Remate
Cinco últimas ideas antes del final
1
Por hablar de un deseo hablo de las ganas que tengo, desde hace siglos, de ir a Helsinki y jugar al snooker (que no sé jugar) en Corona, el bar de los hermanos Kaurismaki, y después conocer, quizá la misma noche, Mockba, el otro bar de los hermanos Kaurismaki. Al parecer, el boliche de inspiración soviética tenía como objetivo que nadie quiera ir. La oferta de bebidas es ínfima –sobresale el Jaloviina, la mezcla de coñac y vodka que adoran los cineastas– y el servicio, a cara de perro, pero pasó al revés: el lugar explota.
2
El disco Space Echo: The Mystery Behind the Cosmic Sound of Cabo Verde Finally Revealed es espectacular. Así, sin rodeos y con ese título exuberante. Un carguero dejó Baltimore en 1968 con sus bodegas repletas de sintetizadores. Iba rumbo a Brasil, pero un día desapareció de los radares y encalló cerca de la isla caboverdiana de São Nicolau. Su carga se repartió en las casas que tenían electricidad y marcó para siempre, liderada por el arreglador Paulino Vieira, la música del estado soberano insular africano.
3
Sólo Herzog es capaz de infusionar loquísimas imágenes de Corea del Norte con imágenes de su mediometraje La soufrière con imágenes de un volcán indonesio en plena erupción con imágenes de sí mismo en la Antártida con imágenes de un arqueólogo chiflado en Etiopía con imágenes de una pareja de vulcanólogos franceses. ¡Y salir ileso! Mejor dicho: salir herido y hacer de esa herida, narrada en su voz de alienígena ronco, un documental tan peregrino y potente y propio como el que produjo Netflix y se llama Hacia el infierno.
4
Leído en Caminar, de Thoreau: “Pienso que podríamos elevarnos un poco más. Podríamos trepar un árbol, por lo menos. Una vez encontré mi propio valor subiéndome a uno. Era un pino alto y blanco, en la cima de una colina; aunque me llené de resina, valió la pena pues descubrí nuevas montañas en el horizonte que no había visto antes, y descubrí en las puntas de las ramas más altas algunos diminutos y delicados brotes en forma de cono. Podría haber caminado al pie del árbol durante setenta años y con certeza nunca los habría visto”.
5
Lo siento, pero me deprime sobremanera (la palabra sobremanera también me deprime: sí, hoy estoy depresivo sin por ello estar deprimido) ese frasquito nefasto de alcohol en gel que pende de algunas carteras. Lo he visto sin parar y le dedico estas líneas porque lo sigo viendo. Tiene colores fosforescentes y viene a ser parte del temeroso o temerario –depende para quién– microcosmos de los gérmenes. El envase es mañosamente pequeño y cuando se está vaciando y su dueño lo aprieta hace pffrrrllll o algo así.