Revelan que un gigantesco ciempiés venenoso se está comiendo las aves marinas de una isla
Estos enormes insectos puede matar y comer hasta 3700 crías de aves marinas cada año
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Aunque los centípedos venenosos carnívoros gigantes parecen criaturas imaginarias sacadas de una película de ciencia ficción, existen en un pequeño archipiélago de Australia, ubicado frente a la ciudad de Melbourne. La población de ciempiés de la Isla Phillip (Cormocephalus coynei) puede matar y comer hasta 3700 crías de aves marinas cada año.
Este fantástico animal endémico australiano tiene una dieta que consiste en una proporción enorme de animales vertebrados, entre los que se incluyen los pichones del petrel de alas negras.
Como grandes depredadores, las aves marinas suelen estar en la cima de la cadena alimentaria. Pero un nuevo estudio publicado en la revista científica The American Naturalist, demostró que en este rincón del planeta quienes se encuentran al tope de los predadores son estos enormes artrópodos carnívoros que desempeñan un papel fundamental en las redes alimentarias del ecosistema insular.
El ciempiés de la Isla Phillip puede alcanzar los 30 centímetros de largo y está armado con un potente veneno que aplica con dos apéndices en forma de pinza llamados “forcípulas”, que utiliza para inmovilizar a sus presas. El cuerpo de la criatura está protegido por placas acorazadas en forma de escudo que recubren cada uno de los numerosos segmentos que componen su enorme longitud.
Estos artrópodos son estrictamente nocturnos y cazan en las noches cálidas y húmedas a través de la espesa hojarasca que se encuentra desperdigada por el terreno. Y para llegar hasta sus presas, utilizan sus dos antenas ultrasensibles
El ciempiés de la Isla Phillip tiene una dieta muy variada que incluye desde grillos hasta peces, pero sus presas principales son los pichones del petrel de alas negras (Pterodroma nigripennis) que anidan en pequeñas madrigueras ubicadas en el suelo del bosque.
“Nos propusimos desentrañar el misterio de los hábitos alimenticios de este gran artrópodo. Para averiguar qué comían estos ciempiés, estudiamos sus actividades de alimentación durante la noche y registramos las especies de presas que buscaban. También vigilamos a los pichones de petrel en sus nidos de madriguera todos los días, durante meses”, aseguró Luke Halpin, biólogo de la Universidad Monash, al periódico The Conversation.
“Con el tiempo, empezamos a ver patrones de lesiones consistentes entre los polluelos que morían. Incluso fuimos testigos de cómo un ciempiés atacaba y se comía a la pequeña ave”, afirmó el científico.
“A partir de las tasas de depredación que observamos, calculamos que la población de ciempiés de la Isla Phillip puede matar y comer entre 2109 y 3724 pichones de petrel cada año. Los petreles de alas negras (de los que hay hasta 19.000 parejas reproductoras en el archipiélago) parecen ser resistentes a este nivel de depredación”, manifestó Halpin.
Según los investigadores, la depredación de los petreles de alas negras por parte de los ciempiés de la Isla Phillip es una relación depredador-presa totalmente natural. Al depredar vertebrados, los ciempiés atrapan los nutrientes traídos del océano por las aves marinas y los distribuyen por todo el archipiélago.
“En cierto sentido, han ocupado el lugar (o el nicho ecológico) de los mamíferos depredadores, que están ausentes de la isla”, dijo Halpin.
Hasta hace pocas décadas atrás, el ciempiés de la Isla Phillip era muy raro. De hecho, no se describió de manera formal como especie hasta 1984. Tras una búsqueda intensiva en la década de1980, solo se encontraron unos pocos individuos pequeños. La rareza de esta especie en aquella época se debía a la grave degradación de los hábitats causada por los cerdos, las cabras y los conejos introducidos por los humanos en la isla.
La eliminación de estas plagas invasoras permitió la colonización del petrel de alas negras. Su población se disparó desde entonces y, en la actualidad, es la más abundante de las 13 especies de aves marinas que se reproducen en el archipiélago. Así, proporcionan una fuente de alimento de alta calidad para el ciempiés de la Isla Island y, por tanto, es probable que hayan contribuido a la recuperación de la población de los artrópodos.
Los antiguos depósitos de huesos en el suelo sugieren que antes de la llegada del petrel de alas negras, la Isla Phillip albergaba un gran número de otras especies de aves marinas que anidaban en madrigueras. Es probable que el ciempiés también se alimentara de esas aves.
Los esfuerzos de conservación de los funcionarios del Parque Nacional de la Isla de Norfolk parecen estar dando sus frutos porque el bosque del archipiélago se está regenerando junto a especies endémicas como el Hibisco de la Isla de Phillip (Hibiscus insularis), una flor que se encuentra en peligro crítico de extinción.
Como impulsor de la transferencia de nutrientes, la persistencia del ciempiés de la Isla Phillip (y su voraz apetito) podría ser la clave para la recuperación del ecosistema del archipiélago. Pero los científicos consideran que todavía queda mucho camino por recorrer y que deberán continuar investigando para comprender los intrincados vínculos de esta complicada red alimentaria.
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