Alejandro Vilca, candidato a diputado nacional del FIT por Jujuy, obtuvo un resultado histórico para la izquierda en las elecciones primarias; si este apoyo se repite el 14 de noviembre, Vilca podría ocupar una de las tres bancas de Jujuy que se renuevan en el Congreso.
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Alejandro Vilca sabía que iba a hacer una muy buena elección, quizás la mejor de su breve carrera política. Pero no se imaginaba, no podía imaginarse, que su partido, aquel que fundó solo, sin el apoyo siquiera de un amigo, en 1997, iba a lograr acumular el 23,31% de los votos en las PASO del domingo pasado, un resultado sin precedentes en la historia de los partidos “anticapitalistas” argentinos.
Vilca, de 45 años, es recolector de residuos. Hace cuatro años, desde que fue elegido por primera vez legislador provincial por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) de Jujuy, se encuentra de licencia. Pero asegura que si en noviembre no logra ingresar al Congreso como diputado nacional, volverá a colgarse del camión de basura.
El domingo pasado, el PTS jujeño, que forma parte de la coalición del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT), logró posicionarse como la tercera fuerza de la provincia, a solo 5,1 puntos porcentuales del Frente de Todos, que obtuvo el 28,32% de los votos. El oficialista Juntos por el Cambio cosechó el 46,42%. Desde el FIT, se apresuran a calcular que si los resultados de estas elecciones primarias se repitieran en noviembre, Vilca podría ocupar una de las tres bancas en juego.
“Yo creo que la gente nos vota porque nos ve consecuentes. Por normativa del FIT, todos nosotros ganamos lo mismo que un trabajador. Yo, como diputado provincial, sigo ganando lo mismo que ganaría como recolector: unos $60.000. El resto de mi sueldo lo dono”, señala el candidato.
Vilca tiene dos hijos, está separado y vive en Alto Comedero, un barrio “plebeyo”, como lo define él, a las afueras de San Salvador de Jujuy. El diputado provincial pasó 11 años de su vida recolectando los residuos de esta localidad suburbana. Ese fue el mejor trabajo que tuvo, el único formal, antes de ingresar en la legislatura. “Hice de todo: trabajé en fábricas de plásticos, fui albañil, vendí helados, fui electricista, pintor. Acá, era muy difícil conseguir un trabajo estable”, detalla
Vilca se define como una persona “muy sensible a las injusticias que vive el pueblo trabajador” y se considera parte de ese colectivo. De chico, vivió la pobreza en primera persona. Su padre abandonó el hogar familiar cuando él era pequeño y dejó a su madre a cargo de cinco hijos. Ella debió tomar tres trabajos como empleada doméstica para poder mantener a la familia. Fue en su casa de la infancia donde Vilca se inició en la “bronca antipatronal” que hoy agita como bandera.
“Mi vieja nunca militó en política, pero vivía con una bronca antipatronal muy aguda. Odiaba todo tipo de injusticia, se peleaba en los laburos. Verla laburar así, tanto, me marcó mucho. Ella era muy perseverante, y eso lo adquirí. Me dejó ese ejemplo”, afirma Vilca.
Él desarrolló su empatía por la clase trabajadora desde chico, sostiene. Cuando era adolescente, comenzó a participar en sus primeras manifestaciones sociales. En ese entonces, estudiaba en la Escuela de Minas “Dr. Horacio Carrillo”, una secundaria técnica donde solían formarse los hijos de los mineros de la zona.
“En esa época, había muchas manifestaciones de trabajadores estatales, en las que participaban muchos de los padres de mis amigos. Marchaban por los salarios adeudados. El estado les pagaba los sueldos meses más tarde o con bonos, y se les hacía imposible vivir. Yo y mis compañeros nos escapábamos por las ventanas de la escuela para poder ir a manifestarnos con ellos -recuerda el candidato a diputado nacional-. Esos reclamos me marcaron mucho”.
Vilca fundó el PST de Jujuy, la nueva tercera fuerza de la provincia, cuando volvió de la universidad. A los 18 años, el joven se mudó a San Juan, donde vivía y trabajaba uno de sus hermanos mayores, para estudiar Arquitectura. Allí conoció la militancia universitaria del PST sanjuanino. No logró terminar la carrera, no tenía el dinero suficiente, dice. Pero al volver a Jujuy, a los tres años de haberse ido, inició la versión jujeña de este partido.
“Fue durísimo al principio. Era yo y mi sombra”, recuerda. En sus primeras elecciones legislativas, en 2011, de la mano del FIT, su partido obtuvo el 1,9% de los votos, recuerda. Para las PASO de 2017, llegó al 12,45%, porcentaje que bajó significativamente en 2019, cuando llegó a 4,74. Y ahora, dice con orgullo, “está en juego que por primera vez un diputado del pueblo trabajador llegue al Congreso”
En caso de llegar a ocupar una de las tres bancas que se liberan, Vilca ya tiene pensadas algunas de las propuestas que le gustaría apoyar y proponer, de la mano del FIT. Entre estas, destaca: un salario mínimo por encima del precio de la canasta básica familiar; planes de obra pública bajo control de los trabajadores, sin interferencia de funcionarios ni contratistas; impuestos progresivos a la fortuna; la distribución de la tierra ociosa de los “grandes terratenientes”, y el reconocimiento de las tierras de los Pueblos Originarios.
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