La construcción en medio de la naturaleza es una idea recurrente que en estos veinte años hemos seguido de cerca, capturando en todas las latitudes el mismo deseo colectivo: apartarse para encontrar conexión.
Aunque parece el fin del mundo, William y Samantha, él empresario de medios; ella diseñadora viven a dos horas de Ciudad del Cabo. En un diario donde van documentando las nuevas especies de plantas y animales que encuentran; así le enseñan a Francesca sobre la vida silvestre que los rodea.
Aquí apareció la vieja "boma" (una especie de corral, en lengua swahili) que se amplió sumando esta plataforma con una pequeña cabaña.
Si algo verifica el paso del tiempo, es su circularidad; sin importar las latitudes, todo tiende al origen. En el 2000 publicamos una cabaña diminuta en medio del bosque patagónico; en 2016, ya era tal el furor por el tiny living que lo reflejamos en nuestra entrañable edición especial Refugios mínimos.
Es que a lo largo de estas dos décadas fuimos plasmando (como el diario de William y Samantha) los nuevos elementos en nuestro entorno. Así vimos crecer la tendencia de andar ligeros de equipaje, de estar en movimiento y en contacto con la naturaleza y de apostar por la libertad frente a las convenciones establecidas. Deseo que ya es también patrimonio de los más jóvenes, un buen augurio, sin dudas.
No lo entendés hasta que no estás ahí. Es completamente silencioso; la luna es como un foco de luz... Todos tus problemas desaparecen
Si bien la estructura de la cabaña se rehízo casi por completo, los dueños insistieron en conservar parte de la construcción original, lo que refuerza el aspecto rústico del conjunto. Usaron Rhino Wood, una madera modificada sustentable y alternativa a las maderas duras. No requiere mantenimiento y su aspecto engama a la perfección con la naturaleza.
Como un decorado, la locación recrea inspiraciones míticas: cortar el frío con un jarro de café, asomarse a la inmensidad y sentir por un instante el vértigo de los pioneros.
La Provence francesa, materiales autóctonos y la tienda de campaña de un safari. Estilos remotos y, sin embargo, en coherente amalgama de rusticidad. Además, disponen de muchos faroles para encenderlos por la noche, cuando aportan un clima exquisito (y muy romántico).
Sin servicios ni señal de teléfono, hay gas envasado, agua de lluvia, además de paneles solares que garantizan wifi. Estar sin conexión parece cada vez más difícil, como si esa seguridad se nos hubiera metido en los huesos. "Cuando queremos desconectarnos, simplemente lo apagamos". Algo es algo.
La ducha exterior, otro capricho silvestre que compensaron con productos Africology, una lujosa marca de cuidado de la piel 100% natural y made in Africa.
Esta área, más baja que el resto, corresponde a la construcción original y es punto de reunión permanente de la familia. Por supuesto, la pileta y el fogón son los dos grandes atractivos que determinan esa elección.
Lujo de lujos, la bañadera hecha a medida en acero inoxidable junto a un cuero comprado a un vendedor en la ruta. "Todo comenzó con el sueño de tener una bañadera al aire libre", cuenta Samantha, quien cuidó especialmente su ubicación: cerca del borde para sentirse en medio de la vegetación y lejos del techo, para ver las estrellas.
Producción: Sven Alberding.
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