La construcción tiene 60 m2, dos plantas y conserva algunos de sus materiales originales. Mirá la encantadora ambientación que hicieron sus dueños para aprovecharla.
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“Nuestra ilusión es que en este lugar nuestros hijos construyan acá recuerdos entrañables de su infancia”. Con este deseo amoroso, Maica Bruzzo define la razón del refugio rural ubicado en la provincia de Entre Ríos que comparte con su marido, Ignacio Ruiz Orrico y sus cuatro hijos. Juntos, rescataron una construcción típicamente inglesa de principios de siglo XX que estaba abandonada en los terrenos de un campo familiar.
Cuando abrieron las puertas, comprobaron con alegría que tanto la estructura como los materiales se mantenían en buenas condiciones y decidieron rendir tributo a tanta nobleza dejando intactas las paredes de ladrillo a la vista (solo las pintaron de blanco), los tirantes de pino tea, la escalera y el piso de madera de pino Brasil de la planta alta.
Metros bien aprovechados
En la planta baja se encuentran el living comedor, la cocina y el baño. Sobre esta base, Maica, una de las artífices de la marca Mesopotamia BA, planteó una decoración que invita a amucharse cuando cae el sol, y a disfrutar del paisaje, los juegos y los trabajos de campo no bien despunta la mañana.
"La escalera fue lo único que nos pareció polémico, por los chicos. Pero decidimos dejarla y se adaptaron enseguida."
Maica Bruzzo, fundadora de Mesopotamia BA y dueña de casa
“Las ventanas no tienen postigos ni cortinas. No conseguimos quién los hiciera y, la verdad, nos gusta disfrutar de la luz que entra y la vista verde”.
“Somos muy silloneros”, proclama Maica y se nota por las dimensiones de este modelo con funda de canvas hecho a medida (Tienda Mayor), que ocupa los 3 metros de ancho del ambiente.
"Durante el día, la casa es pura claridad. A la noche la iluminación es muy tenue: con los dos apliques y la lámpara sobre la mesa, alcanza".
Azul y verde: colores que identifican a las casas de campo y dan la nota en la cocina
Arriba, el dormitorio
En la planta alta se encuentra un gran ambiente que es cuarto y playroom. Cuando llueve, los chicos pasan horas jugando y los grandes, mateando al calor de la salamandra.
Sobre la base blanca, los tonos, las vetas y las texturas de las diferentes maderas generan una composición cálida.
“Los chicos siempre están con nosotros y nos gusta que sea así. Tanto aquí como en Buenos Aires estamos acostumbrados a pasar mucho tiempo juntos”
Las camas de los chicos y el banco largo estaban desde hace años en el campo. El piso de tablones anchos de pino Brasil está intacto.
Aprovechados al máximo, estos 60 m2 alcanzaron para tener un espacio cómodo e íntimo dentro del campo, que recibe cada feriado a un familión con varios niños.
Arriba, Maica de cara al sol en un alero de la planta alta del rancho. Por ahí subieron todos los muebles. El resto de las puertas son bajas y angostas.
"Aquí no hay pantallas, ni tele, ni Netflix. Cada día, después de desayunar, salimos a disfrutar de la naturaleza. Esta sencillez y tranquilidad es exactamente lo que queríamos".
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