A pesar de las cifras estancadas, Kindle y Amazon apuestan a que el libro digital sea el espacio elegido por los autores independientes.
Por Martín JalI
Acabo de comprobarlo: de cada 10 publicaciones en Instagram que tienen como objeto un libro, solo en una de ellas aparece un ebook. ¿Será que en el imperio de la imagen los libros electrónicos no garpan en absoluto? Cómodo, portátil, ubicuo, con una capacidad casi infinita de almacenamiento, los ereaders aterrizaron en la Tierra con la promesa de arrasar con la lectura en papel. Hasta ahora ni una cosa ni la otra.
Lo que está clarísimo es que, a 10 años del lanzamiento de Amazon Kindle, el boom de los libros electrónicos no fue tal, el sector no crece y, por si fuera poco, tampoco crea nuevos lectores. Según el informe anual que publica Libranda, empresa dedicada a la distribución electrónica y al desarrollo tecnológico para editoriales y librerías, la porción de mercado del libro digital se encuentra estancada en Estados Unidos y Gran Bretaña (alrededor del 30%), mientras que en los mercados de habla hispana demuestra un leve crecimiento, generado principalmente porque el proceso de digitalización comenzó más tarde.
En nuestras tierras gauchas el consumo es todavía más bajo y se ubica, según el informe anual de producción del libro argentino, en la franja del 2%. ¿Las causas? La poca disponibilidad de dispositivos de lectura, limitada casi en su totalidad a la compra en el exterior, y los precios, que tornan más tentador bajarse libros truchos de la web. Una buena noticia para los lectores, no así para la industria: producto del flujo pirata, se lee digitalmente mucho más de lo que demuestran los informes empresariales.
“El terreno que está ganando el ebook está en el ámbito del ebook gratis (legal) o pirata (ilegal). Y ahí está lo revolucionario, lo que viene a cuestionar y a incomodar como en su momento lo hizo el MP3. Creo fervientemente que mucha gente se resiste a lo digital porque hay un fantasma que preocupa a las grandes editoriales. El universo del libro electrónico seguirá fortaleciéndose en los márgenes hasta que se decida acomodar las cosas de otra manera, y ahí los que saldrán ganando serán los escritores y los lectores”. La que comenta esto es Valeria Iglesias, editora a cargo del sello Outsider, cuyo catálogo está disponible para descargar de manera gratuita desde la web.
Pero hay que decir que la mayoría de las pequeñas y medianas editoriales nacionales le siguen esquivando a la digitalización de sus catálogos, como si la apuesta de los connoisseurs de la edición siguiera a zaga de la distribución tradicional, el diseño de interiores y esas páginas en tono marfil que se pueden torcer, doblar y acariciar.
Desde la tienda de ebooks BajaLibros, una de las más grandes del continente, la mirada es otra: “Hay una evolución del libro electrónico; a veces, las estadísticas no reflejan claramente el fenómeno por limitarse a las ventas tradicionales. El crecimiento en nuestra región se da también por la aparición de las bibliotecas digitales, que están creciendo mucho en Latinoamérica y en Argentina, o el modelo de suscripción, una especie de “Netflix” o “Spotify” de ebooks, cuenta Eugenia Mascarán, product manager de la empresa. ?
Así dadas las cosas, el ansiado oasis comercial de las plataformas de ebooks parece estar en los modelos de suscripción y en la red amplísima de autores independientes, noveles, desconocidos. ¿Qué tienen para ofrecer? Contenido promocionado por ellos mismos y puesto en circulación mundial a través de las plataformas internacionales. Se sabe: el 43% de los libros que se venden en Amazon se venden sin ISBN. Es decir que no están registrados ni identificados; en otras palabras, formalmente no existen. Por eso, no son cuantificados por ninguna estadística sobre la evolución del sector.
“Poder darles visibilidad a los autores independientes es una ventaja que tenemos las librerías digitales, porque no necesitamos hacer lugar en un espacio físico, en la web hay lugar para todos”, datea Mascarán.
Detrás del concepto “en la web hay lugar para todos”, se esconde, para las plataformas de libros electrónicos, una magnífica oportunidad comercial. Después de todo, mientras escasea la energía e imaginamos un futuro donde las grandes guerras serán por los recursos hídricos, si hay algo que parece no agotarse nunca son los autores inéditos. El mandato existencial de escribir un libro sigue más vigente que nunca, y ahora puede ser digital y circular de una punta a otra del globo, sin la necesidad de tener el visto bueno de ningún sello editorial.
Sin ir más lejos, Kindle y Amazon han lanzado la cuarta edición del Premio Literario para Autores Independientes en español, una convocatoria para obras inéditas de ficción que abre la posibilidad para que los ganadores puedan ser distribuidos globalmente, traducidos al inglés y comercializados vía audiolibro.
“Nuestra visión para Kindle es ofrecer todos los libros, en todos los idiomas, en menos de 60 segundos. Lograr esa amplitud de selección es clave para que los lectores sigamos encontrando nuevas obras que nos deleiten. Por medio de la autopublicación, los autores pueden dar visibilidad a su obra con lectores a lo largo del mundo, y empezar a construir su audiencia desde el primer momento. Algunos de ellos, después de publicar directamente, luego encuentran la oportunidad de trabajar con una editorial tradicional”, comenta Carlos Lievano, manager en español del servicio Kindle Direct Publishing.
En este sentido, la fabulosa masa de autores autopublicados supone un bocado más que tentador para la industria editorial digital. Mientras tanto, los modelos de negocios por suscripción, caso Nubico o Kindle Unlimited, que habilitan el acceso a una enorme cantidad de ebooks a cambio de una membresía mensual, ya ocupan, según Libraria, el 4% de la torta del mercado ebook. Es más, son el modelo que viene en alza en los últimos años, con un crecimiento del 94% con respecto al año 2015.
Curioso: no es que la industria editorial sea el caballo viejo y cansado que llega último a la línea de llegada, sino que, a diferencia de otras industrias como la industria musical o del cine, el modelo “antiguo” –el libro en papel– continúa marcando la cancha. Habrá que ver si el mentado Spotify literario consigue mover lo que hoy está en los márgenes hacia el centro.
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