Él había sido tecladista de una famosa banda de los años 60 en la Argentina, con un hit, que marcó una época del país. Ella, viuda y anhelando encontrar un nuevo amor, cerró su negocio y se mudó a Estados Unidos.
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Se iba acercando a los sesenta, le faltaban dos años, y hacía cuatro que Marta pasaba sus días como una autómata, agobiada por la tristeza. Pero estaba deseando salir de ese estado. Desde que había enviudado, a los 54, se la pasaba encerrada y sufriendo largas horas de llanto para el que no encontraba consuelo. Lejos estaba de imaginar por entonces, viviendo en Escobar donde atendía una hamburguesería que pensaba heredar a sus hijos y donde pintaba como hobby para paliar las largas horas de soledad, que su vida iba a tomar un giro inesperado. Imposible soñar entonces, cuando se había acostumbrado a que las cosas eran así, avizorando un destino de abuela tejiendo al crochet, que hoy, a sus 64 estaría viviendo en una ciudad paradisíaca, ejerciendo una nueva carrera profesional y protagonizando una historia de amor de película.
Si se realizara, sería una película romántica, con algunos componentes de resiliencia, de arte, de caminos azarosos y encuentros inesperados que cambian el rumbo de los protagonistas. Podría ser un musical, con escenas nostálgicas y locaciones internacionales, en tres ciudades: Buenos Aires, Berlín y Miami, con una imagen final de las tranquilas y lujosas playas de Palm Beach.
Allí es donde vive por estos días Marta Stephani desde que se casó con Félix Pando, en el 2016, a los cuatro meses de conocerlo en forma virtual y a solo una semana de verse en persona por primera vez.
Primero fue un amigo en común el que le dijo que viajara como una forma de salir de ese estado de duelo que ya se había prolongado unos largos cuatro años, qué él le presentaría a un músico argentino residente en Miami que, como era un gran anfitrión estaría encantado de recibirla. Pero a ella la idea le pareció ridícula. “¡Pero si no nos conocemos, no sé ni quién es!”, le dijo. “¿Cómo que no? Seguro que te conocés sus temas, ¿te acordás del extraño de pelo largo?”. Una referencia ineludible para cualquier argentino que haya vivido en los años 60. A los pocos días, lo buscó en su redes sociales, por curiosidad, y le gustó los trabajos que mostraba.
“Nunca en mi vida pensé que yo iba a revivir, porque yo reviví”
“Había un montón de páginas de Félix Pando y entré en una que me interesó mucho, donde mostraba sus composiciones musicales para niños con condición de autismo y Asperger. Escuché los temas y me gustaron, por eso lo felicité, como se felicita al artista. No me imaginé que me iba a contestar, pero resulta que me contestó y empezamos a escribirnos por el chat privado de Messenger. Al día siguiente terminamos hablando por celular con camarita y a los pocos días, por Skype, todos los días, mañana y noche. Yo escuchaba el tilín tilín de la llamada y me ponía feliz, lo sentía en el estómago. Me di cuenta de que algo me estaba pasando con él”, recuerda Marta. No lo dudó, cuando él le dijo que se fuera a Miami, le dijo “Okey, pasado mañana estoy ahí”.
Él la fue a buscar al aeropuerto y la esperó con un delicado ramo de rosas que terminaron marchitándose porque el desembarco y los trámites en Migraciones se prolongaron por más tiempo del habitual; pero aunque los pétalos colorados habían perdido la lozanía, el entusiasmo estaba intacto. “Fue impresionante, cuando nos vimos, nos dimos un abrazo y no nos despegamos más”, describe Marta. “Nunca en mi vida pensé que yo iba a revivir, y yo reviví. Toda esa pena profunda que tuve durante cuatro años por mi viudez, todo lo que lloré hasta reventar de tristeza, de pronto, se había calmado. En Félix encontré a un hombre completo, con un amor profundo, de quien me enamoré locamente.”, revela.
Quienes no estuvieron tan entusiasmados con la noticia, en cambio, fueron los hijos de Marta. De hecho, ella los vio horrorizados cuando les anunció que viajaba a Miami pero no de paseo con alguna amiga, sino a la casa de un hombre que había conocido por chat hacía solo cuatro meses. ¿Cómo que te vas a la casa de un músico que ni conocés? ¿No te parece arriesgado?
Pero eso no sería todo. A la semana, los enamorados ya habían tomado otra decisión. Se iban a casar y Marta se iba mudar a Miami, donde él tenía su casa, su trabajo y su estudio de grabación.
La propuesta de matrimonio fue en la joyería Tiffany y, como suele suceder en las películas de amor, la tomó desprevenida. Félix le preguntó delante de toda la gente que colmaba el local si se quería casar con él, pero ella, distraída mirando los aparadores llenos de pulseras, anillos y collares lindísimos, no lo escuchó. Se acercó una vendedora para decirle que alguien le hablaba, entonces se dio vuelta y esa vez sí, lo vio mirándola de frente, con los ojos llenos de brillo y escuchó claramente las palabras que le iban a cambiar la vida. A los dos. “Lo vi a él, rodeado de varias personas que estaban mirándome fijo como diciendo ‘Decí que sí’ y por supuesto, dije que sí.”, recuerda Marta y asegura: “Nunca me planteé nada, no tuve dudas, fue un volver a vivir, rejuvenecimos los dos”.
Félix Pando, de tecladista de La joven guardia a productor de la doctora Polo
“Teníamos el pelo un poco largo pero no tan largo como para que nos persiguiera la policía, pero eran tiempos bravos”, observa Félix Pando al recordar los últimos años de la década del 60 en Argentina y cuáles fueron los motivos que lo llevaron a emigrar a Alemania en 1974, dos años antes del golpe militar. Integraba la banda de rock nacional La joven Guardia, junto con sus amigos Roque Narvaja, Hiacho Lezica y Enrique Masllorens, autores de varios hits: El extraño de pelo largo, La reina de la canción y La extraña de las botas rosas.
“Empezamos tocando en fiestas o en colegios y de buenas a primeras, con El extraño de pelo largo, nos encontramos con el éxito”, rememora Pando. “Yo quise ser músico desde que di mi primer concierto de música clásica tocando ejercicios de Beethoven, ¡a los cuatro años! Desde tan chico estudié música y un día me encontré en un grupo tocando pero mis padres lo desaprobaban porque consideraban que tocar rock era estar metido en drogas, alcohol y cabarets. Entonces me escapé de casa, nos fuimos con La joven Guardia a Mar del Plata y mis viejos me fueron a buscar con la policía. Pero en esa misma escapada escuchamos que en la radio no paraba de sonar nuestra canción y ahí empezamos a ser famosos, todavía me siguen escribiendo por esa canción.”, revela.
Con solo 17 años Enrique Masllorens y Roque Narvaja compusieron el tema que hablaba del corte de pelo que era una moda “transgresora” en aquellos años y de los primeros amores adolescentes. “La canción representa una época en la que teníamos el pelo un poco largo y solo por eso nos insultaban por la calle o nos metían presos”, cuenta Pando que todavía recuerda aquella vez que ocurrió lo tan temido. “Estuvimos como diez horas en la cárcel con un montón de criminales hasta que (el periodista) Bernardo Neustadt, que era el novio de la madre de uno de los chicos, nos vino a sacar”, recuerda.
En 1970 la banda se presentó en la primera edición del B. A. Rock y en 1971 grabaron un simple con el tema “El Comprador de Amaneceres”, pero hubo discrepancias acerca del rumbo a tomar entre los miembros. Masllorens dejó la banda y en su lugar entró Vitico, con quien registraron un nuevo éxito: La Reina de la Canción, su tercer long play. En 1972, apadrinado por Litto Nebbia, Roque Narvaja decidió lanzar su carrera como solista y se retiró del grupo que, si bien grabó dos nuevos temas, no lograron la repercusión de los anteriores y así la banda finalmente se diluyó.
Félix recuerda esa época con dolor, en parte porque lo echaron del grupo y también porque tuvo que decidir abandonar el país por miedo a la convulsión política y social de aquella época. “Nosotros hacíamos canciones un poco políticas, algunos querían hacer más protesta, otros menos y yo no quería tener discusiones. Cuando Roque se fue para hacer música progresiva, empezamos a tener tantas discusiones que me terminaron echando del grupo. Me fui muy desilusionado, con lágrimas en los ojos, no sé si de tristeza o de bronca, para mí fue una falta de lealtad”, asegura Pando. Pero no hubo tiempo para intentar otra cosa. A los pocos días tuvo un encuentro fortuito con el manager de la banda, Marcelo Duhalde. “Me dijo que se estaban yendo del país todos, habían matado a un abogado amigo, lo habían ido a buscar a su casa y me aseguró que nosotros estábamos todos ‘marcados’, la cosa se estaba poniendo fea”, retoma.
Por esos días Pando había recibido una propuesta laboral de la Deutsche Grammophon, un sello especializado en música clásica. No había pensado en aceptarla pero se decidió a hacerlo el día en que la policía lo paró por la calle en una situación tan “pesada” que sintió que lo mataban. “Todo lo que tenía para llevarme eran ochocientos dólares. Me habían dicho que iba a ganar nueve mil dólares en Alemania y cuando llegué no había un peso para pagarme. Ahí empecé de cero”, evoca.
Los tiempos en Bonn y la mudanza a Miami
En Bonn -que era la capital de la República Federal de Alemania, hasta la reunificación del país en 1990- hizo de todo para poder mantenerse. Trabajó en restaurantes mexicanos, cantando La Bamba y otros temas latinos, luciendo un sombrero mariachi. Actuó en cervecerías que no tenían escenario sin importarle que mientras cantaba con los ojos cerrados, los camareros lo empujaran para poder pasar entre las mesas mientras servían las pizzas. “Ahí aprendí a perder el miedo y comprendí que hay que creer en los sueños de uno. De a poco empecé a moverme, a conocer músicos, hasta que me propusieron hacer el arreglo sinfónico de un grupo que se llama BAP que al día de hoy existe, y vendimos medio millón de discos”. Ese primer logro le abrió las puertas a la industria de la música en Europa. Varias compañías lo convocaron para trabajar en televisión, en publicidad, discos y películas. Se convirtió en productor. Desde entonces forjó una carrera exitosa que lo llevó, treinta años después, a decidir mudarse a Miami, una ciudad a la que viajaba seguido y que lo conquistó por su clima soleado y la gente sonriente; es que nunca había llegado a acostumbrarse al rigor de las bajas temperaturas de Alemania.
Se casó y divorció dos veces, tuvo una hija y no pensó en volver a Argentina donde la posibilidad de volver a hacer música había quedado muy lejana. En Estados Unidos, Pando preside su propia compañía de producción musical que tiene como clientes al programa Caso Cerrado, conducido por la famosa Doctora Polo, al canal 24 de Francia y otros éxitos audiovisuales. Además, sigue desarrollando un proyecto que comenzó hace veinte años: música de estimulación para bebés, para niños con autismo y contra el bullying. “Solo volví algunas veces, de vacaciones y cuando estaban falleciendo mi padre y después mi madre. En el 2000 ya tenía dos estudios de grabación y una compañía productora. El tiempo pasó tan rápido, fueron docenas de años pero todo se puede resumir en tres minutos”, resume Pando.
“Enamorarnos nos rejuveneció”
A Felix le pasó lo mismo que a Marta con él cuando la conoció. Y aunque la foto que usaba en su perfil de Facebook no le había parecido muy buena, la charla lo enganchó rápidamente. “¡Pero esta mujer es un minón!”, pensó cuando por fin la vio en la primera videollamada. No había dudas de que por fin había encontrado a la mujer con quien podría compartir la vida. “Martita es muy especial, tiene integridad y es fuerte, lo que ella cree que es así, es así y eso me gustó. En los meses que pasamos hablando por Skype nos fuimos conociendo, para cuando nos encontramos finalmente ya nos habíamos contado nuestras respectivas historias”, relata.
El 10 de septiembre Pando cumplió 74 años y no podía haber imaginado un presente más pleno para ese período de su vida. Ahora viven en Palm Beach, en una casa de tres pisos con estudio de grabación, adonde pasan juntos la mayor parte del día. En Marta tengo a mi amiga, mi amante, mi jefa y a la persona con la que me divierto. Nos pasamos haciendo chistes todo el día. Tenemos una convivencia genial y adoptamos a Elvis, un perro que es como nuestro hijito”, evalúa Felix y asegura: “La posibilidad de enamorarse no tiene edad. nosotros no lo pensamos mucho y al principio tampoco lo comentamos demasiado para que no nos influyan las críticas”.
“Me la paso estudiando”
La vida en Palm Beach es muy tranquila para ambos, un mix entre la bohemia de los artistas y la responsabilidad por el trabajo.
Félix está constantemente creando y produciendo. Marta estudió periodismo y ya dio sus primeros pasos en la profesión. “Cuando una cree que la vida se termina y todo lo que le queda por delante es ser la abuelita, yo digo que es un error; sí, tienes que ser la abuela pero no solamente tejiendo al crochet. También podés empezar una nueva vida, estudiar una carrera, si querés; yo me mudé de país y hasta aprendí edición de video. Los últimos contenidos de las plataformas de Félix los hice yo”, destaca Marta.
¿Algún consejo? Animarse, por supuesto. Y siempre, pensar en el futuro. No importa la edad, ni las arrugas, sino descubrir el encanto de la vida todos los días. Y si se piensa en números, también dan positivos: “Tenemos treinta años por delante”.
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