Remate
Cinco últimas ideas antes del final
1
Pintó hablar de onomatopeyas. Pesquisando al respecto caigo en la cuenta de que un gato en celo hace “marramao” y de que su ronroneo tiene verbo: marramizar. Bueno, el grillo hace crí-crí, el pollito pío-pío y el gallo, quiquiriquí. El clarín logra un tintirintín y el tambor, un tantarantán. Los estornudos son extrañamente achís y el roce de la seda provoca un aun más extraño frufrú. El tren concibe su triquitraque, que de pronto se vuelve crac cuando en un tris, ¡zas!, un pasajero se desploma en sonoro pumba.
2
Escribir como Charles Lamb, silbar como el viento, escapar como Houdini, nadar como un delfín, señalar como Wittgenstein, volar como un halcón, boxear como Nicolino, reír como un niño, cantar como Simón Díaz, dormir como un tronco, viajar como Marco Polo, mentir como una bruja, interpretar como Freud, sanar como un chamán, cocinar como Alain Passard, trinar como un benteveo, dibujar como Aubrey Beardsley, esculpir como Rembrandt Bugatti, callar como un sabio, manejar como Senna.
3
No sé si el cuento tiene “calado”, por decirlo mal y pronto. A mí me parece que sí. Ahí va. Un amigo francés presentó una película yanqui en el Festival de Venecia. Él, que produjo el film, compartió el estreno con el director y la protagonista. A la hora de los festejos, la actriz tomó varios whiscola, pero pedía el whisky y la Coca por separado: embuchaba un sorbo de cada bebida y las mezclaba en la boca. Ella interpretaba a una linyera y resulta que, en la vida real, había sido linyera y estaba acostumbrada a beber su trago así.
4
Paveando por Instagram descubrí la cuenta de Venus, un gato de dos colores. Que no haya confusiones: su trompa es mitad naranja con ojo azul y mitad negra con ojo verde. Parece joda, pero no. Tiene más de un millón de seguidores (truchísima esta nueva patología: ¿qué siguen, qué seguimos?). La descripción de @venustwofacecat dice “irremplazable, 0% photoshop, 100% nacido así”. En prácticamente todas las fotos vemos a la mascota con expresión normal, descansando en un rincón de su casa.
5
Hay una historia muy linda, la de la poeta estadounidense Elizabeth Bishop. Había sido adoptada por sus abuelos maternos, que la terminaron entregando a sus abuelos paternos. Era muy joven cuando conoció al poeta Robert Lowell y él le recomendó que visitara al poeta Ezra Pound en un loquero. En el puerto brasileño de Santos se intoxicó con una castaña de cajú y casi se muere. La persona que le ofreció esa castaña y que no se despegó nunca más de ella fue Lota Macedo Soares, una niña bien, hija de políticos cariocas.