Quién es el hombre detrás de Jack Reacher
Para entender a Lee Child hay que imaginar el patio de un colegio inglés. Cielo y pantalones grises. Quizá, baldosas mojadas en la ciudad industrial de Birmingham, a principios de los años 60. Suena el timbre del recreo; empieza la acción. Lee Child, al que entonces todos conocen como Jim Grant, es un muchacho alto y sólido. Nadie se atreve a desafiarlo. Van por los débiles. Pero él no lo va a permitir. "Era un buen luchador y me ocupaba de defenderlos", recuerda el escritor de thrillers con más de sesenta millones de ejemplares vendidos por el mundo. Desde el living de su casa en el Upper West de Nueva York, en diálogo telefónico con LA NACIÓN revista, Child se explaya: "Siempre odié a los bullies. Me enoja la gente arrogante que cree que puede salirse con la suya. Realmente, los odio". El sentido de justicia del autor británico es el mismo que activa los puños del protagonista de sus 23 novelas, Jack Reacher. Un hombre que no le tiene miedo a nada. Un expolicía militar que viaja por el mundo sin equipaje, solo un cepillo de dientes, como un llanero solitario o un Sherlock Homeless (sin hogar). Hace más de dos décadas Child lo ubica en el centro ardiente de conspiraciones, matanzas y secuestros. Hace veintitrés años convive con este héroe de cuerpo inmenso. Pesa alrededor de cien kilos de puro músculo y mide 1,96 de alto, razón por la cual muchos fans se sintieron decepcionados por la elección de Tom Cruise para encarnarlo en las adaptaciones de Un disparo y Sin regreso. El prolífico escritor es elogiado por el rey del género, Stephen King, y por el argentino César Aira, quien le dedicó estas palabras en la contratapa de Noche caliente y otras historias: "Lee Child: el recurso perfecto para devolverles el gusto por la lectura a quienes nunca lo perdieron".
–¿Es cierto que de chico tenías la tendencia a soñar despierto?
–Sí, por los libros que leía. Hay un contraste entre la vida ordinaria y la aventura que podés hallar en los libros. La vida es muy aburrida. Así que yo leía estos libros y deseaba que mi vida fuera más excitante y, luego, tenía el hábito de pretender que lo era. Uno puede escapar hacia un mundo diferente, viajar hacia el pasado, hacia el futuro, a otros países. Cuando viajás a una ciudad podés saltearte las cosas más significativas y no verlas o no entender la historia del lugar. Con un libro todo el trabajo fue hecho para vos. Cuando mi hermano mayor empezó el colegio, yo estaba muy celoso de todo lo que él aprendía. Así que a los tres años aprendí a leer. Me enseñé a mí mismo a leer. Y a partir de ahí seguí leyendo. Realmente, donde me crié no había mucho para hacer.
–¿Cómo fue crecer en Birmingham?
–Era un entorno duro, pero de alguna manera muy inspirador. Estaba rodeado de gente dedicada a la manufactura. Crecí con la idea de que había que hacer las cosas lo mejor posible, sin hacer mucho drama al respecto. Así es como fui criado. De joven era muy grande y un buen luchador, pero a la vez me gustaba leer y ver fútbol.
–¿Qué libros cambiaron tu manera de ver y sentir el mundo?
–Todos. De alguna manera, todos movieron algo en mí. Hasta los que me impactaron de manera negativa. Te enseñan con sus errores.
–Cuando tenías nueve años escuchaste las palabras de Brian Epstein a los Beatles: "Muchachos, son número uno en América". ¿Qué representaban los Beatles para vos?
–Representaban la libertad, la esperanza y la felicidad. Una especie de alegría. Especialmente, por el momento gris en el que estábamos estancados, después del gran drama de la Segunda Guerra Mundial. Nosotros sentíamos que no había nada por delante, que lo importante ya había quedado atrás. Fue un enorme triunfo para la gente joven. Algo para nosotros. Creo que muchos se sintieron así y se vieron inspirados por esa explosión de energía y felicidad.
–¿Qué sentiste cuando, unos cuantos años después, tu publicista te llamó para anunciarte lo mismo: que eras número uno en ventas en los Estados Unidos?
–Fue un sentimiento maravilloso. Yo pensaba que era posible, pero cuando me lo dijo me di cuenta: esto nadie me lo puede sacar. Desde entonces, cada libro que publico, es número uno en ventas. Es una alegría.
Cada 1° de septiembre empieza una nueva novela. Un libro por año. Un best seller. ¿Cómo lo hace? El mago del suspenso no quiere compartir el truco. O solo dice que es fácil, tan fácil para él, que roza el ridículo. "Solo se trata de plantear una pregunta al principio y, luego, no responderla hasta el final", resume el autor con veinte novelas ubicadas en la lista de los libros más vendidos de The New York Times y once de ellas en el primer puesto. ¿Cómo funciona la mente del creador de la saga Reacher? La intriga por resolver este misterio era poderosa. Había que sentarse en su oficina a verlo trabajar. Y eso es lo que hizo un profesor de la Universidad de Cambridge. Una crítica literaria en tiempo real: un hombre escribe sobre otro hombre que escribe. El académico Andy Martin pidió permiso y él aceptó porque simplemente no tenía nada que ocultar. Estuvo ahí cuando Child tecleó la primera palabra de su vigésima novela, Make Me, y cuando escribió la última. A pocos metros de su escritorio. Durante varias horas al día. Tratando de no hacer ruido. Como una sombra testigo del proceso creativo. Según sus observaciones, que luego detalló en el libro Reacher Said Nothing: Lee Child and the Making of Make Me, el autor de thrillers había avanzado en la escritura hasta llegar a dos tercios de la novela, antes de descubrir qué tramaban los villanos. "Cuando escribe –reveló el profesor– entra en una dimensión en la que realmente cree que Jack Reacher existe". No quiere dar la impresión de que está resolviendo un misterio, sino que verdaderamente lo está haciendo.
Nacido como Jim Grant en Coventry, en 1954, el escritor trabaja sin ningún tipo de plan. Para Child, el libro es el jefe.
–En este momento estás escribiendo Past Tense (la novela número 23 de la saga Reacher). ¿Qué nos podés adelantar?
–Sí, justamente, estoy en la mitad del libro. No me preguntes de qué se trata porque no lo sé [Risas]. Es mejor si el lector me dice de qué trata. El lector es quien debe descubrirlo.
–¿Cuánta presión y responsabilidad llegan de la mano del éxito?
–Uno convive con una tremenda y enorme presión porque está la cuestión financiera. De que vendas libros y de los resultados depende la suerte de tu publicista y de las librerías que lo tienen. Pero la presión más importante es la emocional. La presión de los lectores. No los quiero defraudar. Y saco un libro por año. Más que la plata o el éxito, me importa no decepcionarlos y que digan: el de este año es muy malo.
–¿Se puede enseñar a escribir?
–No. Creo que algunas cosas se pueden enseñar, algunos trucos pueden ser revelados y algunos atajos explicados. Pero la escritura depende de cierta locura que racionalmente el escritor nunca puede explicar. La prueba es lo que sucede si un escritor muere y el publicista quiere que otro continúe la serie. El resultado podrá ser hasta un 99 por ciento exitoso, nunca el 100. No es posible reproducir a un autor, porque es inexplicable. Por esa misma razón, no podés enseñar a escribir. Porque mucho de lo que escribís lo hacés sin razón. No hay explicación lógica. Solamente hacés algo. Y en una clase no podés explicar por qué lo escribiste así. Solo lo hiciste.
–Tenés una interesante teoría sobre el bloqueo creativo de los escritores...
–Los conductores de tractores y las enfermeras no tienen bloqueos. Creo que es un trabajo. Y hay días en los que uno no quiere ir a trabajar. Pero eso no significa que uno no sea capaz. Se necesita disciplina y va a empezar a fluir.
–¿Cómo nace en tu mente Jack Reacher?
–Es el personaje típico de toda fábula y leyenda a lo largo de la historia de la literatura. Todos los países tienen un personaje de este tipo: el misterioso desconocido que busca justicia. Creo que estuve expuesto a este tipo de historias a lo largo de toda mi vida. Uno no puede hacer esto de manera deliberada. Si tratás de escribir siguiendo una fórmula o siguiendo una lista de lo que es necesario, entonces, la historia y el libro será artificial. No será muy orgánico. Yo tenía que escribir desde el corazón, siguiendo mi instinto. Sin diseñarlo. No tenía un plan cuando escribí mi primer libro.
–Tenías 40 años y acababas de ser despedido de tu trabajo como productor en un canal de televisión británico. De alguna manera, estabas viviendo una fuerte crisis de identidad.
–Sí. Creo que fue una buena manera de hacerlo. De esta manera, me enfoqué totalmente en la escritura. Me lo tomé en serio. Muchos empiezan a escribir como un hobby. No le ponen el suficiente grado de desesperación. Para mí, tenía que funcionar. Era tan simple como eso. Cuando me piden consejo les digo: la mejor manera de convertirte en un gran escritor es renunciar a tu trabajo y regalar toda tu plata.
–Entonces, tu vida cambió radicalmente: de ser Jim Grant te convertiste en Lee Child.
–Me gustaría que todos tuvieran una oportunidad así en sus vidas. Es una edad en la que estás en la mitad de tu vida profesional. Tenés mucha experiencia y disciplina. Da mucho miedo hacer un cambio de este tipo, pero es un gran momento. Yo cambié completamente y empecé a trabajar en un entorno diferente.
–¿Cómo fue empezar a escribir Zona peligrosa, tu primera novela?
–Fue un salto hacia lo desconocido. No tenía idea de lo que estaba haciendo. Creo que la confianza venía de todos los libros leídos en mi vida. Mirando hacia atrás, hay muchas cosas que le cambiaría, pero en general es un sólido primer libro.
–¿Cuánto disfrutás al escribir las escenas de lucha?
–Lo disfruto mucho más que escribir las escenas de sexo, que es algo imposible. Las peleas son fáciles y divertidas. Todo está basado en mí cuando era chico. Jack Reacher soy yo a los nueve años.
–Stephen King halagó a Jack Reacher por esta cualidad de andar por la vida sin equipaje, sin cuenta corriente, ni celular. Para vos, ¿cuál es su mejor cualidad?
–El hecho de que no le tiene miedo a nadie. En la vida real todos tenemos miedo a algo o a alguien. Qué bueno sería saber que podés ganar cualquier tipo de pelea. Haría de tu vida algo mucho mejor. Él siempre quiere hacer las cosas bien. Creo que, fundamentalmente, la gente es amable, decente y quiere hacer las cosas bien, pero tiene miedo. Son débiles y se sienten intimidados. La gente siente frustración por querer hacer el bien y no poder. Por ejemplo, en una situación de trabajo. Por eso, es tan atractivo y poderoso el personaje de Reacher. Él va a hacer el bien sin importarle las consecuencias.
–Hace veinte años vivís en Nueva York. ¿Cuál es tu opinión del presidente Donald Trump?
–Creo que es una vergüenza. Lo odio. Pero de alguna manera también es difícil odiarlo porque es casi un chiste. Lo que más me preocupa es la gente que lo votó. Creo que la democracia necesita un cierto grado de educación, un cierto nivel de atención para que funcione. Me sorprende que una democracia madura haya votado a alguien como él. Me preocupa que la población no esté tomando seriamente la responsabilidad de votar.
–Reacher siempre está al borde de la muerte. ¿Es un tema en el que solés pensar?
–Pienso todo el tiempo en la muerte. A lo largo de la historia de la humanidad, lo único cierto es que todos vamos a morir. Pero nosotros lo convertimos en algo misterioso y estamos tan preocupados, tratamos de retrasarla. La gente debería relajarse y seguir con lo suyo.
Lo suyo, apenas corte el teléfono, será prepararse otra taza de café. Su récord por día es de 36. Hay que mantenerse alerta. Después de todo, no hay plan y sólo un borrador.