Regreso vintage: ¿el cassette es el nuevo vinilo?
Mientras artistas como Paul McCartney o The Weeknd sacan ediciones especiales, bandas under locales vuelven a grabar en este formato; el único problema es que casi ya no existen las caseteras donde reproducirlos...
"Hola, soy Hanna, Hanna Baker. Soy yo, en vivo y en estéreo". Esas palabras inauguran el relato de las 13 razones que han llevado a Hanna al suicidio, evento que constituye el punto de partida del último (y bastante polémico, por cierto ) éxito de Netflix: 13th Reasons Why. Cada una de las razones ocupa un lado en los siete cassettes que misteriosamente aparecen en la puerta de uno de sus compañeros de clase, Clay Jensen. "Papá, ¿dónde está tu vieja radio?", pregunta Clay, con la intención de desentrañar el misterio. "¿Mi estéreo al que llamabas obsoleto? En el taller". Más allá del drama del caso, el giro intergeneracional que plantea la serie muestra un interés particular en el cassette, un formato que ha decidido volver del olvido como el vinilo y, también, del oprobio.
"Hasta hace unos años cassette era una mala palabra. Pero hoy se está empezando a vender un poco, incluso hay bandas nuevas que sacan cassettes", cuenta Mariano, desde el mostrador de su tienda de vinilos y libros The Anthology, en la galería Bond Street. A su espalda, sobre una repisa, hay una pequeña pila de cassettes "de época" (The Police, Eric Clapton, entre otros), junto con otra de cassettes nuevos de bandas under como Hijos de Kirchner o DJs Pareja, o una flamante reedición de Paciencia (1995), de Adrián Paoletti. "Los que nunca dejaron de editar en cassette son los punk, que siempre estuvieron delante de la industria. Pero hoy hay cassettes nuevos de sellos independientes; algunos los compran porque los escuchan, otros por fetiche", agrega.
Es que no sólo se trata de actitud under, como las que exhiben Boom Boom Kid o El Mató a un Policía Motorizado, artistas locales que han buceado en ese formato. Hay también algo del marketing de la nostalgia. Paul McCartney se paseó recientemente por los titulares al lanzar un cassette que contiene tres demos grabados junto a Elvis Costello durante las sesiones del disco Flowers in the Dirt (1989). Incluso la movida de marketing llegó al punto que artistas de gran nivel de popularidad como Justin Bieber, The Weeknd y Kanye West, decidieron lanzar ediciones reducidas en cassette de sus discos. En estos casos, sumar la opción cassette les permite un nuevo ítem a la lista de merchandising: remeras, posters, pins y, por qué no, cassettes para exhibir más que para escuchar.
Pablo Hierro, del sello independiente Scatter Records, coincide con el lugar que asume el regreso del cassette: "En los Estados Unidos se ha dado una vuelta al cassette de la mano de sellos indie como Burger Records, que armaron un subsello para adquirir licencias de discos para reeditarlos en cassette -explica-. El cassette es en definitiva un objeto que funciona como una memorabilia, como un ítem más de merchandising. Pero es un consumo hype, casi ostensivo. No es que la gente va a escucharlo".
De hecho, muchos de los cassettes que se editan en los Estados Unidos o Europa vienen acompañados por un link y una clave para descargar las canciones de Internet. ¡Y así poder escucharlas!
En todo caso, los cassettes que sí son comprados para ser escuchados son los que producen las bandas under (usado este término aquí en forma imprecisa y abarcativa). "Para una banda que quiere dar a conocer su música, el cassette es mucho más económico porque hoy en día podés producir en menor cantidad, hacer tiradas de 50 cassettes. Para hacerlo en un formato CD mínimamente tenés que generar 500 copias, y lo mismo en vinilo. Más allá de que el vinilo no lo podés fabricar acá y los costos son otros...", dice Sergio Pogonza, que en su local Vegan Store, en Bond Street, vende sólo cassettes de bandas nuevas.
"Todo lo que es hardcore y punk, sale mucho en cassette", agrega Sergio, que precisa que el "sale mucho" es que se vendan, con suerte, 5 o 10 casetes por semana, a un precio de 50/55 pesos. "Fuera del entorno hardcore punk, tengo gente que hace pop electrónico y que lo saca en cassette, pero más por un formato de nostalgia o de tratar de entrar al circuito de la movida en cassette", agrega. Más allá de algunos contados locales, como el de Sergio o el de Mariano, los shows de las bandas completan el actual circuito de venta de los cassettes.
Revitalizado por el marketing o la nostalgia, el único y verdadero límite que se interpone hoy entre el cassette y su masificación es la falta de equipos para reproducirlos. "¿Pasacassettes? Debe hacer más de 10 años que no vendemos", trataba de hacer memoria uno de los vendedores del Fravega de Cabildo y Mendoza, en Belgrano, que agregó como para dar cuenta del cambio tecnológico: "Fijate que los minicomponentes ya están dejando de venir con CD". A una cuadra de allí, en el local de Yenny-El Ateneo de Juramento y Cabildo, otro vendedor tampoco recordaba cuándo fue que dejaron de vender cassettes: "Quizás si se vuelven a fabricar equipos, vuelvan, pero por ahora...mmmm", dijo.
"En los Estados Unidos podés llegar a conseguir una casetera nueva en contados lugares, como los locales de Urban Outfitters, donde comparten espacio con las bandejas para vinilo Crosley; pero acá no se venden y no conozco a nadie que tenga un equipo para escuchar cassettes", dice Pablo.
En Urban Outfitters es posible comprar un walkman de carcaza transparente por 38 dólares, o incluso una grabadora/reproductora por ese mismo precio. Además, esta cadena de tiendas ofrece un muy breve catálogo de cassettes nuevos, por entre 9,98 y 15,98 dólares. Sólo 18 títulos que incluyen las reediciones de The Slim Shady, de Eminen, o Purple Rain, de Prince. Claro que las tiradas son mínimas: 2000 cassettes para Purple Rain, cuando sólo en 2016 ese título vendió 675.000 copias en otros formatos.
Lejos, muy lejos de contar con un local equivalente a Urban Outfitters, en la Argentina los reproductores para cassette se pueden adquirir, usados, en plataformas como MercadoLibre, donde siempre hay alguien que se quiere sacar de encima el viejo centro musical. O en locales de compra, venta y reparación de equipos de música, como el imperecedero Palacio del Grabador, en Tucumán 1520, en cuyo local se apilan bandejas y minocomponentes reparados o en camino a serlo. "En este momento tengo 29 caseteras para arreglar", dice Juan Fabianos, del Palacio, y señala un conjunto de equipos de los 70 y los 80. Muchos Teac, Technics, entre otros. "Los últimos que salieron no se pueden reparar, porque tenían componentes de plástico; los que sí son los más viejos, que eran todos de metal", precisa.
Juan está convencido de que el cassette va volver: "Es muy universal: usted graba y lo reproduce en cualquier minicomponente. Borra y graba cuantas veces quiera. Va a volver, como el vinilo. El vintage sigue funcionando".
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