Una arquitecta y una galerista compraron una casa diseñada como un artefacto estético y la convirtieron en su preciado su refugio de fin de semana
Esta casa en el Delta , proyectada por los arquitectos Lucila Rastellini, Paola Salaberri y Daniel Wepfer para un publicista, fue durante tres años sede de workshops y locación de diversos proyectos. Cumplido ese ciclo, se puso en venta y no duró nada en el mercado: apenas uno de los vecinos vio el cartel, llamó por teléfono a su hermana arquitecta. "Tengo la casa perfecta para vos", le dijo con convicción. Fue con su pareja a conocer la propiedad y en pocos días, ya era de ellas.
La construcción, que ocupa una franja paralela del terreno sobre el borde costero, se compone de dos volúmenes habitables: el área social de 5x10m contiene la cocina que corre en paralelo al living y el comedor con un frente abierto, mientras que el sector de los dormis está aislado en su condición de refugio, y encuentra su relación con el exterior enmarcando el paisaje. En el medio, el espacio común se prolonga hacia la escalera de acceso y la plataforma del muelle como una expansión al agua.
Para habitarla, las dueñas debieron incorporar los elementos domésticos que no estaban contemplados en su función original. Sumaron espacios de guardado, bancos exteriores, cortinas y mosquiteros enrollables para los ventanales. El resto es el inmaterial toque humano dado por el buen vivir y la resignificación de los espacios.
El frente se abre completamente con paños corredizos de modo que ka naturaleza entra y se integra totalmente.
El equipamiento va delimitando las diferentes zonas del área social: el comedor está bajo el eje de las lámparas galvanizadas, que determinó la ubicación de la mesa laqueda con patas tipo caballete; los sillones (todo, BLVD Furniture), junto con la carpeta de fibras naturales, define el sector del living. Las dos situaciones corren en paralelo a la mesada de la cocina, en cuyos extremos sendas lámparas con morsa para tablero (BLVD Furniture) brindan luz puntual a la hora de preparar la comida. Las cuatro Jacobsen están a tono con el piso fenólico de madera.
La cocina es una mesada de madera continua con tres nichos abiertos y dos cerrados con puertas que se abaten hacia adelante. Para sumar espacios de guardado respetando el planteo original, se incorporaron cajones cuadrados de mimbre entre las patas. En la alzada se destacan un vinilo de golondrinas que trajeron de un viaje a Lisboa y "Rodolfo", un ciervo inflable que compraron en el Barrio Chino. Una generosa cantidad de vasos de plástico (Okko) resultan muy prácticos cuando hacen reuniones y aportan una decorativa guarda de colores. El espacio se complementa con una pequeña parrilla que está atrás.
Construida totalmente en madera, la casa requiere un atento mantenimiento tanto en el exterior como en los interiores para protegerla del sol, de la humedad y del moho. Cuando la compraron, estaba pintada de gris oscuro, pero sus dueñas actuales prefirieron devolverle su color original.
Subiendo la escalera del frente hay un paso abierto que deja ver el enorme terreno del fondo. Cruzando ese espacio y doblando a la izquierda, se accede al deck de circulación que rodea el volumen de los dos dormitorios. Esta parte de la casa le da la espalda al frente con dos ventanitas rectangulares, y se abre al terreno trasero con un acceso más íntimo. El paisaje natural tiene la típica vegetación de la zona de Tigre: al bosque de álamos y a los formios siempre verdes se le sumaron los colores y el perfume de los lirios y jazmines que plantaron las dueñas de casa. Los cuartos simétricos con sus baños en espejo tienen cada uno su puerta de acceso independiente en rosa chicle y turquesa vibrante.
Exactamente simétricos, los cuartos tienen ventilador de techo, un paño fijo rectangular que da al frente sobre la cabecera, un estante amurado a modo de repisa/mesita de luz y una lámpara con brazo flexible. Las dueñas sumaron un perchero (Salmón Tienda) para colgar ropa y vistieron la cama con un colorido acolchado (Picnic). Una puerta corrediza comunica con el baño privado con ventana y ducha; los muebles de guardado realizados en madera son parte de la estructura fija.
El nombre "Casa negra" es previo: ellas también se ocuparon de hacer el cartel que la identifica.
La casa es una rareza entre las construcciones vecinas. Si bien tiene el tradicional emplazamiento sobre pilotes, como lo demandan las subidas de la marea, y fue construida íntegramente en madera, presenta un formato que se relaciona más con la estética de las típicas casas de playa.
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