¿Quién es quién? Lo que nos cuenta el cuadro que recrea la fundación de Buenos Aires
Suele decirse que Buenos Aires tuvo dos fundaciones. La de Pedro de Mendoza (1536) y la de Juan de Garay (1580). Sin embargo, hace décadas que se debate sobre la primera, ya que no se cuenta con testimonios que la avalen. Ni las actas, ni las clásicas disposiciones que se llevan a cabo en un ciudad fundada: nombramiento de autoridades civiles y eclesiásticas, instalación del Rollo de la Justicia, creación del Cabildo y reparto de tierras.
Ante la ausencia de esos elementos, resulta más apropiado hablar de asentamiento. Mientras seguimos discutiendo cuántas veces se fundó Buenos Aires, podemos afirmar que en términos artísticos, la de 1580 tuvo dos Garay, según contamos hace un par de semanas.
A modo de resumen, diremos que en 1909, la Municipalidad de Buenos Aires contrató al malagueño José Moreno Carbonero para realizar la pintura que envío al año siguiente. Ciertos detalles de la obra fueron objetados y en 1923, la tela regresó a España y el artista realizó las modificaciones.
Garay fue despojado de la armadura y pasó a lucir una capota parda de estilo vasco, calzas y bonete con plumas. Además se rejuveneció su cara y desaparecieron las canas. Acerca de la vista general, las sombras del amanecer se orientaron en su correcto sentido. El tronco denominado Rollo de Justicia se hizo más ancho y perdió la punta. Algunos personajes y un par de perros salieron de la escena o fueron reemplazados. De esto hablaremos más adelante.
La renovación no bastó
Surgieron nuevas críticas. Esta vez, referidas a sencillos tatuajes de los nativos que no correspondían y a la desaparición de los sauces. Sin embargo, se resolvió que eran detalles menores y quedó de esa manera.
En breve síntesis, conozcamos el recorrido de la obra. Del taller de Moreno Carbonero en Madrid pasó al Ministerio de Instrucción Pública de España. Luego al primer Palacio Municipal de Buenos Aires y después al Museo de Bellas Artes de Retiro, desde donde fue trasladado al Banco Municipal (Suipacha y Viamonte, hoy Rentas). Su próximo destino fue el Museo Municipal (Corrientes y Suipacha). Regresó al taller del pintor en Madrid, fue expuesto una breve temporada en el Museo de Arte Moderno de dicha ciudad y volvió a cruzar el océano. Una vez más se exhibió en el Museo Municipal de la calle Corrientes hasta la muerte de su autor, el 9 de abril de 1942. A la semana siguiente fue llevado al Salón Blanco del entonces renovado Palacio Municipal, en Bolívar 1. Esas fueron las diez etapas de su trayectoria. Y allí quedó porque no formó parte de la mudanza a la nueva sede de gobierno de Parque de los Patricios.
Ahora sí, es tiempo de que conozcamos qué es lo que se ve en el cuadro.
Los detalles históricos de la pintura
El escenario es la actual Plaza de Mayo, la fecha 11 de junio de 1580, y puede observarse, más cerca del río, un par de hombres trabajando en la construcción del fuerte, en el terreno de la futura Casa Rosada. Más allá en el fondo, una porción de tierra que corresponde a Catalinas y Retiro. El navío que se encuentra anclado es la carabela San Cristóbal de Buenaventura, que también fue protagonista, según veremos.
En el centro de la pintura vemos a Juan de Garay, con su espada extendida, rodeado de soldados, procediendo a fundar la ciudad, junto al Rollo de Justicia o picota. Se trataba del tronco de un árbol (en otras fundaciones se ha usado una gran piedra). Era el lugar donde se ejecutaban las condenas. El reo era atado al tronco donde sería azotado. Luego de recibir el castigo, se lo dejaba por horas allí para que todos lo viesen y lograran reconocerlo. También usaban el tronco como horca y para otra forma de estrangulación con soga en la que, mediante un palo denominado garrote, se hacía un torniquete. Asimismo, en caso de muerte por decapitación, ahí se colgaba la cabeza del ajusticiado expuesta en señal de escarmiento. Además, el tronco en medio de la plaza era una señal clara para los extranjeros que llegaban. Era la forma de decir: "Aquí se imparte justicia".
El vasco Garay se encuentra acompañado por el escribano público Pedro de Jerez, que es quien toma nota, y tiene a su lado el capitán Rodrigo Ortiz de Zárate. Más a la derecha, en primer plano, montado en un alazán, el capitán de caballería Alonso de Vera y Aragón.
El escribano, de estrecha relación con Garay, viste el abrigo denominado garnacha, que era el atuendo típico de la profesión. Jerez continuó durante una temporada en Buenos Aires y legalizó las primeras dotes de casamiento y herencias del vecindario.
Ortiz de Zárate tenía 28 años y era oriundo de Valladolid. Fue lugarteniente de Garay y lo acompañó en cada expedición que organizó. Se casó en Buenos Aires, con Juana de la Torre, hija criolla de uno de los oficiales de Pedro de Mendoza. Las familias Saguier y Gelly y Obes (a través de los Gelly), y también los Solano López de Paraguay, descienden de Ortiz de Zárate.
En cuanto a Alonso de Vera y Aragón, era andaluz de 37 años y le decían "Cara de Perro". Su tío fue quien dio instrucciones a Garay para que fundara una ciudad en el Río de la Plata. No tuvo descendientes.
Del otro lado del tronco vemos a Gonzalo Martel de Guzmán, Ana Díaz y el sacerdote franciscano Juan de Rivadaneira alzando la cruz. Martel era el único hidalgo, por lo tanto, solo él recibía el trato de Don. El vestuario corresponde al de los alcaldes (cargo que ocupó junto con Ortiz de Zárate). Su casamiento con Isabel de Caravajal, criolla nacida en Asunción y sobrina de Garay, nos permite apuntar que acarreaba una historia trágica. Porque el padre de doña Isabel asesinó a su mujer por una infidelidad con un sacerdote. Y esa no fue la única tragedia. Martel fue ejecutado de un garrotazo, en Santa Fe, por cuestiones políticas.
Ana Díaz fue la única mujer considerada "pobladora". Era paraguaya, mestiza, joven y viuda. Solicitó a Juan de Garay viajar al puerto de Buenos Aires para no apartarse de su hija Bartola Martínez, casada con Juan Martín, uno de los pobladores. La suegra recibió un terreno de dos mil quinientos metros cuadrados en la esquina sudoeste de las actuales Corrientes y Florida, y una chacra en la costa de San Isidro. Instaló una pulpería en su lote de la ciudad que, aunque no fue la más concurrida, le resolvió la economía diaria. Para dicha de Ana, apareció en su vida un vecino con quien se casó al poco tiempo. De la unión de Ana Díaz y el vecino nació Felipa. Posiblemente, haya sido la primera criatura nacida en el pueblo fundado por Juan de Garay.
El fraile Rivadaneira, gallego de 49 años, recibió un lote a una cuadra de la plaza, donde iba a erigir, como fiel franciscano, la iglesia de San Francisco. Se embarcó en la carabela San Cristóbal de Buenaventura rumbo a España para comprar campanas y ornamentos para los templos porteños y fue el encargado de informar al rey la noticia de la fundación.
El barco en que regresaba naufragó. De todas maneras, pudo rescatarse la carga. Prosiguió la navegación en otra embarcación, pero fue atacada por piratas que se robaron todo. Aunque llegó a Buenos Aires sin las campanas, se abocó a la construcción de San Francisco.
De regreso al cuadro, vemos a dos regidores: Pedro de Quirós sosteniendo el pendón real, escudado por Rodrigo de Ibarrola. Completa el trío Antonio Tomás agitando el sombrero.
Quirós no se quedó mucho en Buenos Aires. Partió desencantado de la ciudad, al igual que el capitán Ibarrola, quien regresó a Asunción. Respecto de Antonio Tomás, fue uno de los testigos que firmó el acta del escribano Jerez. Curiosamente, ya había refrendado la otra fundación de Garay, es decir, la de Santa Fe. Su barba blanca indica lo muestra como uno de los mayores del grupo. Efectivamente, llegó a estas tierras con la expedición de Pedro de Mendoza.
Detrás de los regidores y el testigo, los obreros que montaron el Rollo de Justicia están recogiendo las herramientas. Los nativos lucen vinchas y plumas. Además, tienen las caras pintadas que generaron el nuevo debate. El mocoví al servicio de Garay sostiene el caballo y exhibe boleadoras colgadas en la cintura. Viste un chaleco liviano de piel de guanaco, copiado de uno original que pertenece al patrimonio del Museo Etnográfico de Buenos Aires.
El alazán también tienen su historia. El autor de la obra tomó como modelo el preferido del rey de España, Alfonso XIII. De hecho, era el que el soberano usaba en las paradas y desfiles militares.
Moreno Carbonero, artista de cuadros históricos, no conoció la ciudad del Plata que evocó en su obra más reconocida. Sin embargo, puso todo su empeño y prestó atención a todos los comentarios para que la pintura reflejara de la mejor manera posible el acto fundacional en la mañana del 11 de junio de 1580.
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