Regina Silveira: un viaje a toda velocidad
La gran artista brasileña exhibe en el Museo de Arte Moderno
En la sala del primer piso del Museo de Arte Moderno (Mamba) otra gran artista extranjera, la brasileña Regina Silveira, viene a presentar su obra reciente. Su paso por Buenos Aires es también un acontecimiento de primera línea, excepto que carece del tono legendario que envuelve a la viuda de Lennon.
Pero basta un solo dato para sugerir la estatura artística de la gaúcha: por primera vez este año, la fachada del pabellón de la Bienal de San Pablo sirve de soporte a una obra, y fue Regina la artista elegida por el curador general de la muestra para trabajar sobre ella.
Nacida en Porto Alegre en 1939, Silveira comenzó a trascender en el panorama artístico brasileño ya a fines de la década del 60, y hoy es considerada una de sus máximas figuras. Casi desde los comienzos, la crítica se acostumbró a llamarla artista multimedia, y esa cualidad no ha variado desde entonces. Sólo que ahora ella prefiere los medios digitales, y en los años 60 trabajaba con el grabado, la fotografía y distintas técnicas de la gráfica publicitaria.
La idea madre de la muestra que se presenta en el Mamba nació en 1979, año en que Regina comenzó a indagar sobre las distorsiones de la perspectiva con la serie Anamorfas . Fue un primer intento de romper, en forma crítica pero con gran sentido del humor, con los códigos artificiales de la representación renacentista y, en un plano más profundo, con la filosofía que la sustentaba.
Velox, la serie que se puede ver en Buenos Aires, consiste en ocho grandes siluetas de poliestireno negro, colocadas sobre la pared, que funcionan como sombras distorsionadas de motocicletas. Silveira tomó como base imágenes de revistas o motos de juguete para armar un falso juego de proyecciones.
Cada una de las figuras adquiere una distorsión particular según el ángulo que la artista haya elegido, y que dibuja en una grilla en papel milimetrado. En este caso busca aquellas que potencien el carácter masculino -e incluso fálico-, que la publicidad imprime en las motocicletas, lo que de paso le sirve a la artista para ensayar una crítica al machismo latinoamericano.
A su vez, el montaje de la muestra da la sensación de que las sombras de las motos se mueven, lo que otorga una nueva vitalidad a sus formas exóticas y enfatiza el sentido de las sugerentes figuras.
Buena parte de la obra de Regina asume esa mirada crítica, que apunta casi invariablemente sobre las estructuras de poder. Pero hay otra vertiente que visita a menudo, en clave paródica, la historia del arte. Es el caso de la serie In absentia , que cita grandes obras contemporáneas y proyecta sus imágenes en la pared, sin que los originales o sus copias intervengan.
Aunque se inició en el expresionismo y luego pasó por la abstracción, hace ya mucho que Silveira no deja marca autoral en sus trabajos. Su tarea es puramente mental, aunque no por eso cae en una obra automática. "Para mí el dibujo es el lugar de la invención", afirma. El trabajo posterior, en el que intervienen ayudantes y técnicos, deriva en forma casi mecánica de ese momento altamente creativo.
La actitud de Regina es la del artista en constante desafío. En su relectura de los clásicos del siglo XX, Duchamp juega el rol protagónico, pero la herencia de las sombras de De Chirico, los surealistas y dadás no pasa desapercibida. Como artista brasileña, también guarda fidelidad a la ya añeja tradición conceptual de su país. Basta una visita en estos días a San Pablo para corroborar su presencia inevitable.
Museo de Arte Moderno. Av. San Juan 350. Tel. 361-1121. Martes a viernes, de 10 a 20; sábados, domingos y feriados, de 11 a 20. Entrada, $ 1.