Son cordobeses, dejaron su ciudad natal para emprender un viaje que nunca imaginaron cómo terminaría
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Rocío Grecco (36) es cordobesa, le decían La Chamana en el barrio Villa Los Pinos de su querida Córdoba capital. Hay quienes también la conoce por sus habilidades con el Tarot y las cartas astrales en Villanueva de Jiloca, Zaragoza, España donde hoy vive junto a su marido y sus hijos. Aunque la realidad es que en este ayuntamiento de tan solo 52 habitantes, la ubican más por ser la argentina que maneja el único bar del lugar, la mamá de los únicos dos niños del pueblo.
Todo comenzó en Tanti, Córdoba
Llegar a este pueblito español les llevó su tiempo. Decididos a alejarse para mejorar la calidad de vida, arrancaron probando suerte a escasos kilómetros de su lugar natal. La primera escala del largo viaje que sin saberlo estaban emprendiendo fue Tanti, localidad ubicada en las serranías que limitan con el Valle de Punilla. La falta de trabajo obligó a Fernando Munizaga (36) su esposo, a recorrer varios kilómetros por día para ganarse el sueldo, por lo que decidieron levantar campamento en mayo del 2019.
“¿Qué te parece si nos vamos a vivir a otro país?”, le preguntó un día Rocío a Fernando. La nacionalidad italiana parecía facilitarles la mudanza y él respondió que sí. Como no había mucho dinero para la aventura, sus padres ayudaron con los cuatro pasajes y para sumar algo más, ellos decidieron vender el único bien que tenían, el Renault modelo 2011.
“Como compramos el pasaje más barato sólo nos podíamos llevar una valija de 10 kilos cada uno. Nos vinimos sin nada. Pero los cuatro juntos. En eso éramos kamikazes, nada de que primero vaya uno a probar y después se traiga al resto de la familia. Nosotros funcionamos en equipo”, recuerda. Los pasajes tenían como destino final Granada, un lugar elegido al azar, donde habían alquilado un departamento por 10 días.
“Es muy difícil entrar en el mercado siendo extranjero”
Los primeros tres meses fueron como de vacaciones. Conocer, descubrir, divertirse. “No terminábamos de caer”, explica Rocío. Al poco tiempo, ya no les quedaban ahorros, empezaron entonces a buscar trabajo. Más allá de lo que habían imaginado en Córdoba, nadie los empleaba formalmente, con suerte encontraban algún trabajo temporario pero nada estable. “Es muy difícil entrar en el mercado siendo extranjero”, resume.
El tiempo pasaba sin muchas definiciones, la pandemia los agarró en Nivar a unos 14 kilómetros de la capital granadina. No tenían plata, no había cómo ganarla, nadie les alquilaba dónde vivir porque no tenían garantía. Entonces, como no podían seguir esperando que la suerte se pusiera de su lado, decidieron acudir al gobierno del ayuntamiento en busca de ayuda.
Resultó que el cuñado del dueño del supermercado era el alcalde, que enseguida apareció una asistente social que los guió para salir adelante. Había trabajo pero no encontraban casa. Entonces, un grupo de whatsapp de argentinos residentes en Almería con el que venían intercambiando mensajes, les insistió para irse para allá, terminaron en Nacimiento, una localidad al norte de este municipio español donde se establecieron por otros cinco meses. Hubo algo de trabajo, una casa que le alquilaron a Gloria, a quien recuerdan con mucho cariño por la paciencia y la buena onda. Y una larga cadena de solidaridad que los ayudó a salir del paso pero que no les garantizaba una vida sin sobresaltos permanentes. “Nos faltaba hablar con Pedro Sánchez”, comenta hoy risueña recordando esos tiempos difíciles donde no paraban de contactarse con quién fuera con tal de dar con un trabajo.
Después vivieron frente al Mediterráneo, en Roquetas de Mar, todavía en Almería. Consiguieron un departamento barato porque era invierno, pero la localidad balnearia estaba vacía. Todos los locales y hoteles estaban cerrados. Rocío decidió entonces sacar a relucir sus dotes de chamana online, y por celular (no tenían notebook) y a través de las redes, consiguió algunos clientes a distancia que le requirieron trabajos de sanación, Tarot, terapia energética, con los que ganaron algunos pesos. Mientras tanto, Fernando empezó a trabajar como montador de muebles a domicilio: lo llamaban para levantar mesas, escritorios, bibliotecas de esos que se compran todos desarmados, y requieren de mano de obra especializada para cobrar vida. La felicidad duró poco, un día el jefe le avisó que disolvía la empresa y volvieron a estar en foja cero.
“Esto no está cambiando. Qué vamos a hacer”, cuenta Rocío que se preguntaban entre lágrimas. Pero aunque lo pensaban, ninguno de los dos se animaba a pronunciar la palaba “volver”. “No era por orgullo, solo que no queríamos darnos por vencidos”, precisa.
Un anuncio que les cambió la vida
Ya había pasado un año y pico desde que habían llegado y la estabilidad no aparecía, cuando una noche, abatidos por la situación, decidieron publicar un aviso en Mil anuncios, un sitio gratuito de compra y venta de productos y servicios, donde también se hacen búsquedas y ofrecimientos laborales.
“Somos una familia responsable. Tenemos dos niños. Somos gente seria. queremos trabajar”, decía, palabra más palabra menos el anuncio que publicaron Rocío y Fernando.
El primer llamado fue de una directora de escuela de un pueblito perdido en el medio de Asturias, Berducedo. Su establecimiento tenia cinco niños, se iban dos y necesitaba reemplazarlos con otros dos para que no le cerraran el colegio. Sin vueltas, les ofreció casa gratis por tres meses y trabajo recogiendo arándanos en fincas del lugar. Hacia allá partieron.
Se estaba terminando el tiempo de alquiler libre cuando vieron el anuncio que les cambió la vida:
“¿Te considerás una persona innovadora? ¿Emprendedora? ¡Esta es tu oportunidad! ¿Qué harías con este bar? Presentá tu proyecto”.
Mandaron un mail sin dar muchas vueltas, enseguida los llamó por teléfono la alcaldesa de Villanueva de Jiloca, doña Basilia Torres Cuadrado. “Acá tienen casa gratis, pueden atender el bar sin pagar nada. Si me dicen que sí, pueden venir cuando quieran”, les dijo. (NR: En España, la preocupación del Estado por el interior del país vacío, ha llevado a los distintos gobiernos locales a generar medidas de este tipo para recuperar residentes. El fenómeno también se reproduce en otras partes de Europa).
Vieron el aviso en mayo del 2020, enseguida se mudaron y arrancaron. Hoy Rocío atiende el bar por la mañana y Fernando por la tarde. Ya son amigos de todo el pueblo, donde la mayoría es gente grande, abuelos, tíos.
Sobre el proyecto aclara: “Vamos a empezar a refaccionar el bar para poner una pequeña almacén y ofrecer los productos de primera necesidad y bocadillos. Ahora servimos botellín de cerveza, pusimos el barril para tirar las cañas. Hacemos las cubatas ( que son los tragos) tenemos también nueva máquina de café y hacemos platos con patatas, maní, cascarones, olivas, Ya sea de jamón serrano, jamón York o salame”.
No se sienten solos. Dicen que todos son muy gentiles y que en el verano, se llena de familia que viene a visitarlos. Es ahí donde aparecen los niños. El resto del año, en Villanueva, los únicos son sus hijos, Nina (4) y Benicio (7) que tienen un montón de abuelos y abuelas que los entretienen en la plaza y la puerta del bar. Próximamente arrancan con la escuela, todos los días tendrán que viajar hasta la ciudad vecina de Daroca. Serán 4 kilómetros de ida, 4 kilómetros de vuelta. Como cuando estaban en Tanti, cuando Rocío y Fernando viajaban para ir al trabajo y soñaban con encontrar su lugar en el mundo.
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