Réquiem para Beatriz
Volví a ver el video de la noche en que le destruyeron la vida a Beatriz Salomón . Y el del día siguiente, cuando el conductor que hizo un mantra de su transformación personal en la era del cambio cultural se jacta risueño de haberle mostrado a la actriz la infidelidad de su marido en vivo y en una "pantalla gigante".
Beatriz Salomón murió de cáncer de colon el sábado último en el Hospital Fernández, quince años después de la cámara oculta que, en sus propias palabras: "No solo destruyó mi matrimonio; perdí una adopción que tramitaba, mis hijas perdieron a su padre, mis contratos cayeron masivamente y casi pierdo la adopción de mi hija menor".
Tenía 65 años y el estrés y la angustia –lo decía ella misma– le habían quebrado la salud. Ganó en primera instancia un juicio por 14 millones de pesos más costas contra el canal que emitió la cámara oculta, la productora que la hizo y todos los periodistas involucrados, pero el fallo fue revertido: solo se condenó a la productora a pagar 600.000 pesos.
Hay versiones encontradas sobre si los que estaban esa noche frente a la pantalla gigante sabían realmente lo que iban a ver. En todo caso, ya no importan. Beatriz Salomón murió en el Fernández porque no tenía obra social, y hace unos meses tuvo que pedir ayuda para pagar una prótesis. Con la imagen destrozada, fueron demasiado pocos los que no le dieron la espalda en el ambiente artístico, y fueron todavía menos los que le dieron trabajo.
Para algunos, todo esto puede parecer una frivolidad, pero a la eterna chica Olmedo le dolía haber perdido la melena que fue su sello, y también pensar que dejaría sin su mamá –una mamá que hacía de madre y padre, decía, frente a un padre abandónico que dejó de pasar la cuota de alimentos– a las hijas que tanto deseó. Pidió que en su funeral sonara "(You make me feel like) A natural woman". El tema que popularizó la reina del soul, Aretha Franklin, habla de la paz perdida y reencontrada, de la redención. La voz de Aretha lo convirtió en un himno de empoderamiento para todas las mujeres del mundo.
No sabemos cómo habría sido el final de la Turca sin esa cámara oculta, pero sí que en su vida, injustamente corta, tuvo que atravesar demasiadas violencias. ¿Fue más violenta la bikini brevísima o el vestido diminuto con el que traspasaba la pantalla de No toca botón en los ochenta que la boca –aquella boca– torcida por la bronca y la incredulidad cuando desnudaron su intimidad en el prime time en aras del supuesto periodismo de investigación? ¿Fue más violento el chiste soez pero cómplice del capocómico que adoraba que invitarla a ver sin previo aviso a su respetable marido médico canjeando servicios por favores sexuales ante una sociedad transfóbica que los juzgó todavía con más crueldad porque el sexo era con travestis?
Sí sabemos que afortunadamente ya no somos los mismos. Nadie hizo un mea culpa por el calvario de Beatriz Salomón, pero nadie volvería a hacer una cámara oculta con ese nivel de saña y moralina. Tal vez porque los propios protagonistas que ayer fueron otra cosa hoy dicen haber evolucionado. Seguramente, porque los espectadores de hoy ya no lo tolerarían: las nuevas generaciones no entienden el humor ni la crueldad del dedo acusador con el que nos señalábamos hace apenas quince años.
No sabemos cómo habría sido el final de la Turca si el cambio cultural hubiera llegado antes. Pero sí, que habría sufrido menos. Nos queda solo el consuelo de pensar que hoy somos distintos. O eso es lo que queremos creer.
Otras noticias de Género
Más leídas de Lifestyle
“Para vivir 100 años”. El secreto del desayuno de Valter Longo, experto en longevidad
Se terminaron las dudas. Cuántas calorías tiene una palta y cuál es la cantidad recomendada para comer en una dieta balanceada
Modo selfie. Máxima volvió a salirse del protocolo y tuvo una divertida actitud durante una actividad
Según expertos. Los tres alimentos ancestrales que son la base de “la dieta de la longevidad”