Tras el fin del conflicto bélico en 1945, fueron las mujeres las encargadas de reconstruir el país levantando escombros de las ciudades bombardeadas
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Tras su rendición en mayo de 1945 y el fin de la II Guerra Mundial, Alemania era un país reducido a la ruina. Y con pocas manos para su reconstrucción. Debido a los potentes bombardeos aliados, que habían comenzado en 1942, ciudades como Dresden, Berlín, Hamburgo o Colonia eran montañas de escombros.
Se estima que cerca de ocho millones de viviendas habían sido arrasadas por las bombas, y eso sin contar que toda la infraestructura destruida, como puentes, carreteras, vías de ferrocarril, alcantarillado o los suministros de gas y de electricidad. Y aunque había un empeño generalizado por reconstruir el país, tanto del lado oriental como del occidental, no había mucha mano de obra disponible: 15 millones de hombres habían muerto en el conflicto o habían sido capturados por las tropas enemigas.
“Había escombros por todas partes, y armas y municiones que los soldados habían dejado atrás”, le cuenta a la BBC Helga Cent-Velden.
Cent-Velden fue una entre los miles de mujeres que se encargaron de limpiar, recoger los escombros y ayudar en la reconstrucción de una destruida -y en ese momento, dividida- Alemania.
Su trabajo consistió en ayudar a remover, de acuerdo a las estimaciones hechas en ese entonces, 500 millones de metros cúbicos de escombros -que servirían para construir, por ejemplo, 150 pirámides de Giza- de las principales ciudades del país.
Estas mujeres, conocidas como “Trümmerfrau” (las mujeres de los escombros), se convirtieron en uno de los símbolos de la reconstrucción alemana tras los estragos de la guerra. En muchas ciudades alemanas hay monumentos dedicados a ellas como agradecimiento por su labor.
“Estas mujeres son el símbolo del renacimiento. Salieron a las calles de Alemania para que en su país se pudiera vivir de nuevo. Eso las convierte en una especie de mito”, le dijo a BBC Mundo la historiadora Jane Freeland, de la Universidad Queen Mary de Londres.
“Especialmente porque los escombros que estaban recogiendo se produjeron por bombas que habían destruido los espacios donde ellas vivían. Estaban limpiando los destrozos de una guerra que habían perdido”, concluyó.
Cómo el ave Fénix
Durante el conflicto bélico, la Alemania nazi había sido bombardeada constantemente por los escuadrones aliados. Mientras duraron los combates, la mayoría de los escombros eran recogidos por quienes estaban encerrados en los campos de concentración.
Sin embargo, una vez terminada la guerra y ya con el control del territorio alemán por parte de las potencias aliadas, el proceso de remoción de escombros pasó a ser labor de quienes se habían quedado en el país.
Una de ellas era Cent-Velden, residente de Dresden -en el noreste de Alemania y una de las ciudades más afectadas por los bombardeos aliados-, quien fue convocada por el Consejo de Control Aliado para el proceso de limpieza.
“Nos dividieron en dos grupos. Lo único que veíamos era destrucción y ruinas. Nuestra labor consistía en recoger los escombros y, si no había nada peligroso en ellos, tirarlos dentro de los cráteres que habían dejado las bombas”, relata Cent-Velden.
“Y si encontrábamos algo peligroso como una granada, entonces nos pedían que las pusiéramos en un lago que estaba cerca. Y eso hicimos durante varios días”, recuerda. La mujer también señala que, mientras pasaban los días, se dio cuenta de que el proceso iba a ser mucho más largo que la simple limpieza de escombros: había que reconstruir desde cero.
“Un día me llevaron a un edificio ubicado en la calle Potsdamer. Era un edificio que había colapsado, pero una parte se conservaba en pie. La mujer que estaba conmigo me dijo que teníamos que limpiar para que pudieran remodelarlo”, relata Cent-Velden. “Pero no había nada allí para remodelar: no había techo, no había ventanas. Nos tomó nueve meses quitar los escombros solo de ese lugar”, señala.
Las columnas (Kolonnen, en alemán) de las Trümmerfrau se extendieron por las zonas controladas tanto por la Unión Soviética como por las que estaban bajo dominio estadounidense, británico y francés. Cuenta Cent-Velden que el trabajo fue hecho, sobre todo al principio, sin la ayuda de maquinaria pesada. “Agradecí el día que me dieron unos guantes”, dice.
Varios historiadores resaltan que el pago por mover escombros pesados casi sin maquinaria no estaba a la altura de lo esperado. “Principalmente, fuimos las mujeres las que nos abrimos paso con palas entre los escombros del centro de Aquisgrán, que quedó totalmente destruido, solo por un plato de sopa de los estadounidenses”, le dijo a un diario local Elisabeth Stock, una de las “Trümmerfrau”.
Pero su labor quedó reflejada de distintos modos. “Esos escombros fueron los que sirvieron después no solo para tapar los cráteres dejados por las bombas, sino para construir ferrocarriles y edificios”, señala Freeland. Al poco tiempo, el Consejo de Control Aliado contrató servicios profesionales de remoción de escombros, que continuaron teniendo en cuenta a las mujeres que habían estado en la primera etapa.
“Fue un proceso impresionante. Ya en las décadas de 1950 y 1960, mientras en Londres u otras ciudades europeas todavía se podían apreciar los vestigios de las bombas, e incluso se hicieron series de televisión en los 60 sobre esos lugares, en Alemania Occidental la reconstrucción estaba casi terminada”, señala Freeland.
Para la historiadora, el trabajo que hicieron estas mujeres fue el pilar que permitió la reconstrucción de un país que ahora es la principal potencia económica de Europa. “Ellas simbolizan esa idea de ‘ave Fénix’ que hizo posible que Alemania se recuperara, renaciera y se convirtiera de nuevo en un país como ellas querían, en el que se podía vivir”, agregó la académica.
Desmitificando el mito
La leyenda de las “Trümmerfrau” caló en la sociedad alemana. Se levantaron monumentos en su honor, se les dieron condecoraciones y durante años se escribieron libros sobre cómo las mujeres, ante la falta de hombres, habían limpiado y comenzado el camino de la reconstrucción de Alemania.
Sin embargo, en los últimos años algunos académicos han señalado que, a pesar de que su trabajo fue valioso, no tuvo la dimensión que sugieren muchos textos históricos. “En Berlín participaron unas 60.000 mujeres en la recolección de los escombros, que es apenas una parte del total de mujeres que vivían en Berlín en ese momento”, señala la historiadora Leonie Treber, en su libro “El mito de las Trümmerfrau”.
De acuerdo a Treber, no se trata de desdibujar su “carácter heroico”, sino de ser fiel a lo que ocurrió en aquellos años.
“Aunque es verdad que muchos hombres habían muerto y otros estaban presos, lo cierto es que en Alemania muchos hombres también hicieron parte de esa reconstrucción. El Consejo Aliado contrató a empresas manejadas por hombres para hacer ese trabajo”, destacó.
Otro punto que aclara la autora en su libro es que, a diferencia de lo que han señalado académicos y políticos que han rendido homenaje a las Trümmerfrau señalando que “lo hicieron de forma voluntaria”, hubo un mandato que les exigía presentarse a realizar estas labores en las principales ciudades del país.
“El papel de la mujer en la reconstrucción de Alemania tras la guerra fue heroico, y hubo muchos ejemplos de mujeres empoderadas, trabajadoras y fuertes, pero lo cierto es que fueron una minoría”, asegura Treber.
*Por Alejandro Millán Valencia
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