A sus espléndidos 49, Paula Colombini tiene la energía puesta en proyectos relacionados con la naturaleza y el bienestar
- 9 minutos de lectura'
Esta es la historia de una modelo que se aburrió de la moda. Una chica que parece tranquila pero que, en realidad, es un huracán. La más linda del mundo, la que usó su belleza para ser famosa pero un día dejó todo y se puso a plantar tomates en su propia huerta.
Ser modelo de tapa en los 90 era la gloria. Pero no todo lo que brilla es oro y acá está Paula Colombini para contarlo. Durante cinco años, vivió en Nueva York, trabajó en Miami, en Canadá, en Italia… Fue contratada por empresas internacionales y desfiló codo a codo con las top del momento: Cindy Crawford, Christy Turlington, Laetitia Casta… Pero decidió volver, tener a su hija en la Argentina y seguir su carrera en su país. Hizo muchas cosas. Y un día dijo basta. Montó un emprendimiento de ropa con su mejor amiga, más tarde tuvo su propia marca con un ex novio. Y después desapareció de los lugares top que frecuentaba.
Ahora, con 49 años recién cumplidos, está lejos de los medios, del mundo fashion y de los eventos. Su nueva vida está en Pilar, donde vive. Ahí se dedica a sembrar su huerta, cuidar su compostera y cultivar plantas nativas para atraer mariposas. Tomó varios cursos y ya va por el segundo año de estudio en la escuela pública de jardinería del Jardín Botánico de Palermo.
-¿Cómo fue tu acercamiento a la jardinería?
-Hace muchos años, vivía en Benavídez y quise tener una huerta. Me compré unos fascículos que en ese momento publicaba La Nación y lo hice. Me encantó. Aprendí mucho. Después dejé porque pasaron un montón de cosas. Lo hice intuitivamente. Y por impulso. Yo soy así. A los 14 años, por ejemplo, un día me levanté y dije “no como más carne”. Y no comí nunca más en mi vida. Soy vegetariana desde entonces.
-¿Y cómo fue que retomaste la huerta después de tantos años?
-Por la pandemia. Agarré una parte del jardín de la casa de mi novio, en Pilar, y dije “a ver qué elementos tengo yo para pasar este momento”. Me daba mucha claustrofobia. Sentía que no había un rumbo. Entonces busqué lo que sabía hacer y me daba mucho placer: plantar. Compré semillas y eso me generó mucha estabilidad. Porque si vos sembrás una planta de tomates, inevitablemente van a salir tomates. Y así empecé de nuevo. Cada vez me gustó más y de la huerta pasé a plantas medicinales.
-¿Por qué te alejaste de todo?
-Un día dije “ya no quiero más esto” o “no lo quiero de esta manera”. Yo pensaba que en el reconocimiento del otro estaba el éxito. Pensaba que en la satisfacción económica estaba el logro de todos mis objetivos. Pensaba que si me desarrollaba en esa profesión, iba a ser feliz…
-Pero…
-Comencé a sentirme incómoda, a no reconocerme, ni en mi voz, ni en mi imagen. Empecé a darme cuenta de que no sentía admiración por lo que hacía. Muy pocas cosas de las situaciones que vivía me interesaban.
-¿Del mundo de la moda?
-Claro, la moda no me provocaba interés. Entonces, empecé a buscar qué era lo que quería hacer. El tema es que en ese querer reacomodarme ¡ya tenía 35 años! Se supone que es el momento de la vida donde todo tiene que estar armado. Así que tomé la decisión de volver a mi interior y plantearme cómo quería seguir.
-¿Qué hiciste?
-Decidí transformar mi vida en muchos aspectos. Tuve varios emprendimientos, trabajé como actriz, como conductora, abrí un negocio de ropa y tuve mi propia marca de ropa. Me divorcié, crié en bastante soledad a mi hija y tuve que aceptar la mudanza al exterior de mis padres y de mi hermano.
-¿Cómo llegaste a ser modelo si no te interesaba la moda?
-Quería ser famosa. Quería entrar a un lugar y que todo el mundo gire y me mire. Y mirá lo que son las cosas: grabé un comercial de Angel Face donde, en el guión, yo entraba en un lugar y todos se daban vuelta para mirarme. Yo iba atrás de eso. Y lo logré. Viví afuera varios años y fue muy bueno. Hice sin escalas Floresta-New York. Nunca antes había viajado en avión. Cuando llegué a Manhattan, no sabía ni qué quería decir “exit”.
-¿Fuiste a la Universidad?
-Empecé el CBC de Imagen y sonido y a mitad de la carrera empecé a laburar de modelo, me ofrecieron irme afuera y me fui. Hoy pienso que tener una carrera es fundamental. Admiro a la gente que estudia.
-¿Te quedó pendiente?
-No. Creo que yo diseñé lo que quise hacer. Y lo sigo haciendo.
-¿Esa imagen de persona prolija también la diseñaste?
-Me cuesta decir que trabajo de una manera y en mi vida personal soy de otra. Yo evito el conflicto. Y la verdad es que nunca tuve nada que públicamente despierte interés. Prefiero que así sea. Me gusta que si alguna vez se habla de mí, sea por algo que a mí me gusta contar. Y que genere cosas lindas.
-¿Nunca estuviste ni cerca de un escándalo?
-No, no. Tuve conflictos en mi vida, como mi divorcio, por ejemplo. Pero no puse la energía ahí. Yo prefiero no vivir de la mirada del otro, porque terminás armando algo que ni vos te creés. A mí me interesan las personas que arman su propia historia. Todo lo que sea genuino. Viste esa gente que tiene su propia obra, te lo cuenta y lo comparte. Son cosas que en mí construyen. Me gustaría comunicar cosas que tengan que ver con el medio ambiente, con el sentirse mejor, con estar más saludable, con el bienestar…
-¿Tu hija quería ser modelo, como vos?
-A los 17 años, terminó el colegio, quería trabajar y ese era el camino más fácil. Uno hace cosas por inercia y bueno, Matilde lo hizo y después no quiso seguir. Me dijo “mamá, yo no voy a vivir de mi imagen”. Ahora estudia Ciencias Políticas y trabaja de lo que estudia, en una Secretaría del Ministerio de Salud.
-¿Qué recuerdos tenés de tu época de modelo?
-A mí siempre me trataron con mucho respeto. Y se trabajaba mucho en equipo. Hoy están las redes y no dependés tanto de un editor, de lo que se usa o lo que no se usa para darte a conocer y tener tu propio emprendimiento. Pero yo siempre le vi el lado positivo a todo. Nunca me imaginé que iba a viajar a todos los lugares que fui y ganar mi guita, sostenerme, tener mi casa… Yo siempre miré eso, la parte buena. También valoro a la gente que conocí en el mundo de la moda, con la que me junto y la paso bien. Pero es una etapa que va con lo físico. Las imágenes te quedan muy congeladas pero hay que entender que el paso del tiempo está y uno puede comunicar o relacionarse no solamente desde lo estético, desde lo lindo, sino también desde lo que uno sabe. O sea, de otra manera. A mí eso ahora me hace sentir más cómoda.
-¿Tuviste alguna crisis o conflicto con el paso del tiempo?
-Trato de entender que mi imagen a los 49 años no puede ser como la de los 26… Así que hago el ejercicio de reconocerme en mi imagen actual.
-¿Sos así de tranquila como se ve?
-No, no soy tranquila. Mis amigas me dicen “loca”. A mi papá le decían “qué divina Paulita”. Y él respondía “te invito a que la conozcas unas semanas”. Tengo mucho temperamento. La gente cree que hago yoga y en realidad, hago Tae kwon do.
-¿Por qué das esa imagen?
-Porque tengo eso también. Me gusta el buen clima en el laburo. Y si puedo evitar las batallas, las evito.
-¿En qué cosas sos temperamental?
-En cosas que no me gustan. Si tengo que defender a alguien, no me quedo callada. Soy de tomar decisiones rápidamente. No analizo mucho las cosas. Todo lo hago por impulso. Y soy muy de ordenar los esquemas familiares y los roles.
-¿Cuánto hace que estás de novia?
-Cuatro años, con Santi. Él es abogado, no tiene nada que ver con el medio.
-¿Sos de las que piensa “no convivo nunca más”?
-No, me encanta la convivencia. Tuvimos una dulce convivencia en cuarentena. Ahora vamos y venimos. Pero encaro la pareja desde otro lado. En soledad, me hice cargo de un montón de cosas que hoy me hacen sentir muy independiente. Entonces, eso me dio fortalezas que no quiero perder. Con mi novio tenemos mucha libertad, pero proyectamos en un futuro vivir juntos.
-¿Viviste como un fracaso la separación del papá de tu hija?
-No, cero. El fracaso está porque uno cree que el éxito está si las cosas perduran, pase lo que pase. En cambio, si vos entendés que el éxito está mientras estás bien, cuando dejás de estar bien, se termina. Si seguís, empezás a fracasar. Cuando me casé, pensé: “va a durar, lo que tenga que durar”. En general, nunca pienso que algo va a durar para toda la vida. Me gustan mucho los comienzos, todo lo que sea nuevo, me encanta.
-¿Vas a implementar tus conocimientos de jardinería en algo comercial?
-Tengo algunos proyectos para el futuro. Uno tiene que ver con hacer talleres de cocina con lo que se coseche en la huerta, con un chef y una sommelier. Y el otro es tener una marca muy sintética de productos que tengan que ver con el descanso. Estoy comunicando todo en mis redes, tengo dos personas trabajando conmigo. Y también quiero hacer un podcast.
-¿Ahora te reconocés en las cosas que hacés?
-¡Sí! Ahora entiendo que todo eso para lo que yo creía que había nacido, no tiene nada que ver con una carrera profesional larga y exitosa donde lo importante es la mirada del otro. Tengo que animarme a buscar mi propio camino, las veces que sea necesario.
Más notas de Huerta
Más leídas de Lifestyle
Revolucionario. Buscaba tener dinero y descubrió una fórmula que cambió al mundo para siempre
Superalimento. La semilla que regula el azúcar en sangre, reduce el estrés y ayuda a dormir mejor
No falla. El método para eliminar las chinches con ingredientes naturales
Rey de las siestas. Descubrí cuántas horas duermen los gatos en un día y la razón detrás