Remate
Cinco últimas ideas antes del final
Mi amiga Candi –de quien ya hablé acá, creo: está casada con Marcin, mi amigo polaco del que también hablé acá– posteó en su Facebook una canción de Lucio Battisti. Me volví loco. Con la canción Amarsi un po y con Battisti, al que admiraban sin concesiones Bowie y McCartney. Escribo en pasado porque el italiano murió en 1998. Surfeó por mil géneros, anticipó el grunge y el house. Sus fraseos son tremendos. Un asteroide, el 9115, lleva su apellido, y sus letras (muchas compuestas por Mogol, otro crack) la rompen.
Clarice Lispector en Aprendizaje o el libro de los placeres: “Hemos organizado asociaciones y clubes sonrientes donde se sirve con o sin soda. Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos usado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, amor, celos y tantos otros opuestos. Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida. Muchos de nosotros hacen arte por no saber cómo es la otra cosa”. ¿Cómo será la otra cosa?
Previo paso por Areguá y Caacupé llego a Piribebuy –escalofrío dulce en guaraní, idioma práctico y poético al mismo tiempo–, la tercera capital de Paraguay en tiempos de la Guerra Grande. Caña en mano me refieren la historia del cuidador de un campo que veía, a la hora de la siesta, niñas vestidas de blanco como señal de que allí había dinero enterrado. Un día, la dueña de la tierra entró en el rancho de su peón y vio un buraco en la mitad: el hombre había estado cavando debajo de su cama en busca de plata.
Otro remate urdido en el calor del país de Roa Bastos y Chilavert. Chipá es, en rigor, palabra femenina y grave: se dice la chipa y quienes la hacen son chiperas (manos de mujer que te miran fijo-fijo, grasa de chancho y perfume anisado). En el Lido Bar del centro de Asunción pruebo mbeyú, el tradicional pirá caldo de surubí y sopa paraguaya –única sopa sólida del mundo– mientras veo a asuncenos armar ¡un sándwich de empanada! y departir con palabras como vakapipopo; en criollo, piel de vaca que salta, o sea: ¡pelota!
A veces pienso que el pensamiento está muy cerca del sentir; podría decirlo al revés: a veces siento que el sentimiento está muy cerca del pensar. Es una línea finita, seguramente imaginaria porque las fronteras no existen. De eso te das cuenta cuando levantás vuelo (en un avión, por ejemplo). Desde el aire hay bloques verdes, serpientes de ríos, un atestado maratón de luces y lucecitas. Y ya. Desde arriba no ves a un tipo sellándote el pasaporte con gesto agrio, a una tipa dándote la bienvenida. ¿Adónde, si ya estamos dentro?