Es cura, quisieron estafarlo por WhatsApp y le dio al ladrón una lección que le durará para siempre
Juan María Molina posteó en Twitter las imágenes en donde detecta que un ciberdelincuente quería engañarlo; en diálogo con LA NACION contó cómo se dio el proceso hasta darse cuenta y enviarle un comprobante con una frase contundente
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Las redes sociales visibilizaron un nuevo intento de estafa mediante WhatsApp. Un usuario en Twitter, mediante un posteo, adjuntó cuatro imágenes que sirven como prueba cabal de un modus operandi que se viene repitiendo. ¿En qué consiste? En hackear la seguridad del perfil de una persona, utilizar su identidad y pedirle dinero a un familiar o amigo que, sin saber la situación, accede a sus necesidades.
Con el lema “Twitter es servicio”, Juan María Molina, el hombre que denunció la estafa virtual, viralizó las capturas de pantalla donde se observa el número de teléfono de quien intentó convencerlo para que realice una transferencia bancaria, y además, como un final feliz, mostró la respuesta que le envió en un PDF adulterado, en el que el ciberdelincuente creía que iba a recibir un comprobante de la operación bancaria, cosa que no fue así. “Cura generoso, sí; pero no bolud... Una oportunidad para evangelizar”, sintetizó en el inicio de su tuit que llegó a los 165 likes.
En diálogo con LA NACION, Juan Molina, sacerdote en un santuario de la Virgen de Schoensatt, situada en el barrio de Belgrano, explicó las razones que lo llevaron a desconfiar de esta persona: “Esto fue el domingo por la mañana. Recibo un mensaje por WhatsApp de una persona que arrancó la charla con un “buenas”; no lo tenía agendado, pero rastreando el teléfono vi que lo conocía porque hablé con él en su momento; es el número del papá de un chico que había ido a un campamento que organizamos con la iglesia”.
Y en esa misma línea, prosiguió: “Al organizar siempre campamentos no me parecía extraño que me escribiera y lo primero que me pidió es un favor. Me pareció un poco extraño el pedido un domingo a la mañana, pero le preparé el terreno para que me pida lo que necesitara, imaginaba que venía por el lado de un pedido familiar o de ir a visitar a un chico enfermo, entonces fui generoso y abierto”.
Ante su actitud amistosa y contemplativa, el estafador intuyó que Juan podía acceder al engaño, pero del otro lado ya había indicios de un hecho sospechoso. “Ahí fue cuando viene el pedido de la plata, eso me olfateó mal por sentido común. Ir a pedirle plata a un sacerdote no es lo más fiable, confiable o cercano. Me pareció raro en ese momento y le seguí la conversación, en paralelo realicé investigaciones para saber si esta persona atravesaba una necesidad o situación delicada por el modo en que escribía. Después me di cuenta de que le habían hackeado el teléfono y estaban tratando de estafarme”.
Con la intención de generar conciencia y alertar a otras personas de cualquier método disuasivo para causar un perjuicio, Molina explicó cuál fue su reacción: “Lo típico sería mandarlo a la miércoles o aprovechar esa oportunidad para darle un mensaje positivo. Para mí, como sacerdote, todo el tiempo intento ayudar a que lo bueno triunfe, que el amor sea más fuerte. Le seguí la conversación, con el supuesto comprobante de transferencia, donde le puse que no robe más, que Dios lo perdone y después bloqueé el teléfono”. El mensaje que aparecía en el PDF decía: “QUE DIOS TE PERDONE. DELINCUENTE DEJÁ DE ROBAR. REZO POR VOS”.
“Entendí que subir la conversación a Twitter podía ayudar a alguna otra persona que la quieran agarrar por desprevenida, para dar un mensaje en que el bien puede triunfar y ante lo malo no hay una condena definitiva. Creo que en el cambio de las personas. Fue entonces que se me dio por subirlo y tuvo bastante repercusión”, cerró.
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