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Las grandes bodegas argentinas suelen contar con distintas líneas de vinos que reflejan búsquedas diferentes. Existen ejemplares simples, para acompañar la mesa de todos los días y situaciones informales; y hay otros sumamente sofisticados y complejos, concebidos para beber en ocasiones especiales. Sin embargo, toda casa productora también tiene un vino emblemático que la representa a la perfección y refleja su estilo, sus valores y su filosofía de elaboración. Estos son los llamados “vinos ícono”, aquellos que encierran la expresión más acabada de lo que una bodega puede lograr y la mano de su enólogo.
En todo gran vino se muestra el conocimiento y know how del equipo técnico, pero también se plasma la tradición de la bodega y su historia, por eso se trata de un trabajo permanente. Hacer un ejemplar ícono es una búsqueda infinita, constante, en la que el objetivo está puesto en que sea cada vez más sofisticado, más elegante y más representativo, en pocas palabras: lograr el mejor de los vinos.
Entonces, ¿cómo nace un ícono? En primer lugar, se eligen las mejores uvas provenientes de parcelas especialmente seleccionadas; tal es así, que algunos grandes vinos nacen únicamente en las cosechas más célebres. Ese es el caso de Paraíso, el vino de Luigi Bosca inspirado en Finca El Paraíso, la más antigua, extensa y con mayor variedad de cepajes implantados de la familia Arizu.
Esta finca es un auténtico laboratorio vitivinícola, fuente de inspiración de muchas de las innovaciones más importantes de la bodega y parte del legado histórico y emocional de la familia Arizu. Por eso, este blend nace de los mejores lotes de Malbec y Cabernet Sauvignon de fincas implantadas en distintas zonas de Valle de Uco: Gualtallary (Tupungato), Altamira (San Carlos) y Los Árboles (Tunuyán). En estas parcelas especialmente elegidas, se realiza un trabajo minucioso del viñedo asegurando el equilibrio, la sanidad y la concentración necesarias para obtener uvas de la más alta calidad.
"A lo largo de todo el año, algunos lotes de nuestras fincas se van revelando como distintos, diferentes en cuanto a la expresión. En ese momento empezamos a pensar en los componentes de nuestro vino ícono, Paraíso, y a tratar a esas uvas de manera diferente. Así, tras una cuidadosa selección de las mejores plantas de cada año, comienza a concebirse este vino, una de las expresiones más genuinas y puras que tiene la vitivinicultura argentina."
Alberto Arizu
Un gran blend
Hoy en día, tal como sucede en muchos de los grandes terruños del mundo, también en la Argentina son los cortes los que mejor expresan y encarnan el estilo de una casa productora. Esto sucede porque incluso desde antes de ser elaborados, los blends se originan en la cabeza de los agrónomos y enólogos de la bodega. Ya desde el trabajo en las fincas, ambos equipos tienen en mente las características del vino que buscan elaborar. Siguiendo esta idea rectora, conocen y seleccionan los distintos componentes que van a integrar el corte final. Como todo vino, un ícono también nace en la finca.
En el caso de Paraíso, cada uno de los lotes seleccionados otorga componentes específicos para lograr un blend armónico que muestre el estilo de la casa, el conocimiento de los enólogos y las mejores cosechas de Luigi Bosca. El Malbec de Gualtallary aporta su potencia aromática, frescura, acidez, tensión y largo de boca; el Malbec de Altamira suma notas de violetas y dulzura en boca; el Malbec de Los Árboles añade concentración, estructura y gran intensidad aromática con notas a frutas negras, mentoladas y de lavanda; y el Cabernet Sauvignon de Gualtallary aporta notas de frutos negros y especias, gran estructura y potencia en boca.
Asimismo, más allá de elegir los lotes más destacados de viñedos, para estos vinos íconos también se presta especial atención a la vinificación y la crianza. Esta etapa es determinante en el resultado final del vino para realzar el carácter frutal y aportar estructura y cuerpo; siempre evitando que la madera sea protagonista sobre la tipicidad de las variedades y el terroir. Así, por ejemplo, para elaborar Paraíso, en Luigi Bosca se prueban más de 20 tonelerías y 100 tipos de barricas distintas hasta encontrar los perfiles aromáticos más elegantes. Para hacer este gran vino, nos volcamos mayormente a barricas de segundo uso que nos permiten alcanzar un equilibrio más armonioso entre el vino y la madera.
Otro punto crucial en esta instancia son los tiempos de crianza, por eso, en el caso de los ejemplares ícono los enólogos degustan continuamente el vino para finalizar su añejamiento en el momento justo y asegurar así la mayor expresión frutal y complejidad. Luego de una crianza de entre 12 y 14 meses en barricas de roble, Paraíso es un tinto de color rojo violáceo, brillante y profundo, con aromas intensos, equilibrados y elegantes, de expresión frutal muy precisa y compleja a la vez.
El vino ícono de Luigi Bosca resume lo aprendido en mas de 120 años de historia, el trabajo de muchos años de búsqueda de terruños, selección de materiales vegetales de nuestros antiguos viñedos, cuidados en la elaboración y respeto por los tiempos del vino. Paraíso es el resultado de una búsqueda infinita, con el objetivo de lograr la expresión más pura y potente de la uva, su lugar de origen y el estilo de la bodega.
Beber con moderación. Prohibida su venta a menores de 18 años.
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