El hombre asesinó en la década de 1960 a Patricia Docker, Jemima MacDonald y Helen Puttock, de entre 25 y 32 años
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Patricia Docker, Jemima MacDonald y Helen Puttock fueron asesinadas en la ciudad escocesa de Glasgow a finales de la década de 1960. Sus nombres se convirtieron casi en sinónimos de John Biblia, el hombre que se cree que fue responsable de los tres asesinatos.
Cada una de las jóvenes, de entre 25 y 32 años, había salido una noche a la popular sala de fiestas Barrowland de Glasgow, y dejaron a sus hijos al cuidado de familiares en casa. Nunca volvieron con ellos.
Todas fueron estranguladas y sus cuerpos arrojados a poca distancia de donde vivían. La búsqueda del asesino fue una de las más importantes que se llevaron a cabo en Escocia, pero a pesar de que la policía interrogó a más de 7000 personas y tomó 4000 declaraciones, no se produjo ninguna detención.
John Biblia, como se le llamó después de que un testigo dijera que había citado las escrituras, nunca fue capturado y dio pie a décadas de especulaciones sobre su identidad. Ahora, un libro recupera su historia. Esperando el diluvio, la última novela de la popular escritora española Dolores Redondo, acerca este asesino en serie al resto del mundo.
BBC Mundo habló con la escritora en el marco del Hay Festival Cartagena que se realiza entre el 26 y el 29 de enero de 2023 en esa ciudad colombiana.
—Basada en la historia de un asesino real en una época en la que el concepto de asesino en serie apenas era algo que empezaba a perfilarse en EE. UU., ¿por qué elegiste a John Biblia?
—En primer lugar, porque sucedió hace mucho tiempo. Esa es una de las razones. Hay que tener sensibilidad siempre de no tocar temas que sean demasiado recientes, porque hay víctimas y personas que los están sufriendo.
La otra cosa que lo hace extraordinariamente atractivo es el hecho de no haber sido capturado y de que pudiera estar vivo al día de hoy. John Biblia cometió sus agresiones en los años 1968-1969 y los testigos de la época dicen que tenía unos 20 años, por lo que perfectamente podría estar vivo.
Eso no cambiaría su circunstancia, aunque haya estado escondido o haya llevado otra clase de vida o incluso haya cambiado de modus operandi y haya seguido ejerciendo violencia, que es lo más probable, no lo cambiaría, seguiría siendo el mismo asesino.
Tiene para mí el interés de la época, el hecho de cómo se llevó a cabo la investigación y cómo logró escabullirse de un cerco policial que ha pasado a la historia como la mayor operación de la policía de Escocia. Y, aún así, no lo capturaron.
Esto es muy llamativo. Me llama la atención por el impacto que produjo en esa sociedad. John Biblia, que no es un asesino muy conocido fuera de Reino Unido, ahí es una auténtica leyenda.
Durante las décadas siguientes, la gente seguía hablando de John Biblia. En su momento, más de 5000 hombres pasaron por ruedas de reconocimiento para ver si los testigos creían reconocer entre ellos a John Biblia, y la paranoia que desató en toda Escocia llegó hasta el punto de de que la Policía extendía carnets que justificaban que el portador no era John Biblia para evitar linchamientos.
El hecho de cómo quedó grabado en la sociedad es muy llamativo, porque generó esa especie de paranoia que no llegó a generarla, por ejemplo, Jack El Destripador, que iba por prostitutas y no generó esa alarma más que entre las prostitutas de la época.
También es llamativa una peculiaridad de la que ya hablé en otras novelas, con otro tipo de agresores, que es que sea el tipo de persona que podría pasar perfectamente desapercibida, porque la descripción de John Biblia de los testigos no es solamente física, también lo escucharon hablar y le pudieron ver durante horas y dicen que era un tipo amable, educado y de aspecto pulcro.
Esto creo que es lo más terrorífico de todo, porque si te imaginás a alguien de aspecto brutal, salvaje, oscuro, gigantesco resulta más fácil asimilar que pueda ser alguien monstruoso, pero en alguien que podría ser un tipo normal esto da mucho miedo.
—El hecho de que no se sepa qué pasó con él hizo que algún medio británico se hiciera eco de tu libro y apuntara la posibilidad de que estuviera en Bilbao.
—Es una teoría. A ver, yo construí esa teoría en base a otra que está y sigue vigente y es que un asesino en serie, tan preciso como John Biblia, que se llevó a las mujeres casi con unos periodos de seis meses entre cada una y del mismo lugar; es decir, que estaba muy convencido de su técnica, que utilizó una técnica casi exacta en los crímenes y que las eligió de esa manera, a mí por una parte me hace pensar que quizá hubiera cometido otro tipo de agresiones antes, porque está muy depurado el método.
Y por otra parte, hay una teoría vigente en criminología que dice que ese tipo de asesino llegado a ese punto no se detiene solamente porque haya rumores de que le están buscando o porque haya una gran operación policial.
Si se detiene definitivamente es porque ingresó en prisión por otro delito, quizá le cayó una pena por otra cosa o murió, cosa bastante improbable porque era muy joven, tampoco parecía impedido físicamente, parecía sano, y la tercera es que haya salido del país.
Y esa es a mí la que más me cuadra, porque fue una operación tan tremenda que el año pasado la BBC estrenó un documental que se llama La casa de John Biblia haciéndose eco de lo potente que fue esa investigación y hasta qué punto llegaron y no lo capturaron.
Hay muchas teorías. La mía es que siempre existió un canal de comunicación entre Reino Unido, Irlanda, Escocia con los puertos del norte, con todos.
A día de hoy hay un tráfico diario de ferries de personas y por supuesto, de mercancías. Pero en aquellos años había además tantos ingleses en Bilbao, por la cantidad de empresas británicas que tenían sedes allí, que era muy fácil que hubiera pasado desapercibido entre los ingleses que vivían en esa ciudad del País Vasco.
—El asesino mató a mujeres que tenían la menstruación. ¿Cómo sabía que tenían la menstruación? ¿Cómo llevaste a cabo su reconstrucción?
—Esto fue uno de los misterios en todos estos años, lo que se preguntaba la policía. También hay que entender que en aquellos momentos ni siquiera había mujeres en la policía escocesa y el conocimiento que un inspector de policía de la época podía tener de la naturaleza femenina, de sus deseos sexuales o de su tendencia a tener relaciones o no teniendo la menstruación, eran de andar por casa, o sea, eran nulas. No conocían la naturaleza de la mujer.
De hecho, la primera teoría era que seguramente él las había agredido, porque al tener la menstruación se habían negado a tener relaciones. Más adelante alguien, ya cuando entraron mujeres [a la policía], empezó a apuntar que tener la menstruación no tiene por qué ser tan limitante.
Esto también permite ver cómo cambia la visión del caso según avanza la criminología, que pegó una vuelta en 40 años que fue bestial, casi tanto como la cardiología, que es el otro tema de la novela.
Hoy en día, en las charlas que doy con las presentaciones del libro, en cuanto digo “se llevó a tres mujeres de la misma sala, comprendidas entre estos y estos años, las tres morenas, las tres más o menos de este aspecto, cada seis meses más o menos y a las tres las mató igual, las violó, dejó el contenido de sus bolsos de esta manera y las tres tenían la menstruación”, todo el mundo dice: un asesino en serie.
—En la novela, John Biblia es perseguido por un policía que está muy enfermo del corazón, un órgano que juega un papel importante tanto a nivel médico como por las corazonadas que lo guían.
—Es más metafórico. El escenario real es ese Bilbao de 1983, incluso la gran riada que destruyó la ciudad como era y la obligó a reinventarse. También Glasgow y también John Biblia. Sin embargo, Noah Scott Sherrington es una creación.
Es alguien hecho a medida de todo lo que quería contar y es la parte más narrativa y más metafórica de la novela, que tiene que ver con la vida, con la muerte, con el amor, con la esperanza y claro, el corazón es capital, porque él está enfermo del corazón, por las corazonadas y por el amor, que también está presente en la novela.
Pero digo que todo Noah es metáfora. Se llama Noé como el del diluvio, llega en un barco a Bilbao tras las huellas de John Biblia o tras la corazonada de que John Biblia puede haber ido a Bilbao.
Y también su apellido es una metáfora, porque Scott Sherrington fue un Premio Nobel de Medicina británico que obtuvo el galardón por el descubrimiento de la conexión neuronal de una parte de nuestro cerebro: cómo las neuronas se conectan entre sí o lo que viene siendo lo mismo, el pensamiento deductivo.
Sus descubrimientos tuvieron tanto impacto entre los escritores de la época que Sir Arthur Conan Doyle, que también era médico y además pertenecía a la Royal Society, como Charles Scott Sherrington e incluso Agatha Christie, le pusieron esas características a sus personajes. Lo hace Sherlock Holmes, lo hace Poirot (...)
Le puse este apellido a Noah precisamente, porque las corazonadas no lo son, lo que llamamos corazonadas realmente provienen de nuestro cerebro y son información que interpreta de una manera concreta, no tiene, quizá, valor probatorio, porque no se puede medir, ni calcular, no es exacta, pero obedece a una inteligente deductiva, que funciona en algunas personas. Se deja llevar por lo que él llama corazonadas, pero son pura inteligencia.
—Como mencionaste, la historia se sitúa en el verano de 1983 cuando una gran riada destruyó la ciudad, un hecho que, comocuentas en el prólogo, te marcó siendo niña.
—Me gusta mucho explicarlo, porque es una pregunta habitual en la prensa, de dónde surgen las ideas para una novela. Yo sé que son infinitas cosas que van llegando en distintos momentos de tu vida. Algunas como esa llegó hace muchísimos años y ahora se hizo real. El modo en que me marcó verlo desde la ventanilla de un tren y el miedo que pasé de que mi familia estuviese afectada también.
Además, yo siempre he vivido en San Sebastián y en los años siguientes, cada año en el aniversario volvíamos a recordar. El impacto que tuvo fue tremendo a nivel de las personas que murieron y las pérdidas que hubo en el momento. Eso, unido a la crisis naval que llegó en los años siguientes, hizo que Bilbao cambiara hasta el punto en que el lugar donde hoy en día se alza el Museo Guggenheim era el muelle de los ingleses, donde llegaban los cargueros ingleses con el acero para hacer barcos y con el whisky que traían desde Escocia.
—El Bilbao de esa época no tiene nada que ver con el Bilbao de ahora.
—En absoluto, era una ciudad, maravillosa en muchos aspectos por la cantidad de dinero y de trabajo que movía, por lo acogedora, por lo abierta. Era una ciudad muy moderna, pero era también una ciudad caótica, decadente, tremendamente contaminada.
Algunas lecturas apuntaban a que hubo momentos en que fue la ciudad más contaminada de toda Europa. Había cientos de chimeneas vertiendo sus humos sin ningún tipo de filtro. Pero además, las acerías o las constructores navales vertían todo directamente al río, incluso el alcantarillado, que era muy antiguo vertía directamente a la ría, y aquello era un horror.
Se había construido de una manera anárquica total y todos los almacenes estaban mezclados unos con otros. Mil inspectores, mil barcos por todas partes. Y muchísima droga. Eran los 80, la heroína andaba libre completamente y un montón de suciedad y de mezquindad y de prostitución y de gente maravillosa, también y todo mezclado ahí con una Torre de Babel que era alucinante y luego tensión política, que no olvidemos que ese verano la guerra de las banderas explotaba.
Era también el año en que la policía autonómica salía por primera vez a la calle. Yo lo cuento en boca de uno de los personajes, que es un joven de la Ertzaintza que sale por primera vez a la calle, jovencísimo y lleno de idealismos y de convicciones de que va a cambiar el mundo.
—A través de ese personaje hablás del nacimiento de la Ertzaintza y del idealismo de los primeros tiempos.
—Claro, la convicción está bien. Yo con el tiempo he hablado con ellos. Muchos ahora están jubilados, otros son mandos de la policía y ellos son los primeros que reconocen que eran unos niños, que salían con la cabeza llena de idealismo y de ilusión, creyendo que iban a cambiar el mundo, pero sigo pensando que está bien. Si con 20 años no crees que vas a cambiar el mundo y no crees que tenés algo bueno que dar, está mal.
-Retratás una época en plena ebullición política y social, tocando de refilón el conflicto vasco y las posibles relaciones de la organización armada nacionalista vasca ETA con comandos del IRA (Ejército Republicano Irlandés).
Son cuestiones que en ese momento sí que se barajaban y que nunca se llegaron a dirimir del todo. Quedó la sospecha. Yo nunca he tenido datos fiables. Seguramente estarían en contacto, pero yo lo que he intentado es hacer una crónica de lo que estaba ocurriendo en aquel momento, sin entrar tanto a lo que se sabe ahora.
Hay que tener en cuenta que era 1983 y me tengo que ceñir a que están en 1983. No puedo hacer el análisis desde ahora, igual que del idealismo de aquellos jóvenes ertzainas.
*Por Almudena de Cabo
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