Desde que Lola Caniggia decidió convertir su boutique de ropa Pipi Cucú La Tiendita, un pintoresco local en la calle Defensa, en ciento por ciento online, su vida se hizo vertiginosa. Ese golpe de timón que supo dar cuando veía que la cuarentena se extendía sin fecha cierta de reapertura la cargó de actividades desde que se levanta hasta que se va a dormir. "Es un estar resolviendo problemas todo el tiempo. A los talleres, los proveedores de las bolsas, los envíos por correo y la mensajería se les suma contestar mails, sacar fotos de los productos y hasta hacer de modelo porque ahora todo pasa por mí. Mi novio, que es fotógrafo, me ayuda. No me quejo, al menos tuve la reacción de reconvertirme y seguir trabajando, pero por momentos no hay corte y colapso", dice Lola, que bien podría incluirse dentro de un extenso grupo de personas desbordadas en estos tiempos de cuarentena.
Agotados. Colapsados. ¿Quemados? En tiempos de pandemia, muchos estudios dan cuenta del aumento de argentinos que sufren de síndrome de burnout, ese padecimiento que habla de un estrés que un trabajador experimenta en un lapso prolongado. Dadas las particularidades de la época, en la mayoría de los casos será temporal, y se extenderá mientras dure el aislamiento. Pero mientras se lo transita (y se sigue extendiendo) se habla de un padecimiento más agudo porque a lo estrictamente laboral se le sumó el confinamiento y la fricción, que en muchos hogares, genera la combinación trabajo- familia- escuela y convivencia 24x7.
Mariana Tsiftsis, profesora de música en una escuela privada y de coro en un instituto público, también reconoce que se siente "cansada y estresada". Además de readaptar las clases a la modalidad online (buscando nuevas plataformas y herramientas atractivas para sus alumnos) debe ayudar a Amanda, su hija de 10 años, con la tarea y sincronizar los tiempos laborales con los familiares. "Por momentos es complicado: mi marido que trabaja desde casa, la nena con las clases del cole y sus prácticas de karate online, más el perro, la gata y asistir a mis padres con las compras. Vas tratando de organizarte y priorizar y aceptar que todo no se puede. Pero por momentos se hace difícil. El esfuerzo es grande", dice la docente, aunque reconoce que la situación adversa la impulsó a hacer cosas nuevas, como abrir su canal de YouTube, Mariana Nazarena T, para compartir sus trabajos con sus alumnos y retomar cosas que había abandonado.
Según una investigación de la Universidad Siglo 21, quienes reportan mayores niveles de estrés son las mujeres, especialmente las que se encuentran entre los 41 y los 50 años, seguidas por las trabajadoras que están entre 31 y 40. "Los cambios en la actividad laboral generaron nuevas dinámicas como el teletrabajo o el trabajo a distancia. El principal factor que genera estrés es la fricción que se da entre el trabajo y la vida familiar. Hay un mayor estrés causado por la dificultad para cumplir con las demandas familiares como consecuencia de las demandas laborales", sostiene el informe, que reporta un 5% de aumento interanual de casos de síndrome de burnout entre trabajadores argentinos.
Por su parte, Alexandra Manera, directora de Recursos Humanos del grupo Adecco para Argentina y Uruguay, agrega: "Uno de los síntomas más relevantes de burnout es el agotamiento. A esa carga laboral le podemos sumar todas la actuales que sin duda potencian el síndrome", explica. El informe destaca, también, que el aislamiento obligatorio no favorece la situación: "En comunidad se comparten los elogios, el consuelo, la felicidad, el humor. Por eso los trabajadores independientes suelen sufrir más el síndrome", detalla el informe de Adecco.
Según Alejandro Melamed, director de Humanize Consulting, lo primero que hay que hacer es entender por qué estamos como estamos y qué podemos hacer, desde nuestro lugar, para prevenirlo, mitigarlo o remediarlo. "Hay que diferenciar el estrés, que es la respuesta a un estímulo externo novedoso, del burnout. El estrés no siempre es negativo. El burnout sí porque es la prolongación en el tiempo de ese estrés", apunta el especialista, que sostiene que la cantidad y superposición de tareas laborales con familiares y hogareñas es lo que genera esa sensación de "estar quemados".
Una manera de evitar el burnout digital, según el especialista, es "silenciar notificaciones, pedir a quien manda el mensaje aclarar si es urgente, fijar y respetar horarios de trabajo, hacer pausas y pedir que los audios no sean de más de 30 segundos". Pero más allá de lo laboral, Melamed hace hincapié en buscar herramientas que nos hagan bien. ¿Cuáles son? "La conexión con las personas, la actividad física y tener un propósito, entender para qué estamos. Y este propósito, en tiempos de pandemia, puede ser ayudar a otros. Tener acciones o gestos solidarios tranquiliza. Las cosas complejas se abordan con serenidad y humanidad. Nadie se salva solo. Y también es importante un tiempo de introspección: leer, escribir y escuchar música, ayudan".
Precisamente, las clases de yoga o talleres de meditación por Zoom se convirtieron, durante la cuarentena, en la herramienta a la que muchos recurren para bajar los niveles de estrés y lograr un cierto bienestar físico y emocional. "El contexto ayudó porque las personas sintieron la necesidad de hacerse un tiempo que antes no se hacían. Muchos dicen: ‘siempre quise hacer pero no encontraba el tiempo’. Hoy, que la mayoría está trabajando desde su casa, más horas que antes y en posturas que no son las mejores, sienten la necesidad y se organizan para hacer la clase. Yo busco que sea una herramienta. Son movimientos sencillos de rotación y elongación que al hacerlos te hacen tener conciencia de tu cuerpo, por eso es una práctica de autoconocimiento", dice la instructora Mariela Ipata, que da talleres abiertos gratuitos y clases individuales aranceladas por Facebook en Mi espacio de yoga.
Cambio de perspectiva
Algo que cambió, según Ipata, es que la gente comprendió que hay que cambiar el enfoque para estar mejor. "Es un cambio individual que repercute a nivel familiar. Incluso muchos niños se engancharon y empezaron a hacer yoga con sus padres", dice Mariela.
Mariana, la docente de música, es una de las tantas personas que retomó yoga durante la cuarentena como una búsqueda de equilibrar sus emociones. "Tomo clases con Mariela. Su espacio fue un hallazgo porque descubrí que es un momento en el que puedo conectar conmigo, bajo las revoluciones y encuentro un poco de equilibrio –describe–. Está bueno trabajar con el cuerpo y además te da paz, te vas con una buena sensación. Lo que estamos viviendo no es una situación normal, es atípico que estemos todos juntos en la casa las 24 horas. El yoga me ayudó un montón", asegura Mariana, que también encuentra su cable a tierra cantando y escuchando música, y cuidando a sus mascotas.
En la misma línea, Lola Caniggia describe cómo fue retomar la práctica de yoga en medio del caos de ropa y cajas que alberga en su casa a modo de depósito: "Para mí surgió como una salida. Necesitaba una hora para mí, sin interrupciones, y empecé por mi cuenta a hacer respiraciones y algunas posturas para parar con la locura de la productividad. Es mi momento de limpieza mental", asegura Lola, que había tomado clases en alguna época y retomó en este contexto pero sola. "Esto es nuevo para mí. Somos mi mat y yo. Lo hago por necesidad. Estaba a mil, necesitaba parar y me ayudó no solo en lo postural, sino a aflojar tensiones", dice.
Son varias las empresas que tomaron nota del estrés a las que están expuestos sus empleados y decidieron brindar programas de ayuda y bienestar para su personal en este momento tan particular. Andrea Lardani, psicóloga y directora del Grupo Wellnes Latina, cuenta que desde el 20 de marzo, cuando se decretó la cuarentena, hubo un incremento significativo de compañías que contrataron estos programas para dar apoyo emocional en medio de la pandemia.
"Se incorporaron nuevas empresas que están viendo de qué manera ayudar a sus empleados en este contexto. Antes salíamos a buscar clientes, hoy nos buscan a nosotros", sostiene y agrega que lo más demandado son las consultas psicológicas. "El apoyo emocional es lo que más nos piden. Tuvimos que incrementar el número de profesionales para dar respuesta a la demanda, que aumentó un 25 por ciento en general y un 50% en el caso de los trabajadores esenciales –detalla–. Y como es un servicio que se extiende a los familiares de los empleados como padres, hijos y parejas, tenemos una gran cantidad de adultos mayores que solicitan el servicio", dice Lardani, que aclara que todo es confidencial y nada de lo que ahí se habla trasciende o se comparte con el empleador.
Además de las consultas psicológicas, hay charlas y talleres online de mindfulness, pausas activas con estiramientos corporales, alimentación saludable e higiene del sueño para dormir mejor. "Son talleres de asistencia voluntaria, algunos son en vivo, dentro del horario laboral, y otros están online en la intranet de la empresa para que el empleado acceda cuando quiera. La idea es que las personas que puedan desarrollar recursos propios y no esperar que surjan los trastornos. Son espacios donde promovemos el autocuidado, la resiliencia y que se valoran mucho porque se sienten acompañados por la empresa", sostiene Lardani, que calcula que solo en Argentina la ayuda abarca a unas 25.000 personas.
Otra de las compañías que brindan programas de apoyo y bienestar es OM House, que reconvirtió todas sus propuestas al formato virtual (OM Line). Ornella Medeiro, wellness developer, describe la línea de trabajo, que sigue un enfoque holístico: "A causa de algo extremo como la pandemia, muchas compañías pusieron el foco en la persona, en el ser. Nuestra fortaleza siempre fue el cuerpo, entendido como un todo, pero las primeras semanas focalizamos sobre todo en el equilibrio familiar y en lo anímico. Hay reuniones en vivo y otras que llamamos ‘cápsulas snacks’ que son videos que cada uno pueda consumir a demanda. Y por supuesto siguen muy fuerte nuestros talleres de mindfulness y meditación, yoga, pausa activa y alimentación sana con lo que tenemos en casa", detalla Medeiro.
La especialista, que hace 7 años que trabaja en wellness corporativo, percibe que hoy, a diferencia de otros años hay mayores niveles de burnout. "La nueva rutina hace que tu agenda esté explotada. A la gente la llenan de reuniones por Zoom, los horarios laborales se desdibujaron y se cree que existe una disponibilidad permanente para el trabajo. A eso se le suma el colegio en casa, la familia, la preocupación por la salud. Todo eso te lleva aun estado de burnout del que va a ser difícil salir cuando todo termine. Por eso, las empresas que supieron acompañar y empatizar con los empleados durante este período van a salir fortalecidas", vaticina Medeiro.
Así como muchos diseñan protocolos de distanciamiento para la vuelta al trabajo, algunos ya piensan cómo acercarse, emocionalmente, a ese empleado que ha trabajado meses en solitario y probablemente cargue con algunas marcas propias de haber combatido un incendio.