Con la doble intención de pasar inadvertido en el bosque y de sacudirse cualquier imposición burocrática que lo detuviera, un joven diseñador construyó su nido con astucia y delicadeza.
"Nido" es el nombre del proyecto con el que el diseñador finlandés Robin Falck hizo realidad el deseo de sumergirse en la naturaleza de modo sencillo y primitivo, sin que mediara sellos ni vallas. Además de una sana rebeldía contra el statu quo, a Robin lo apremiaba el tiempo: en un año empezaría el servicio militar, y quiso comenzar a disfrutar de su cabaña antes de meterse en una jaula semejante. Después de darle infinitas vueltas al diseño, la trazó de la medida exacta como para quedar fuera del radar municipal. Y la levantó en apenas dos semanas.
La casita de Robin tiene unos muy meditados 8,9m2: apenas unos centímetros por debajo del límite a partir del cual se exige permiso de obra en la zona boscosa de Sipoo
Quise ser una presencia bienvenida y no un invasor. Convertirme en parte del paisaje
El diseñador levantó su obra con materiales recuperados que cargó a pie para no dañar el terreno entrando de una manera prepotente ni altisonante.
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