No ha sido el cumpleaños perfecto, y ni de lejos el que pudo imaginar cuando hizo realidad el deseo de reunir a toda la familia en sus 80, aunque, arropada por una parte de los suyos, tampoco quiso enmarcar en la tristeza la llegada de los 82, que cumplió el 2 de noviembre. La reina Sofía no fue educada para quejarse y, además, no es así como se siente. Está llena de vitalidad, energía y quiere seguir ayudando. Quedarse encerrada en tiempos de pandemia no es una opción. En la primera oleada de Covid-19, vivió el confinamiento tras los muros del Palacio de la Zarzuela, aunque al frente de una agenda solidaria a la sombra; pero ahora, y con el país asolado por tres crisis, está "decidida y encantada de poder favorecer a los más necesitados. Y esto es, junto con la familia, lo que más feliz la hace", nos dicen fuentes cercanas a palacio.
HABLAN CON FRECUENCIA
"La reina Sofía no está triste, ni decaída, pero sí muy preocupada por la pandemia, por las familias afectadas y las personas mayores que están solas en estos tiempos tan difíciles", apuntan las mismas fuentes. Y añaden que quiere ser útil ante todo y que, "en los últimos meses ha dejado muy presente que afronta cada día con mucha fuerza y que está en un momento de su vida muy especial. También que adora a sus ocho nietos, que desea que los Reyes sean muy queridos y que extraña al rey Juan Carlos, aunque hablan con frecuencia. No lo ha visto desde hace tres meses, pero espera poder pasar con él la Navidad... Se nota mucho el cariño y la complicidad que tienen. Son compañeros de vida y grandes amigos". Este 2 de noviembre, la Reina sumó un año más junto a los Reyes, sus nietas y su hermana, la princesa Irene, pero sin que haya anidado en su corazón la idea de "jubilarse". Todo lo contrario. En su mundo privado disfruta mucho de la familia y de los nietos, que no pierden la oportunidad de visitarla; de sus paseos por el campo con sus perros; de la lectura, de la música, que le apasiona; viendo series y televisión y de sus reuniones con amigos, muy contados. Momentos en los que comparte emociones y en los que da rienda suelta a su enorme sentido del humor, porque a la reina Sofía siempre le gustó gozar de la vida. Y en el plano oficial, sigue volcada a servir a España y apoyar a su hijo, Felipe VI, en todo lo que él le pida.
EL CARIÑO
Ahora y antes. Desde el momento en el que hizo la transición de reina consorte (en el trono) a la de reina, madre de soberano. Ese hijo al que adora. Una posición desde la que sigue recogiendo aplausos y muestras enormes de cariño y afecto por todas partes. Algo que la emociona y que agradece profundamente cada vez que sale de su refugio en palacio. Ni un paso atrás, aunque los tiempos cambiaron mucho. O, aunque por edad, esté en el grupo de riesgo.
Dar visibilidad a sus causas solidarias siempre ha sido una de sus motivaciones y ahora, su lucha sigue firme en ese sentido. Todo de la mano de la Fundación Reina Sofía –la constituyó hace más de cuarenta años con un pequeño capital personal–, desde donde se promueven proyectos de investigación (Alzhéimer), educativos, de ayuda social y humanitaria, así como medioambientales.
EL COMPROMISO
La madre de Felipe VI mantiene este compromiso de lucha contra los residuos en el mar –a finales de verano participó en la liberación de una tortuga en Mallorca y recogió basura en una playa de Málaga–. Y le preocupan también los desechos de mascarillas y guantes... Aunque, y abrazando diferentes causas, puede decirse que, en los últimos meses, su mirada ha estado puesta de lleno en ayudar a los bancos de alimentos para mejorar el almacenamiento y distribución de productos frescos. Y para eso se puso al frente de una gira por España, porque la idea es visitarlos todos –y hablamos de cincuenta y cuatro en todo el país–. Los próximos: en Valencia y Sevilla, si las condiciones sanitarias lo permiten.
NO ELIGE LA MARETA
La Reina ha abrazado esta causa sustentada por héroes invisibles, la mayoría voluntarios de esta ONG (Fesbal), que opera combatiendo el hambre y la pobreza y ayuda a paliar la crisis en muchos rincones de España. Y hablamos de cerca de dos millones de beneficiarios. Aunque tenga que tomar aviones, trenes, quedarse en hoteles, o ir a restaurantes como hizo a su paso por Murcia y Toledo. Que también es su forma de apoyar a sectores como el turismo y la hostelería. Una manera de decir: "Es seguro". La madre de Felipe VI tiene todo esto muy presente.
Un ejemplo, durante su visita al Banco de Alimentos de Arrecife, la semana pasada, en lugar de quedarse en la residencia real de La Mareta (Teguise) prefirió instalarse en el nuevo hotel Fariones.
Un gesto que se une a muchos y que el presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal), Juan Vicente Peral, resumía así para la agencia Efe. "Es un encanto. Saluda a todo el mundo. Es un derroche de naturalidad, de clase y de saber estar".
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