Rafael Viñoly: "Quiero crear un lujo que no exista en otras partes"
Uruguayo criado en la Argentina, brilla en la arquitectura global y lidera la construcción de la torre más alta de Manhattan
SOUTHAMPTON, EE.UU..- La escena no podría ser más emblemática del sueño de una mañana en los Hamptons: la casa rural de 1680 sobre un lago interior; el ciervo que cruza a los brincos por el camino de acceso; el dueño de casa, en pantalones pinzados y camisa blanca de algodón, trayendo un café con aroma a recién molido. Su mujer, en caftán oriental, prepara el desayuno. El hijo y otros muchachos que parecen sacados de una propaganda de Abercrombie&Fitch comparten una charla de tenis.
Pero el protagonista de la historia no tuvo antepasados que descendieran del Mayflower, sino que es un uruguayo educado en la Argentina. Su nombre: Rafael Viñoly. Se trata de una de las superestrellas de la arquitectura global, que acaba de volver de controlar proyectos en Shanghai e hizo, el viernes, un breve paso en Los Angeles. El domingo por la tarde ya se lo podrá encontrar en su oficina. Pero a este sábado, sagrado para su casa, familia y amigos en Water Mill (un pequeño balneario pegado al pueblo de Southampton ), sólo lo interrumpe para charlar con LA NACION
-Estás haciendo la torre más alta de Manhattan...
-Sí, una torre tranquila, pero con mucho lujo. Del tipo de lujo que desapareció de Nueva York. Si vas a los edificios de comienzos del siglo XX de Manhattan, éstos eran el emblema mundial de la edificación en altura de máxima calidad. Después los americanos se volvieron medio crotos. Ves pisos que se venden en fortunas con techos bajos, paredes finitas, plantas muy malas....
-¿Te gustaría volver a esa suerte de Edad de Oro?
Lo que quiero es crear un lujo que no exista en otras partes. Cada unidad va a tener vistas de 360 grados, cielorrasos de 3,40 metros de altura y abajo oficinas, restaurantes, piscinas, tiendas, lugar para huéspedes y servicio, sólo para residentes. La ventaja es que el edificio es como una gran canasta exterior, con un espacio interior central que permite que cada piso sea diferente. Porque la gente que gasta esta plata después quiere traer a su propio diseñador y hacerlo único.
-¿No vas a tener problemas con los americanos por el simbolismo de una torre más alta que la que reemplaza a las Torres Gemelas?
-¡Son las ventajas del libre mercado! Acá todo es posible si tenés la plata y el respaldo legal para hacerlo. Daniel Libeskind (quién ganó el concurso original para el edificio donde estaban las torres) hizo todo un melodrama, pero la realidad es que no se puede hacer un monumento con un objeto del mercado inmobiliario como él pretendió. Por eso es que nuestro proyecto para Ground Zero estaba bien y el que está en ejecución está mal. Un completo fracaso.
-También estás con proyectos de vivienda social. ¿Te gusta más construir para los ricos o para los pobres?
-Te diría que los extremos son los que me parecen los más interesantes en la arquitectura y son los dos mercados más importantes. Es una cuestión de ductilidad, de hacer lo mejor que puedas con los recursos dados. Es muy difícil, para desarrolladores privados, sacar un rédito económico de lo que es vivienda de bajos recursos, pero es posible. Es la forma de que se construya, para todos, con gran eficiencia en cada unidad. El problema que tenés en Estados Unidos, y que posiblemente se vuelva una tendencia mundial, es que te exigen consultores para cada parte del proceso de un edificio. Eso encarece mucho y no te deja tener una verdadera ascendencia como arquitecto. En la vivienda que se busca que sea muy económica, esta multiplicación de consultores se vuelve un obstáculo.
-Pasando al Cono Sur, ¿qué pasó finalmente con el puente de José Ignacio?
Y...se aprobó.
-¿Y entonces?
- El puente es una contribución que hice al gobierno uruguayo. No había otra manera. Te aclaro que yo estaba en contra del puente. Pero más que en contra del puente, estaba en contra de la continuación de la ruta 10 (Interbalnearia que va recorriendo la costa pegada al mar). Ese es el problema más importante de planeamiento que ha tenido la costa uruguaya, por esta idea de que la calle y el mar son dos cosas inseparables cuando es exactamente lo contrario. El acceso a la playas tiene que ser puntual y correr de manera perpendicular a ellas, no a lo largo de ellas como se hizo en Uruguay.
-¿Y tu puente cómo será?
- Es como un gigantesco rond point en el medio de la laguna. Se puede bajar del otro lado, pero fuerza a disminuir la velocidad. El acuerdo que conseguimos fue la desafectación de la ruta 10. Del otro lado del puente ya no es más una ruta nacional. Hay una ruta nacional, la ruta 9, pero está mucho más lejos de la playa, y el acceso a la costa desde ésta será en la forma de peines, con los accesos perpendiculares.
-¿Perpendicular como en los Hamptons?
-Mirá, de Robert Moses [el urbanista norteamericano de mediados del siglo XX] se podrán decir muchas cosas y fue muy polarizador, pero con el planeamiento que hizo para cuidar el acceso a las playas de Nueva York se pudo preservar el clima y las cualidades naturales de la zona, a pesar de una densidad de población única. Acá no vas a ver ningún edificio de 14 pisos sobre la playa. En Punta del Este, ¿por qué todo el mundo quiere vivir en José Ignacio? ¡Porque es lo que más se parece al Punta del Este de los años 30! Los argentinos que van ahí sólo por las vacaciones no se dan cuenta de la perspectiva histórica. Los uruguayos tienen que hacerlo, para que se vuelva un país destino.
-¿Cómo es tu verano acá en Water Mill?
-A esta propiedad la compramos hace mil años, a China Machado, la supermodelo de los 60 que Richard Avedon llamó "la mujer más bella del mundo", amiga de Warhol y de Picasso. Como el acceso a los Hamptons es muy limitado, la gente se hace la fantasía de que es un balneario de fiestas permanentes que ven en los medios. Para nada. Es muy tranquilo, los restaurantes cierran temprano y se mantiene una densidad muy baja de población. A la playa voy poco, pero tengo una linda pileta. Toco mucho el piano en un pequeño auditorio que me acondicioné en el fondo del jardín. Y está este lago con bosques muy raro, que hace que uno se sienta en Escandinavia. Por primera vez ahora tenemos también una casa en Punta del Este. Es a la altura de La Barra. Si pudiéramos repetir esta paz, sería ideal.
Un café intenso y recién molido
SOUTHAMPTON, EE.UU.– Rafael Viñoly es un amante del café. Recién hecho y molido por él mismo, por supuesto. Esta bebida siempre lo acompaña, pero lejos de tomarla cómo solemos hacerlo en el Sur, con leche y azúcar o edulcorante, él lo prefiere negro, bien intenso. Tan arraigado tiene su hábito que mirará "horrorizado" a esta cronista cuando le ponga un terrón a su propio café
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