Al departamento de época, ubicado en una de las intersecciones más tradicionales de Recoleta, Cecilia Glick y su hija, Kasia, se mudaron sin siquiera cambiar los colores de las paredes. El centro energético es el balcón que ambas disfrutan tanto en verano como en invierno y donde Cecilia trabaja, lee y disfruta de largas charlas con sus invitados. A gusto en casa, de aquí nadie las mueve.
Cecilia es fotógrafa de moda y ex galerista. Miau Miau, el proyecto que dirigía junto con Mariano López Seoane, cerró sus puertas hace algunos años, pero la relación de ambos con los artistas todavía persiste. Su hogar es testimonio de eso: de las paredes no cuelgan obras de arte, sino vestigios de esa gran tribu de creativos que la galería reunió para siempre.
Con una pulsión casi fetichista, aquí los objetos se exhiben como tesoros personales, porque cada uno encierra una historia de amistad.
"Acá, mis afectos están por todos lados; Paz Caradonti, decoradora, me sugirió cambiar el tablero de vidrio original de la mesa por uno de mármol y Mariana Pussacq, de Casa Almacén, me animó a arriesgarme con el color de las sillas".
Por mi trabajo, soy muy sensible a la iluminación. La luz natural permanente fue lo que más me atrajo de este departamento. El sol entra en cada ambiente y dibuja
"El balcón tiene un efecto inexplicable; tengo dos livings, pero cada vez que viene gente, la reunión termina ahí. Ignacio Montes de Oca, amigo y paisajista, me orientó en la elección de la mayoría de las plantas".
"Cuando me mudé, lo primero que hice fue mandar a hacer una biblioteca. ‘Mmmm. ¿Un mueble a medida para un departamento alquilado?’, me decían. Y sí. Junto con las obras y las plantas, para mí los libros son lo más importante".
Enfrentado a la biblioteca, sofá con almohadones (Laura O) y mantas (H&M Home). En el centro, mesa ovalada, silloncitos de madera laqueada con asiento y respaldo de fibras naturales (todo de Harturo) y banqueta tapizada en terciopelo rojo (Casa Almacén).
La cocina es de época, pero con pequeños detalles que la levantan, como las ilustraciones botánicas de La Buhardilla. Sobre la mesada, frascos de cobre, bowls y pie de torta de cerámica (La Buhardilla) con un budín marmolado riquísimo, listo para el té (Divino Budín).
"Recoleta tiene esa cosa de barrio y de la gente que vive ahí desde hace muchos años que me encanta. Con Kasia vinimos hace 5, pero como somos muy callejeras y bajamos todo el tiempo a tomar un helado o almorzar, nos cruzamos siempre con las mismas personas".
"Cuando viajo, me gusta ir a las tiendas de los museos, donde podés llevar piezas de diseño por un precio bastante lógico. Prefiero comprarme una cosa rara o especial que diez objetos de moda en una cadena internacional".
El dormitorio principal y el de la más pequeña, comparten paleta de colores. El papá de Kasia es director de publicidad y viaja mucho; al sillón lo encontró en un local de muebles de diseño en Chile, pero no estaba a la venta (era una maqueta), pero logró comprarla.
"Kasia fue a un jardín Montessori, así que separar los juguetes por categoría, ordenar su cuarto a su manera y tener muebles a su altura forma parte de su cotidianeidad".
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