Renata Jacobs, la multimillonaria suiza que se convirtió en la “madrina” de los cartoneros
Empresaria y heredera de la mayor productora de chocolate del mundo, volvió al país a principio de noviembre para realizar una gala solidaria y ayudar a los que más necesitan
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Es sábado por la mañana y en el Hipódromo de San Isidro está todo dispuesto para lo que promete ser un gran evento. Con una exposición de autos de colección y la presencia de un nutrido grupo de empresarios, todos aguardan la llegada de Renata Jacobs, la protagonista del día. La empresaria, nacida en Suiza, fue la encargada de organizar el encuentro con un solo objetivo: reunir fondos para la fundación que creó, “Cartoneros y sus chicos”, y en la que trabaja desde hace años. El vínculo de esta mujer con la organización que aboga por garantizar el acceso a la educación de chicos sin recursos comenzó hace más de una década y ni los 12.000 kilómetros que separan a su país del nuestro son un impedimento para que logre su objetivo.
Con una melena extensa y rubia, una gorra color rosa y muy dispuesta a la charla, Renata comienza la entrevista, no sin antes lamentar no haber podido viajar a la Argentina desde hace dos años. Y es que la pandemia hizo que debiera quedarse en Suiza pero no que dejara de trabajar en su fundación. “Hacia casi dos años que no podía visitar el país por el cierre de fronteras. Me enteraba lo que pasaba acá y las consecuencias que hubo, por ejemplo que aumentó la pobreza, aunque prefiero no meterme en eso para que no se mezcle lo que hago con algo de política porque no me interesa”, reconoce en diálogo con LA NACION.
Viuda y madre de cuatro hijas, la empresaria es hija de Klaus Jacobs, el fundador de Suchard, la compañía de chocolate más importante del mundo. Cuando murió su marido en 2008, comenzó a aprender español porque le gustaba comunicarse con la gente y en ese momento también supo que tenía que hacer algo relacionado con los niños, aunque no tenía bien claro qué.
“Hace 10 años, durante una visita a Buenos Aires, una amiga me habló de los cartoneros y yo no sabía de qué se trataba. Me interioricé y empecé a trabajar un poco con Lidia Quinteros, referente de la agrupación cartonera Tren Blanco y les donamos la maquinaria que necesitaban”. A partir de ahí, y ya en contacto con la Cooperativa de recuperadores urbanos Las Madreselvas, Renata continuó ayudando. En 2010 comenzó con el proyecto con un único objetivo: “Acompañamiento educativo y contención para los hijos de los cartoneros”.
Desde hace más de una década la fundación realiza tareas en la localidad de Maquinista Savio, en Escobar, y desde 2018 cuando tienen instalada una escuela donde ofrecen dos turnos de apoyo escolar de 8 a 17 (a contra turno del horario escolar). Allí no solo cuentan con la ayuda de docentes sino que también reciben desayuno y merienda. En la actualidad asisten 162 chicos y hay más de 150 en lista de espera.
Diego Guilisasti, director de la institución, explicó a LA NACION: “Tenemos tres educadores y tres coordinadoras, una de ellas del Programa de Alfabetización y otra del Programa de Jóvenes Líderes. Ahí detectamos el nivel educativo de cada chico, porque nos pasa que hay chicos que cursan en sexto grado y no saben leer ni escribir. Este es un proyecto relativamente nuevo, pero con muchos años de historia”.
Renata reconoce que el eje principal de su fundación apunta a garantizarle escolaridad a los niños: “Sin educación pueden hacer lo que quieran con ellos. Con la educación se puede cambiar el mundo; que un chico pueda leer, escribir y entender matemáticas le permite tener otro futuro. Cuando les pregunto a los chicos de la fundación qué quieren ser de grandes, ninguno quiere ser cartonero. Cada uno quiere salir de la villa y tener otra vida”.
Con un poco de visión crítica, aseguró: “Creo que ahí hace falta también el apoyo de los argentinos y eso me duele porque acá hay gente con mucha plata y deberían ayudar porque ellos lo necesitan”.
El amor de Renata Jacobs por la Argentina
Renata tiene cuatro hijas. Gracias al trabajo de su marido, pudo recorrer y conocer diferentes partes del mundo, sin embargo no fue hasta que enviudó cuando se animó a hacer algo que sentía desde siempre: ayudar a los niños. Además de viajar con frecuencia a la Argentina, la empresaria encontró en el sur un refugio. Y es que, después de haber conocido en un viaje Bariloche compró una estancia. Allí también realiza tareas solidarias y ayuda a chicos de una comunidad local. “Me gustaría también llevar la Fundación a Jujuy, pero sé que uno tiene que ir de a poco”.
Reinventarse en la pandemia
Como ocurrió en gran parte de rubros, la pandemia de Covid-19 torció los planes de la fundación de Jacobs. Sin embargo, no los frenó. Cuando comenzaron a regir las restricciones, desde la escuela los colaboradores se organizaron y comenzaron a recibir donaciones, las cuales repartían puerta por puerta en la casa de sus alumnos. Pero la labor no terminó allí, ya que además consiguieron dispositivos móviles para garantizarle a cada niño el acceso a las clases virtuales, algo que lograron cubrir al 100 por cien.
Sobre eso, Guilisasti remarcó: “Atravesamos el primer momento de la pandemia con mucha incertidumbre, supimos sortearlos y nos reconvertimos: repartimos alimentos a las familias, mantuvimos contactos con los chicos y entregamos tablets y celulares a 40 chicos para que tengan encuentros virtuales y no pierdan las clases”.
Una gota en el mar sí hace la diferencia
Renata no deja de destacar que gracias al éxito que tuvo su marido en el mundo empresarial, ella ahora puede hacer diferentes obras de beneficencia. “A mí me gusta ayudar a los más chicos, algunas veces uno piensa ‘tiene que estar loca para ponerse a luchar’, pero yo sé que no me voy a detener nunca y me llena de satisfacción. Si uno empieza algo, tiene que completarlo”.
Orgullosa del resultado del trabajo que hace su fundación, y consciente que aún queda mucho por hacer, resumió: “Sobre mi mesa tengo una frase de la Madre Teresa de Calcuta que dice: ‘A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota’. Y así es”.
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