Nunca se había preocupado por las cuestiones del amor, hasta que la soledad comenzó a pesar...
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Noelia siente que su experiencia, tal vez, sirva para que todos aquellos que quieren creer y desean con el alma encontrar el verdadero amor, renueven sus esperanzas. Ella dice “busquen, pidan y esperen con fe”.
Todo comenzó hace varios años, cuando tenía unos 22. Fue recién a esa edad, que Noelia sintió por primera vez que deseaba compartir su vida con un buen compañero. Hasta entonces, siempre se había caracterizado por ser una mujer que se sentía muy a gusto en su soledad, siempre rodeada de proyectos, actividades y sin tiempo para el amor.
Una lista minuciosa para hallar al hombre de los sueños
Algo cambió cierto día, cuando sintió que el momento había llegado, estaba lista para encontrar a esa persona que sería su pareja, compañero. Pero esa persona no era cualquier persona, sabía que debía especial, y fue así que confeccionó una lista mental y minuciosa con las características que este debía poseer: “Incluía forma de ser, ropa, perfume...”, confiesa.
Ya con su lista definida, Noelia le pidió cada día a la vida que le enviara a su chico. Y así, continuaba fantaseando salidas, viajes y atardeceres de ensueño junto a esa persona educada, formal y vestido con un estilo particular.
“Cuando aparezca tu chico va a usar musculosa y van a compartir chupines”, le dijo cierta vez su amiga, entre risas. Noelia reía con ella, pero, sin perder las esperanzas, seguía pidiendo por la llegada de su enamorado.
“Otro amigo también me reprochaba que me quedara en casa sin ir al boliche. `A tu casa no va a venir, te aviso, salvo que sea el recolector de residuos tu chico´”, cuenta Noelia que le decía. “Pero yo seguía pidiendo y esperando”.
Cuando la soledad comienza a pesar
El tiempo transcurrió sin pena ni gloria hasta el día en que Noelia llegó de la facultad con una inmensa sensación de soledad que nunca antes había experimentado. Era una noche muy calurosa y decidió buscar a un compañero de estudios que vivía enfrente para salir a tomar algo. Este rechazó su invitación alegando que estaba cansado.
De pronto, un irrefrenable enojo se apoderó de Noelia. Estar sola ya le pesaba demasiado y sentía que era hora de que su chico aparezca: “Me acosté llorando, con esa sensación de vacío e impotencia que surge cuando uno quiere compartir la vida y no hay nadie que te desee acompañar”, recuerda.
Sin antes reprocharle al universo por su soledad doliente, Noelia se entregó a sus lágrimas y, rodeada de calor un que todo lo envolvía, cayó dormida en el sillón.
Un despertar inesperado y un extraño chico en la vereda: “Como en mi lista”
Aquella misma noche, de madrugada, una amiga con quien compartía su casa alquilada despertó a Noelia. “Hacen 40 grados, el calor es sofocante, ¿vamos a tomar unos tererés a la vereda?”, le preguntó su compañera.
Ya despabilada, Noelia accedió a la invitación, le vendría muy bien un poco de charla para cambiar aquella sensación que la había dejado angustiada antes de dormirse. Afuera el aire era apenas menos sofocante, pero la conversación amena transformó la velada en una mucho más tolerable.
“Voy a buscar más yerba, ya vuelvo”, le dijo de pronto su amiga. Y fue justo ahí, cuando Noelia quedó sola en la madrugada, que algo inesperado aconteció: un joven, muy parecido al joven de sus sueños, se sentó en la vereda al lado de ella y le comenzó a hablar. Al rato su amiga –que en ese entonces creyó que se trataba de un conocido de Noelia- se unió a la conversación, que fluyó animada, entre mate y mate, por las siguientes horas.
“Desde ese instante supe que era él, mi chico. No lo conocía, era simplemente un extraño que estaba con unos amigos en la casa de un vecino, me vio y se acercó”, sonríe Noelia. “Había pedido y rezado mucho por él y ahí estaba, era como en mi lista, con su bombacha de campo y camisa; pero, sobre todo, educado, divertido, alguien con quien podía compartir la vida”.
“Existe esa persona especial”
Noelia y su “chico de la lista” no se separaron nunca más desde aquella noche. Con el tiempo se casaron y no hay día en que ella no le agradezca a la vida y al universo por haber escuchado sus palabras. Ya pasaron trece años felices y tienen tres hijos.
“Encontré al mejor amigo, padre y esposo. Como lo pedí y mejor”, asegura. “Siento que la moraleja de mi historia es que, si crees en ese príncipe, entonces existe. Existe esa persona persona especial con la que te complementás y potenciás para ser más feliz. Pedile al universo, soñalo describilo, esperalo”.
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