Quién es Whit Stillman, el "Woody Allen WASP"
El apodo son las siglas de "blanco, anglosajón y protestante"; su adaptación de Jane Austen lo consagró como el director indie del momento
![El director sostiene que la esencia de su historia es más cómica que romántica](https://resizer.glanacion.com/resizer/v2/el-director-sostiene-que-la-esencia-de-su-KDZLOAWZKZADPLHZDIXSZ7PWXY.jpg?auth=cae4e737ad3ccf2518b4ff2592c9ce9f343c2d43742ee45f8de9f10744c7ba9c&width=420&height=236&quality=70&smart=true)
NUEVA YORK.- Caminando por el downtown de esta ciudad, Brooklyn y demás zonas con credenciales arty, uno se acostumbra a un look especial para el típico productor/director/escritor de cine independiente de la Gran Manzana: pantalones chupines, camiseta con algún comentario semiirónico respecto de la profesión (estilo "a todo lo arreglamos en posproducción"), o con la reproducción gastada tras varios lavados de un póster de un clásico de cultura popular (Tiburón, imbatible para el verano). El pelo despeinado, los anteojos de marco grueso que llegaron como moda bastante después que a Los Ángeles.
Whit Stillman -si uno lee los matutinos locales, "el" director de cine indie del momento- está en las antípodas. Esta redactora lo vio en la última década en tardes de tapeo cerca de la Plaza de Toros de Madrid y domingos en la bohemia de París; en fiestas de rockeros alternativos en el Village y en conferencias sesudas en el Harvard Club (su alma máter). Sin importar lo que llevara el resto, Stillman siempre estuvo vestido igual: traje azul, camisa blanca y corbata vibrante como candidato republicano en debate televisivo (pero de cuando éstos eran los del establishment). El pelo invariablemente lacio con raya al costado y peinado con agua como chico de colegio privado del Upper East Side aunque haya superado los 60 años.
Y en vez de dedicarse a películas con un mensaje muy profundo y pedagógico sobre los temas sociales apremiantes, Stillman está dominando las taquillas en los Estados Unidos y Europa con Love & Friendship, la adaptación de Lady Susan, una novela epistolar menor de Jane Austen.
En las palabras de The Wall Street Journal, se trata del tipo de contradicción que Stillman más disfruta: un film de bajo presupuesto que, sin pedirle perdón a nadie, celebra todo lo que el mundo moderno condena como artificial y opresivo, como las buenas maneras y la convención. No sólo la crítica, de los tabloides a las revistas culturales más progresistas, la está alabando, sino que también el público lo acompañó masivamente desde el primer momento. Y Stillman mismo de pronto y para su gran sorpresa se convirtió en el epítome de lo cool: el poderoso suplemento Style de The New York Times dedicó toda su portada a sus (limitadas) elecciones a la hora de vestir, que ahora marcan tendencia.
"No puedo mandarme la parte de nada -se encoge de hombros-. Sabía que mi primer film, que inmediatamente irrumpe en los top 10 a ambos lados del Atlántico, iba a ser el único que no está basado en algo que yo escribí o remotamente sé, sino en el trabajo de una chica de 20 años que escribía en 1790".
Esto tiene, por supuesto, bastante de boutade. Stillman saltó a la fama (y fue nominado a un Oscar) por su primera película, Metropolitan, basada en un grupo de chicos que, como él, eran de las viejas familias de la ciudad y en los 80 hacían bailes de presentación en sociedad -los cuales no podrían ser más austenianos-. Allí, así como en sus subsiguientes trabajos, Barcelona y Last Days of Disco, invariablemente calificados como una trilogía de miniclásicos, Austen siempre hace alguna aparición, sea porque los protagonistas abiertamente discuten sobre su obra o porque está en los temas de fondo.
Es que en el mundo de Stillman, como en el de Austen, "los jóvenes están haciendo lo mejor que pueden para vivir con ciertos códigos sobre lo que está bien y lo que está mal, que serían más sabios y más prácticos de lo que la sociedad a su alrededor piensa", sostuvo el Wall Street Journal.
En el caso de Love & Friendship lograr esto implicó algún desafío. La protagonista, Lady Susan, esta dispuesta a lo que sea para conseguir un marido rico para ella y para su hija y salir de la pobreza. Pero todo esto sin renegar de pasarlo bien (es decir, con mucho sexo). Claramente no es la Jane Austen a la que uno está acostumbrado en sus obras más conocidas. "Pero como a sus fans no les estoy dando la virtud que buscan en la heroína, subrayé en cambio la virtud en su mundo inmediato, sobre todo en la hija", aclara.
Otra sorpresa es que el film no genera sonrisitas sino abundantes carcajadas abiertas. "La esencia de la historia es más cómica que romántica", sostiene Stillman, que, por eso, en diálogo con LA NACION, no tuvo problema en calificarla como "una Jane Austen muy apta para los muchachos" y con un ingenio en el diálogo "que anticipa el de Oscar Wilde o P. G. Wodehouse".
-La crítica dice que, como Austen, lográs ser cruelmente satírico pero a la vez tenés, en el fondo, cariño por todos tus personajes.
-Creo que hay un lado humorístico en todo grupo social, y esta burla pueden hacerla muy bien aquellos que tienen un conocimiento íntimo de ellos mismos. Pero los ricos, o lo que se considera la clase social alta, muchas veces son el objetivo de ataques violentos por hostilidad política, o resentimientos varios, de parte de aquellos que no conocen sus verdaderas -y muchísimas- falencias. Todos confundimos clase con riqueza, términos que no van demasiado de la mano. Pero, sobre todo, como buen cristiano, no quiero hacer quedar tremendamente mal a nadie en mis retratos.
-Te llaman el "Woody Allen WASP" (blanco, anglosajón y protestante). ¿Te afecta? ¿Por qué arrancaste tu carrera justo con un film sobre algo tan elitista como las presentaciones en sociedad que viviste en tu adolescencia?
-Me parece fantástico. Empecé con ese film porque, de chico, me resultó muy conmovedora la historia sobre la extinción de una especie de ave, el zarapito esquimal, y cuando estaba en la universidad, en días de ideología radical, asumíamos que la temporada de presentación en sociedad de las chicas y todo lo que esto significaba también iba a desaparecer. Entonces con el film quise retratar un mundo que estaba en extinción.
-¿Por qué siempre de traje y corbata, un look que tanto fascinó a los especialistas en moda de The New York Times?
-Usé jeans todos los días cuando estaba en la universidad. Cuando me gradué decidí nunca volver a usarlos. Los jeans se volvieron luego el uniforme internacional al que todo el mundo más o menos adhiere. Creo que tengo que volver a ellos. Son baratos y el denim resulta muy cómodo. Si vuelvo a usarlos, van a pasar de moda.
-¿Qué opinás de Buenos Aires?
-Mi primera visita a Buenos Aires fue como jurado del Festival de Cine Independiente en 1999. La ciudad y el cronograma de actividades resultaron una revelación. Íbamos a actos a las cuatro de la mañana y a las cinco el tráfico era el de una vida nocturna ante la cual Nueva York y Madrid palidecen. Fue fantástico descubrir una metrópolis con mucho de europea pero con buen clima, y volví con muchos amigos. Pero también vi la ciudad desde el punto de vista de los jóvenes de la distribuidora que me acompañaban, quienes después de romper corazones en capitales varias, tuvieron su merecido por parte de las porteñas que no les prestaron la atención que esperaban. "Histéricas", las calificaron lamiendo sus heridas. Yo no fui tan lejos como para averiguarlo.
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