Quisieron hacerle una estafa virtual pero el ladrón se arrepintió a último momento: “No sos una porquería como yo”
Poco antes de cerrar una transacción por la venta de un mueble, la joven recibió del supuesto comprador una serie de insólitos mensajes por WhatsApp
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Las estafas por internet, y específicamente por WhatsApp, se han vuelto moneda corriente en nuestros días. Son muchas, y cambiantes, las formas que tienen los delincuentes anónimos para quedarse con dinero de gente que actúa de buena fe o se encuentra desprevenida al realizar una transacción electrónica. A veces, las personas se dan cuenta que van a ser timadas y evitan ser víctimas de ese delito.
Una usuaria de redes sociales mostró un caso singular en el que su estafador se arrepintió en medio del proceso, y hasta le pidió disculpas: “Perdón Luci -escribió-. Noto que sos una mujer de bien”.
Lucía Robador es el nombre de la usuaria de Twitter que vivió este particular episodio de “estafa interrumpida”. “Mi estafador se arrepintió jajaja”, escribió sencillamente en su cuenta @LuRobad junto a una captura de una conversación de WhatsApp entre ella y el aludido.
En la imagen, aparecía una parte del diálogo en la que parecía que estaban arreglando la transacción a llevar adelante. Pero alrededor de una hora después, la persona que supuestamente quería comprar el mueble expresó su arrepentimiento: “Perdón, Luci”, escribió, y de inmediato, añadió: “No te merecés nada malo”.
Pero eso no es todo, ya que en los siguientes globos del diálogo en el WhatsApp, el timador continuó con mensajes de buena onda para Lucía: “Noto que sos una buena mujer, trabajadora, estudiosa”, y remató: “No sos una porquería como yo”.
En el siguiente mensaje, el hombre envió dos emojis, uno con un hombre tapándose su rostro, en señal de vergüenza, y el otro con las manos juntas, como quien pide perdón.
Por supuesto, todos los usuarios quisieron saber un poco más sobre la historia singular de Lucía y de su estafador, pero la joven fue muy escueta. “Publiqué para vender una cama y me escribió super interesado que la quería, le pase más fotos y me preguntó si recibía transferencia, le digo que sí, que no había drama y bueno, en el momento de consumar...”. Dejó a entender con ello, que luego vino la conversación que publicó en el Twitter.
Otra tuitera, llamada Anahí, contó el modus operandi de su estafador, que imagina fue similar al que casi sufrió Robador. En resumidas cuentas, una persona le “compró” a esta usuaria, a través de una transferencia, un producto que ella vendía en un sitio de comercio electrónico.
El asunto es que el objeto a la venta salía $20.000, pero el comprador/estafador aseguraba a la vendedora que su esposa se había confundido, había puesto “un cero de más” en la compra y le había transferido a la joven unos $200.000.
Como comprobante de que habían realizado ese pago, el supuesto comprador le enviaba a la vendedora un recibo de transferencia, que parecía real pero que en realidad era falso. La cosa es que el hombre cuya esposa había “depositado” el dinero extra, le pedía su devolución a la vendedora. Y lo hacía con ruegos, e imploraciones, y asegurando que su mujer sufría, por su error, un estado de nervios muy fuerte.
Anahí, la chica que estaba siendo víctima de la estafa, le dijo a su timador que no tendría el mínimo problema en devolverle el dinero ($180.000), pero que lo haría ni bien apareciera acreditado en su cuenta. Algo que jamás pasó.
Pero en el medio, el estafador le dijo a la usuaria que la iban a llamar del “Banco”. Una llamada que llegó, que tampoco era real, y en la que le pidieron a Anahí contraseña, alias y token de su cuenta. Datos que ella no entregó, pese a que la supuesta persona del banco le aseguraba que si no lo hacía le cerrarían la cuenta por 30 días.
“Acto seguido me llama el hombre desahuciado que necesitaba mis datos para q no le retengan el dinero, etc. Le dije una vez más que no iba a acceder a esto y me cortó, me bloqueó y ahí quedó”, escribió en su relato Anahí, en su hilo de Twitter.
Luego, como si hiciera falta, la joven señaló que la transferencia nunca llegó, y dejó una lección: “Vi que muchos aquí contaron que intentaron estafarlos con exactamente lo mismo. Tengan cuidado, avisen a las personas mayores que por ahí no entienden tanto y estén atentos a estas cosas”.
Muchos usuarios agradecieron la información y algunos otros hicieron bromas sobre el apellido de la primera tuitera, Robador, y le preguntaron si en realidad, la estafadora no era ella. Otros se tomaron también de eso para comentarle: “Te salvó el apellido”, “Leyó tu apellido y se arrepintió”. La tuitera, entonces, respondió con humor: “Tiene códigos el estafador... entre chorros se respetan”.
Lamentablemente, en los comentarios y respuestas tanto a Anahí como a Lucía, muchos usuarios relataron historias similares que sufrieron en carne propia. Algunos de ellos, que terminaron timados, y otros, que pudieron darse cuenta y evitar la estafa. Pero la historia del malhechor que se arrepintió en medio de su acción, posiblemente sea un caso único.
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