"Pago por un sistema que me diga qué libro tengo que leer según mis preferencias", dijo un amigo ese domingo mientras hacían la sobremesa de un asado que Carlos Tramutola había organizado en su casa. Ávido lector -de esos que se empecinan en terminar un libro aunque no sea de su agrado- hacía meses que la idea de poder organizar de alguna forma sus elecciones literarias le rondaba la cabeza y le quitaba preciadas horas de sueño. Todo parecía encajar como en un rompecabezas. Ese día, Tramutola había terminado un libro que él juzgaba muy malo y una simple pregunta lo inquietaba: ¿por qué nadie le había advertido?
Corría 2017. Con una Maestría en Administración de Empresas en la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, el ingeniero industrial estaba atravesando una etapa de profundos cambios en su vida. Tras siete años, y luego de darle muchas vueltas al asunto, finalmente iba a dejar su cargo de gerente de Desarrollo Social en Techint, la misma empresa en la que su padre también había forjado su carrera. Sentía que un ciclo se había terminado y estaba con ganas de emprender un proyecto nuevo, uno propio, para salir de su zona de confort.
Renunciar para emprender
Sin saber qué iba a hacer, dio un salto al vacío. Renunció. El proceso de desvinculación fue largo. Desde que decidió que no quería más esa vida ni ese ritmo de obligaciones laborales hasta que finalmente concretó su partida pasaron algunos meses. Mientras, la empresa buscaba su reemplazo. "Durante todo ese tiempo honestamente no tenía idea qué era lo que iba a hacer. Pero quizás, lo que más me pesaba, era que debía enfrentar las consultas cotidianas de mis compañeros que, curiosos lógicamente, querían saber a qué me iba a dedicar. En perspectiva, ahora entiendo que haberme dado la posibilidad de ese tiempo fue clave para cambiar de vida o para encontrar el camino de la nueva vida que estaba por empezar".
Tenía varias ideas en la cabeza, pero ninguna lo terminaba de convencer. Con más tiempo libre mientras transitaba sus últimos días en la siderúrgica, Tramutola se sumergió en su biblioteca. Y allí, con la frase que su amigo había pronunciado en aquel almuerzo de domingo, hizo una revisión de sus experiencias como lector.
"Me cuesta abandonar los libros que no me gustan, pero los termino igual. Esa noche me puse a pensar en cómo podía ser que uno no contara con alguien a quien preguntarle si un determinado título era bueno o no. En el cine, quizá, es más fácil que alguien te recomiende o desaconseje una película, pero dar con una persona que haya leído el mismo libro que vos no es tan sencillo. ¿Cómo puede ser que sea tan difícil?, me cuestionaba una y otra vez".
De la red social a la aplicación
En ese momento le pareció lógico que el siguiente paso era armar una red social de lectores. "Puede haber 10 mil tipos que leyeron el mismo libro que vos, la cuestión era encontrarlos y reunirlos". Su idea era ambiciosa: la plataforma debía permitir a los usuarios calificar y reseñar libros, armar bibliotecas virtuales y armar listas de intereses.
Uno de los momentos más desafiantes en esta primera etapa fue la selección del nombre de esta red social ya que el dominio debía estar disponible. Y surgió en su misma casa, conversando con sus hijos. "Jugando a inventar palabras con mi hija, gran lectora de sagas, apareció Alibrate y ella me dijo que ese era el nombre, lo vio de inmediato, y así fue bautizado el proyecto".
El 10 de enero de 2018 fue el lanzamiento oficial de la app que, Covid mediante, llegó a su primer millón de usuarios en todo Iberoamérica. "Por su puesto que la pandemia fue una aliada estratégica e impensada. De pronto, la app se reveló como la forma perfecta de acceder a libros con las librerías cerradas y encontrarse con lectores de todo el mundo en tiempos de aislamiento". Disponible para dispositivos Android y IOS, es un espacio virtual donde los lectores arman sus bibliotecas, se descargan libros gratis (de dominio público), compran novedades y producen un continuo intercambio de reseñas y recomendaciones.
Mi rincón de bienestar
Fue en la biblioteca de su casa, donde Tramutola pasó las horas más productivas de la puesta en marcha de su proyecto. Empezó apenas con una persona free lance que lo ayudaba, hoy cuenta con un equipo permanente de cinco empleados y otros diez que realizan trabajos en forma independiente. Cuando inició el proyecto no tenía en mente que finalmente se iba a convertir en una startup. Encontró un nicho de interés.
Del mismo modo que una biblioteca física, la plataforma Alibrate está estructurada en estanterías digitales. Los lectores pueden agrupar sus ejemplares y catalogarlos, reseñarlos, puntuarlos e intercambiar comentarios con otros. Se pueden revisar anaqueles ajenos y, a través de un catálogo general, de 560.000 títulos, nutrirse de las reseñas de ávidos lectores que, a modo de críticos literarios, comparten sus experiencias y opiniones respecto de las obras.
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