Realeza: el audaz vestido que arruinó la historia de amor entre un príncipe y una plebeya
Dos décadas atrás, un escote y una copa de coñac sellaron el destino de Eva Sannum y el rey Felipe de España
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Hace 20 años se casaban el príncipe Haakon Magnus de Noruega y Mette-Marit Tjessem, una pareja que venció los prejuicios de la realeza y logró una unión morganática -es decir, de diferente condición nobiliaria- que, con el tiempo, se ha convertido en un sólido matrimonio. Pero a pesar del triunfo del amor, ese día, en esa misma boda, se rompía el sueño de otra plebeya sin que ella lo supiera: Eva Sannum.
¿El motivo? El vestido que llevó puesto a la ceremonia despertó las críticas más conservadoras de los españoles. El modelo de Sannum era largo, como decía el protocolo de los Glücksburg, de color azul tornasolado. Un cuello halter con escote pico que dejaba demasiada piel al descubierto, unos guantes hasta el codo y un chal a juego no fueron del gusto de la prensa cortesana. La diseñadora de la prenda, Nora Farah, lo defendió diciendo que era “muy femenino y realzaba la personalidad de Eva, que es muy fresca, muy natural, con un gran componente deportivo”.
En contraposición, la reina Sofía apareció con un recatado vestido de Valentino. De hecho, a la prenda de color gris perla se le añadieron mangas y cuello más cerrado que el original. De todas maneras, según cuenta Vanity Fair, lo que verdaderamente produjo el horror fue una foto de la fiesta en la que Sannum aparece junto al actual rey Felipe sosteniendo con las dos manos una copa de coñac.
Frente a esta imagen, a la Casa Real no le quedó más que admitir una amistad entre los dos. De acuerdo con los rumores, esa misma noche la reina le pidió a su hijo que cortara la relación definitivamente. Un año antes, Felipe había dicho en una entrevista a la agencia EFE que solo se casaría por amor. Lo cierto es que la candidata noruega ya tomaba clases de español y estaba preparada para convertirse del luteranismo al catolicismo apostólico y románico.
A muy pocos en España les gustaba Sannum como futura reina. Desde aquel domingo 26 de agosto hasta el 14 de diciembre de 2001, no hicieron más que despreciarla. Ese día frío de otoño, se estaba celebrando una merienda navideña para tratar la agenda real entre el personal de la Casa y unos 12 periodistas. Aprovechando la presencia de todos, Felipe se asomó para decirles que su relación con Eva había terminado: “Sabía que estabais aquí y he venido a saludaros y a contaros que Eva y yo hemos decidido acabar con nuestra relación, seguiremos siendo amigos. Por razones estrictamente personales y particulares, cada uno seguirá su camino en la vida. La decisión ha sido tomada libremente de mutuo acuerdo”, fueron las palabras exactas del heredero al trono que estaba a punto de cumplir 34 años.
El comunicado que preparó la familia real decía, en palabras de Felipe: “Espero que Eva y yo sigamos siendo amigos. Sus cualidades son numerosas y quiero destacar algunas: su fortaleza, dignidad, sensibilidad, capacidad de superación, sentido y determinación por llegar a la excelencia de lo que se propone siempre me ha impresionado. Y no sigo porque nunca dejaría de hablar”.
Cuando se anunció en 2014 que Felipe sucedería a su padre, la noruega conversó con el diario Degbladet sobre su expareja y, cuando le preguntaron sobre la coronación, dijo: “Felicito al rey entrante. Es una decisión inteligente. Felipe es el hombre adecuado para el trabajo y la situación en la que ahora se encuentra España”.
En menos de cuatro años, Felipe construyó su futuro: conoció a Letizia y en 2004 se casó con ella. Juntos tienen dos hijas: la princesa Leonor y la infanta Sofía. Eva continuó con su trabajo como creativa publicitaria. Después de desempeñarse como redactora publicitaria durante años en distintas agencias de publicidad de Oslo, entró a Geelmuyden Kiese, la agencia de comunicación más importante de Noruega. Allí fue directora creativa hasta que en 2019 emprendió su carrera en solitario.
En la actualidad, Sannum es una gran consultora de comunicación y conduce un podcast junto con dos colegas donde tratan ejemplos de buenas y malas praxis periodísticas y publicitarias. Además, está casada con otro publicista con el que tiene dos hijos. La familia se escapa a las islas Baleares cada vez que puede. Desde 2014, viven en una mansión del siglo XIX, valorada en más de un millón y medio de euros, en uno de los barrios más sofisticados de Oslo.
Respecto del famoso vestido azul que vino a provocar todo este alboroto, la prenda ya no cuelga de su armario, según reveló su propietaria. Se lo prestó hace tiempo a una amiga para una fiesta en Estambul y nunca se lo devolvió.
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