Susana Ballesteros es española y desarrolló su carrera como cantante y locutora. En un viaje de trabajo conoció a un argentino, se enamoró y se mudó sin dudarlo. Ese cambio la puso en carrera para convertirse en la voz que nos dirige desde el auto.
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Recalculando… Un término que se sumó a nuestras vidas gracias al Sistema de Posicionamiento Global, una solución que permite a un dispositivo receptor localizar la propia posición con una precisión casi exacta. El GPS surgió en los 60 en los Estados Unidos como parte de experimentos de navegación satelital para el monitoreo de submarinos militares con misiles. Hoy se coló en la vida cotidiana, incluso entre aquellos que no usan auto, pero que incorporaron todos sus latiguillos.
Precisamente, uno de ellos, aquél del comienzo, parece haber marcado, paradójicamente, a quien tiene la responsabilidad de decirlo en español en los equipos desparramados por el mundo.
Susana Ballesteros muchas veces recalculó. Nació en Madrid y siempre vivió a las afueras, primero en Móstoles, un municipio repletísimo de gente, sólo superado por la propia Capital, y más tarde se mudó con su familia a un pueblo precioso, Villaviciosa de Odón a 20 minutos de Madrid, con menos de 30 mil habitantes, donde murió el rey Fernando VI y que toma el nombre de su esencia: valle fértil. El mismo que hoy habitan María Pombo y Fernando Verdasco.
Entre la piscología y la conducción de los colectivos
Nacida en el hogar de una psicóloga y un conductor de colectivos de larga distancia, los genes paternos parecen haberla llevado como en una especie de constelación familiar hacia el destino que la esperaba. Tiene dos hermanos varones y una hermana: “Estamos muy unidos y son de mis personas favoritas en el mundo mundial -cuenta con entusiasmo-. Son lo que más echo de menos de España. Mi hermana Ruth y yo hacíamos todo juntas, caminar al colegio, compartir el mismo grupo de amigos en la secundaria, clases de música, la pobre tenía que llevarme a mí si quería llegar más tarde a casa… Con ella cantábamos a dúo canciones de “Ella Baila Sola”, armonizábamos temas de Brian Adams, Laura Pausini o Celine Dion”.
Su padre es aficionado al flamenco y con él cantaba sevillanas, tangos, bulerías. Le infundió el amor por el palmeo y los melismas flamencos. Con su hermano Pablo jugaba a la presentadora de radio, entrevistándole para entretenerse cuando estaban fuera de casa aburridos esperando a que sus padres terminaran algún mandado. En el colegio recuerda también cantar con una amiga o incluso sola, en algún lugar medio escondido del recreo si no había compañía. “Tuve épocas, sobre todo hasta los 13, de plantarme bastante tímida… -sigue recordando-. En el colegio siempre me fue bien, sobre todo a partir de la secundaria. Era de las que sacaba casi todo sobresaliente. Soy bastante competitiva y, recuerdo, con mi amiga Pamela, que también era muy buena estudiante, “picarnos en plan juego” para ver quién sacaba mejores notas”.
El trabajo con la voz para Susana fue totalmente vocacional. Desde pequeña admiraba las voces de locutores o narradores, prestaba atención a las diferentes maneras de pronunciar o vocalizar de la gente. “Siempre me llamó la atención y supe que quería dedicarme a ello -afirma-. En la universidad, en la primera clase práctica de radio, recuerdo haberme colocado los auriculares, escucharme en el micrófono y disfrutar como cuando me grababa de pequeña cantando o entrevistando a mi hermano. Dame un micrófono y los auriculares y soy feliz. Ese primer día en la radio me tiró de la cuerda para que siguiera por ese camino”. Hizo un máster al acabar la universidad y trabajó durante un tiempo en Radio Nacional y en Televisión Española como periodista y locutando sus propias notas.
Periodista, violinista y un viaje que cambió su destino
La música la ha ayudado en distintos aspectos de su vida. En radio, por ejemplo, su primer trabajo fue presentando un programa de música clásica, que consiguió porque además de ser periodista, tocaba el violín. En unas vacaciones había decidido irse a Australia y el productor del programa de televisión donde trabajaba le sugirió viajar a Los Angeles y conocer a los freelancers que, desde allí, cubrían notas con celebrities de Hollywood. “Le hice caso y conocí a mi marido argentino, Gerardo Prat”, recuerda.
Antes de viajar había estado viendo algunas entrevistas. Una de ellas fue un reportaje a Penélope Cruz que le había hecho Gerardo en Los Angeles. “El no salía en cámara -explica-, sólo se escuchaba su voz y me llamó la atención. Recuerdo rebobinar el tape para volver a escucharle”. Esa melodía del decir de Prat impactó a Susana. El, periodista, presentador de noticias y experto en doblaje (es la voz en español del trailer oficial de la película Skyfall, de la saga de James Bond), se cruzó con ella en aquél viaje inesperado del que Ballesteros ya nunca volvió de modo definitivo. “Desde que conocí a Gerardo voy cada año a la Argentina -relata Susana-. Amo ese país. Me siento muy bien allí. Es como mi otra casa. Mi productor musical, mi terapeuta, y muchos de mis amigos son también argentinos.”
Durante los primeros años en Los Angeles siempre le rondó la idea de volver a España. Extrañaba mucho, “aunque me gustaba mi vida en LA, los nuevos amigos, el trabajo -explica-. Pero todo era tan distinto. Era como si existieran dos Susanas en dos mundos diferentes. Cuando empiezas a hacer vida en otro país te das cuenta de que cualquier elección, quedarte o irte supone separarte de una parte importante de tu existencia, y eso duele. Hasta hoy siento que hay algo de mí que aún está duelando”.
Uno de los valores positivos de quedarse en California, además de su pareja, claro, eran las oportunidades laborales. Fue Gerardo quien la impulsó a empezar a usar más su voz para trabajar y ese apoyo la llevó hasta tu auto. “Empecé enseguida a trabajar en doblajes y locuciones comerciales y me encantó -afirma-. Compaginaba eso con mi trabajo de periodista, y hasta entré en la orquesta Orange County Symphony. Para trabajar de locutora no tuve que quitarme mi acento, sino añadir el neutro a mi biblioteca de tonos. Practiqué con un coach durante un tiempo mientras doblaba personajes pequeños. Me compré un micrófono y en un armario monté mi primer “home studio”. Todavía conservo algún cliente de esa época…”.
Ha llegado a su destino
En ese primer estudio en casa que hoy ya tiene 18 años, grabó contestadores telefónicos, videos corporativos y e-learnings con su acento nativo para clientes en Europa. “Para mí -explica-, era fundamental tener ese estudio en casa y poder conseguir clientes por internet ya que no estaba en Madrid. Había descubierto el mundo de la “locución online y estaba on-fire, super motivada y buscando oportunidades o grabando en todos mis ratos libres. Poco después logré un agente en Los Angeles, y al poco tiempo, un manager en Nueva York”. A través de ellos aún le llegan audiciones para animación y videojuegos, entre otras propuestas. Trabaja principalmente en los proyectos que más le gustan o que pagan muy bien. Después de un tiempo donde se fortaleció profesionalmente, llegó la hora de volver a la música. “Ahora le dedico mucho tiempo a mi carrera de cantante, así que soy más selectiva con los trabajos de voz. Cuido mucho las horas de grabación para asegurarme tiempo de descanso y cuidar mi herramienta. Estos días, por ejemplo, estoy grabando un nuevo audiolibro mientras preparo un concierto en Los Angeles, así que no grabo más de 4 horas seguidas, preparo la voz por la mañana y después de la grabación hago un ejercicio para estirar y relajar las cuerdas vocales. Sin obsesionarme, trato de respetar lo que necesito para funcionar bien”.
Embarazada de su primera hija (hoy tiene dos), una amiga le hizo saber de un casting. No se sentía bien. Estaba resfriada. Sabía que la prueba era muy importante y que habría muchos candidatos, pero fue. No sabía cuál era el objetivo de la búsqueda, pero quedó. Se trataba de ponerle la voz en español al GPS. “Nunca debí grabar las frases que se escuchan, sino que me hicieron locutar una cantidad de ideas sueltas aleatorias que luego el sistema integró a modo de conjunción de fonemas para configurar las frases que dice el dispositivo”. Por años escondió la idea de ser “la gallega del GPS”, pero con el tiempo se amigó y empezó a sentirse orgullosa cuando alguien le pide que diga alguna frase.
Hoy es, además, corresponsal de Hola! en las alfombras rojas de Hollywood. “Eso me ha permitido entrevistar a un montón de artistas y humanizarles en mi cabeza -relata-. Me ha ayudado a normalizar mis propias inseguridades. Por ejemplo, un cantante de talla mundial me pidió después de entrevistarle si podía repetir su respuesta a una pregunta porque tenía miedo del qué dirán si dejaba la respuesta tal cual la había dicho. O, por ejemplo, Guillermo del Toro me contó en unos Globos de Oro que nunca la película sale cómo él espera. Todo esto me ha ayudado a sentirme una más y no como alguien que, por sus inseguridades nunca podría dedicarse a la música”.
Cantar le divierte y la emociona. La charla la encuentra preparando unos dúos y unas canciones para un futuro álbum. Además, en el próximo concierto va a sacar el violín por primera vez en una puesta propia. “Estoy disfrutando mucho los ensayos -explica-. Al haberme lanzado como cantante en esta época de mi vida estoy menos presionada y más libre de hacer lo que quiero. Seguro que a los 20 hubiera dicho que sí a muchas cosas que quizás no hubieran sido lo mejor para mí”.
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