¿Qué huella querés dejar?
Todo lo que hacemos deja una huella. Aunque suene a frase de sobrecito de azúcar, la expresión sirve igual. Para la vida pero también para el cambio climático: desde lo que comemos hasta la ropa que elegimos, pasando por nuestros viajes e incluso los mails que mandamos, las decisiones que tomamos a diario generan –directa o indirectamente– emisiones que contribuyen al calentamiento global. Paso a paso, vamos formando nuestra huella de carbono personal.
Al respecto, una idea viene pisando fuerte: para evitar una catástrofe ambiental, todos deberíamos calcular nuestra propia huella.
¿Qué hay detrás de este pedido? Simple: no se puede cambiar lo que no se mide. Pero una vez que se toma consciencia del grado de responsabilidad individual que se tiene en un asunto tan delicado –léase: un apocalipsis global– difícilmente el involucrado pueda hacerse el distraído. Por eso son cada vez más las grandes empresas (Google, Amazon, Starbucks) y también las personas de a pie que deciden medir su huella y cambiar de hábitos para mitigarla o, aún mejor, compensarla para alcanzar la nueva meca de la sustentabilidad: la neutralidad en carbono. "El primer paso para enfrentar el problema del cambio climático es medir nuestra huella personal", explica Nadia Mengucci, coordinadora del programa de huella de carbono de Seamos Bosques, una empresa ambiental que restaura bosque nativo. Y agrega: "Básicamente, es el inventario de las actividades de una persona que generan gases de efecto invernadero durante un año. Esto incluye, además del CO2, otras sustancias nocivas como el gas metano, el óxido nitroso y otros gases refrigerantes".
En Argentina, la huella de carbono promedio por persona es de 8,4 toneladas de CO2 equivalente. La cifra surge del último reporte de Climate Transparency, que mide las emisiones de los países del G20. Por cierto, la huella media de estas naciones es de 7,5 toneladas. Lo que deja en evidencia algo de lo que poco se habla: más allá de sus vaivenes, el modelo de desarrollo de la Argentina es intenso en carbono: un modelo sucio.
Afortunadamente, existen diversas herramientas online que con solo completar un breve cuestionario sobre consumo y estilo de vida, permiten calcular las emisiones de carbono que generamos y medir nuestra huella. En Seamos Bosques cuentan con su propia calculadora y señalan que es importante que los parámetros de emisión sean locales. "La matriz eléctrica argentina es muy distinta a la de Uruguay, por ejemplo. Nosotros producimos electricidad principalmente de fuentes no renovables. Es decir que cuando prendemos la luz, estamos consumiendo gas indirectamente. En cambio, Uruguay tiene una matriz eléctrica 100% renovable", distingue Mengucci.
El poder de compensar
Una vez que calculamos nuestro impacto ambiental, debemos compensarlo. Es decir, de pasar a la acción para equilibrar la cantidad de dióxido de carbono que liberamos en la atmósfera. Una de las formas más eficientes y naturales de hacerlo es plantando árboles, ya que actúan como sumideros que retienen el carbono e impiden que termine en la atmósfera. Se estima que para compensar su huella promedio, cada argentino debería plantar tres árboles por año.
Pero si a esta altura al lector no le nació una súbita necesidad de plantar un árbol, es bueno saber que cuenta con otras alternativas. Por ejemplo, acudiendo al floreciente mercado de bonos de carbono, donde confluyen proyectos sustentables, como por ejemplo la protección de la selva amazónica, con grandes empresas e inversores que buscan mitigar su impacto ambiental.
Uno de los protagonistas globales de este mercado es argentino. Diego Saez Gil paseaba por un bosque cuando entendió el valor de aplicar la tecnología para monitorear y transparentar estos proyectos de carbono. Así nació Pachama, su startup con sede en California que utiliza imágenes satelitales e inteligencia artificial para validar el trabajo que hacen los restauradores de bosques. Ya cuenta con clientes como Microsoft y acaba de recibir financiamiento de Jeff Bezos. "Hay una conciencia creciente en Silicon Valley y en todo Estados Unidos respecto a la importancia de actuar ahora frente al cambio climático", opina este emprendedor tucumano. Y agrega: "Las tecnológicas siempre son las pioneras, pero se vienen anuncios de este tipo en todos los rubros: aerolíneas, empresas energéticas, bancos. Tiene que ver con compromisos asumidos y con nuevas regulaciones de los mercados pero también con que miles de personas les mandaron cartas a sus empleadores demandando acción". Saez Gil está convencido de que el cambio climático es el problema más urgente que tenemos. Y sabe de lo que habla. Responde a las preguntas de la nacion desde un hogar prestado. Semanas atrás, su casa en Boulder Creek, un pueblo de montaña californiano, quedó reducida a cenizas por los brutales incendios que azotaron la costa oeste de Estados Unidos. Al día siguiente del siniestro publicó un texto en Medium que se hizo viral. Lo tituló "Sobre perder todo por el cambio climático, menos la esperanza".
"Ahora soy efectivamente una víctima del cambio climático, lo cual me hizo tener más empatía sobre el sufrimiento que la crisis ambiental potencialmente va a causar en el mundo. Esto no es algo que vaya a solucionar un solo país o una sola empresa. Es un desafío que tenemos que resolver como humanidad. Requiere la colaboración de todos", concluye.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.aconcagua.lat
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