limpias no dicen nada (Libros del Quirquincho) y de Contra la pared - Sobre grafitis, pintadas y otras intervenciones urbanas (Libros del Rojas). En este último libro, Kozak recorre la nutrida historia argentina de intervenciones en el espacio público, tanto desde la cotidianidad más pedestre (la insospechadamente antigua historia de los "grafitis de baño"), como en la trascendencia de las acciones políticas (entre las cuales señala dos grandes antecedentes: la célebre inscripción de Sarmiento en su paso al exilio -"Las ideas no se matan"- y, en los años 30, la promoción del esténcil o plantilla realizada por el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros durante su estada en este país. Durante los primeros años 80 llegó, junto con la recuperación democrática y la tradicional pintada política, el momento del grafiti "de leyenda ingeniosa": puro texto e ironía, sin dibujos o afiliaciones partidarias ("La Argentina va en vías de desarrollo. Lástima que viaje en el Roca", entre tantos otros). Ese mismo ingenio, con una considerable dosis de acidez y una elaborada síntesis entre textos y figuras confluyen en los esténciles que tan poderosamente intervinieron en la crisis política de 2001. Un impulso que persiste en los trabajos de Nazza Stencil, en una de cuyas últimas obras aparece, trazada con la tradicional estética de la pintada política, la frase "Queremos vivir, no queremos sobrevivir". Bajo esa inscripción, con técnica esténcil, emerge una familia de rasgos nativos, los adultos con pañuelos que les cubren el rostro. Del mismo autor son las inscripciones "arte cashejero", una de cuyas posibles lecturas nos remitiría a una de las polémicas que atraviesan al mundo del street art: la cuestión, ya no de aceptar o rechazar el mercado del arte, sino de ingresar o no al mundo de las marcas. Porque, evidentemente, una estética tan directa y próxima al lenguaje juvenil iba a terminar llamando la atención de las oficinas de marketing de las empresas ligadas con el consumo joven. Mientras para algunos artistas este tipo de convocatoria representa un problema, para otros la posibilidad de que sus diseños aparezcan en remeras, zapatillas o accesorios no significa ninguna pesadilla. "Acceder al mercado es una forma de llegar a más gente -comentan los muralistas de Triángulo Dorado-. En todo caso, si nos llaman de una marca, vamos a saber que no estamos concibiendo una obra, sino realizando un encargo."
Con una trayectoria que se remonta a la llegada de las primeras propuestas hip hop a la Argentina, contagioso buen humor y un respetable listado de obras hechas en paredes de ciudades europeas (en rigurosa adscripción a dos grandes principios grafiteros: confraternidad internacional y ejercicio del propio arte en cualquier urbe en la que se esté), Jazz comparte taller con otros artistas y escenógrafos. Toda su zona de influencia está marcada por su estética, hecha de la confluencia entre aerosol y pintura, con figuras enormes, algunas de corporeidad casi palpable, asomando entre las medianeras del barrio. "La gente recibe superbién mis obras", dice, y se ríe recordando a cierto vecino que hace rato demanda "que para cuándo hace algo en su pare". Acto seguido, lanza una personal definición de los alcances del arte urbano: "En el grafiti ponés tu nombre. En el esténcil, el móvil es político. Y en el mural sacás realmente lo tuyo. Es un acto de total libertad".
En el excelente especial temático que el ciclo de I.Sat Primer Plano dedicó en marzo al street art internacional se emitió el documental Next - A primer on urban painting , del realizador Pablo Aravena. El film comienza con una cita donde Timothy Leary "profetiza" que el siglo XXI "enviará señales a aquellos que recuerden el comienzo del arte de las cavernas, cuando los jóvenes paleolíticos ponían arte sobre las paredes". Continuadores quizás de uno de los impulsos más ancestrales y visceralmente humanos que se conozcan, los urbanos, globalizados y actuales "enamorados del muro" insisten, como aquellos remotos antepasados, en dejar grabada una huella en el mundo.
Lo que dice la ley
Aunque Buenos Aires y otras ciudades del país tengan fama de "permisivas" en lo que hace al arte urbano, la espinosa cuestión de dónde termina el espacio de todos y dónde comienza el de estricta soberanía personal a veces no resulta claro. Consultado por LN R , el diputado Martín Borrelli, presidente de la Comisión de Seguridad de la Legislatura porteña, asegura: "Tanto en el Código Penal como en el Código Contravencional de la Ciudad hay figuras que contemplan los casos de daño a los bienes. Por ejemplo, si se ensucia con una pintada la pared de una vivienda. Ahora, si tenés un pintor que trabajó con consentimiento del propietario o alguien que pintó un murallón lindero con el ferrocarril, un territorio vacante, un baldío, estoy seguro de que, en caso de hacerse una denuncia, el juez a cargo lo primero que diría es que no hay daño que amerite la sanción a la persona que hizo el mural o el grafiti".
Glosario y claves
Hip hop: movimiento surgido en las comunidades afroamericanas y latinoamericanas de los Estados Unidos, vinculado con el rap y la estética urbana.
Grafiti: el término se utiliza tanto para englobar las diversas manifestaciones del arte urbano como para aludir a las inscripciones de tipo político, eslóganes o intervenciones gráficas de la cultura hip hop.
Tags: firmas "encriptadas", realizadas con letras estilizadas y entrelazadas, propias de la cultura hip hop.
Esténcil: técnica que emplea una plantilla con un dibujo recortado, sobre la cual se aplica pintura en aerosol. Así se obtiene una imagen con la forma del recorte.
Grafitis murales: piezas urbanas que incluyen elementos pop, animé, cómics y recursos de la pintura más clásica.
Meeting of styles: encuentro internacional de grafitis. Este año se realizará en noviembre, en Kuala Lumpur, Malasia. Habrá encuentros previos en Irlanda y Alemania.
Documentales: Beautiful losers (Aaron Rose y Joshua Leonard, 2008); Next - A primer on urban painting (Aravena, 2005); Paredes que hablan (producción de I-Sat, 2009).
Tours de arte callejero en Buenos Aires: www.grafitimundo.com
Libros: Hasta la victoria, stencil! (La Marca); Grafiti Argentina (Thames & Hudson).
Para visitar
Sinvergüenza! Intervenciones urbanas iberoamericanas en el interior de la nueva sede del Centro Cultural de España en Buenos Aires (Cceba), Balcarce 1150. Horario de visitas: martes a viernes, 11.30 y 17. Sábados y domingos, 11, 15 y 17. Todos los recorridos son guiados y duran una hora. Hasta el 13 de este mes. Gratis.
En internet
www.hollywoodincambodia.com.ar