Horacio Savoia, abogado que luchó para evitar que quiten la estatua Cristóbal Colón de su sitio original detrás de la Casa Rosada, cuenta a LA NACION la historia de este emblemático regalo que la comunidad italiana le hizo a la Argentina por el centenario de la Revolución de Mayo
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El 15 de junio de 1921, con una verdadera multitud de público y la presencia, entre otras personalidades, del presidente Hipólito Yrigoyen y un representante del rey de Italia, Víctor Manuel III, se inauguraba en la plaza que está detrás de la Casa Rosada el Monumento a Cristóbal Colón. La obra era una orgullosa donación a la Argentina realizada por la colectividad italiana en el país, con motivo del centenario de la revolución de Mayo de 1810. El tenor del magnífico regalo mostraba, además, la estrecha relación existente entre ambas naciones.
Montado sobre una base y una columna jónica de 14 metros, la figura del almirante genovés, esculpida en mármol de Carrara por el artista italiano Arnaldo Zocchi contempló el Río de la Plata desde el lugar de su inauguración durante décadas. Hasta que en el año 2014, y a partir de una controversial decisión del gobierno de la presidenta Cristina Kirchner, en convenio con la ciudad de Buenos Aires, la estatua fue desmontada, trasladada y vuelta a recomponer en la Costanera Norte, donde permanece actualmente.
Este último hecho terminó de darse en el mes de julio de 2015. “Hoy estamos transitando el décimo año de un flagrante atentado a la memoria, una afrenta al gran almirante y a la Colectividad Italiana que constituyó el acuerdo entre la Nación y la ciudad de Buenos Aires para trasladar el monumento”, dice Horacio Humberto Savoia que, como abogado patrocinador del Círculo Italiano de Buenos Aires luchó denodadamente en la justicia junto a otras entidades para impedir que la estatua de Colón sea retirada del sitio original.
En diálogo con LA NACION, el letrado, que conoce como pocos la historia de esa emblemática obra del patrimonio porteño, cuenta detalles de su inauguración, con material inédito de la época y desgrana también la trama secreta de cómo se gestó el traslado del descubridor de América.
El centenario y la donación del monumento
–Horacio, ¿cómo nace la idea de los italianos de regalar a la Argentina el monumento a Cristóbal Colón?
–En los salones del Círculo Italiano se constituye en 1906 un comitato (comisión), presidido por Antonio Devoto, con otras personalidades, que proponen al Estado nacional la donación de un monumento a Colón. Se presenta la propuesta al presidente (José) Figueroa Alcorta y en 1907 sale la ley 5105, donde se acepta la donación y también se establece, como solicitaban los donantes, que la obra debería ser colocada en la plaza Cristóbal Colón, detrás de la Casa Rosada, que llevaba ese nombre desde 1896.
–Se pensó como un regalo para el centenario de la Revolución de mayo, ¿verdad?
–Claro. La colectividad italiana no podía quedarse atrás de todas las donaciones europeas (el Monumento de los españoles, el Monumento de Francia a la Argentina, la Torre de los Ingleses...), en relación al centenario y entonces, querían donar. Y consiguieron un puesto de privilegio detrás de la Casa de Gobierno. En 1910 se coloca la piedra fundamental y comienzan a reunirse fondos, pero se produce la Primera Guerra Mundial y esa plata se esfumó, fue para colaborar con las familias de los italianos que viajaron a luchar. Pero ya, para esto, se había definido la maqueta y Zocchi, en Italia, había empezado a trabajar en la obra.
–¿La donación es solo de las colectividades italianas o el gobierno de Italia también aportó?
–El gobierno italiano financia el traslado de las piezas desde Italia a la Argentina. Son casi 250 piezas. La relación entre los dos países era muy estrecha por la gran cantidad de italianos que venían a la Argentina desde fines de 1800. Entre ellos, mis cuatro abuelos. Llegaban a la Argentina y se instalaban en colonias muy importantes, en el interior del país y en Buenos Aires. Víctor Manuel III advirtió esto y por eso hace la financiación del viaje de las piezas.
Savoia saca de entre los documentos históricos que guarda una copia del expediente del puerto de Buenos Aires, donde se deja constancia de la llegada, el 12 de noviembre de 1920, de las últimas piezas del monumento enviadas por el Regio Governo Italiano en la nave Srgj para que las reciba il Comitato per il monumento a Cristóforo Colombo. Además de la base, la columna jónica y la estatua de mármol del marino, la obra cuenta con más figuras alegóricas a la llegada a América que se encuentran al pie de la columna. Cada una de ellas, una obra de arte en sí misma.
Inauguración multitudinaria y con grandes personalidades
El abogado del Círculo Italiano cuenta también con un material valiosísimo: la copia de dos películas halladas en la cápsula del tiempo que los constructores dejaron en la cripta que está en la base del monumento. Entre otras imágenes reveladoras, en las cintas puede apreciarse cómo llegó el monumento a la Plaza Colón -en una enorme caja tirada por tractores-, cómo se lo subió a lo alto de la columna. Y cómo fue el día de la inauguración, en el que cientos de personas se hicieron presentes para ver cómo se corría la enorme tela que cubría la estatua del navegante genovés y lo dejaba al descubierto para siempre.
“En la película aparece Yrigoyen, que pocas veces es visto, no era de ser fotografiado ni filmado”, dice Savoia. En efecto, el entonces presidente de la Argentina quedó inmortalizado en la cinta que posee el abogado, donde también es posible ver al embajador italiano en la Argentina, comendador Víctor Cobianchi y a varios ministros del gabinete argentino, como el de relaciones exteriores, Honorio Pueyrredón, y el de Obras Públicas, Pablo Torello. Entre los presentes también se encontraba el autor de la monumental obra, Arnoldo Zocchi. Como coronación de lo que fuera una celebración popular donde no faltó nada, ese día sobrevoló la obra y a la multitud un dirigible de industria nacional, El Plata.
Por décadas, el monumento a Cristóbal Colón se mantuvo en el lugar que había propuesto la colectividad italiana. Allí, por muchos años, esta comunidad se acercaba cada 12 de octubre para rendirle homenaje al marino genovés. Si bien el Parque Colón se cerró por un convenio entre la Nación y la ciudad del año 2007, nadie podría imaginarse que poco tiempo después a alguien se le ocurriría la idea de sacar ese portentoso emblema de la amistad entre Italia y la Argentina del lugar en el que estuvo desde 1921.
El detonante del traslado: “¿Qué hace ahí ese genocida?”
–Horacio, ¿cuándo y cómo empieza la historia del traslado del monumento?
–En marzo de 2011, cuando llega el presidente de Venezuela Hugo Chávez a la Argentina, ve el monumento y le hace el comentario a Cristina: “¿Qué hace ahí ese genocida?”. Entonces, había que encontrar una justificación para sacarlo de allí ¿Qué inventan? Utilizan los servicios del intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, inventan que las entidades italianas de esa ciudad querían poner el monumento en la Plaza Colón, cuando tienen un regio monumento en esa plaza. Hicieron un convenio entre Pulti y el Secretario General de la Presidencia de entonces, Oscar Parrilli.
–Las colectividades italianas de Mar del Plata habían pedido eso?
–No, fue Pulti. Firman el convenio en 2012 y el que se iba a hacer cargo de los gastos era el Estado nacional. Por supuesto. ¿Y quién financiaría todo? El Ministro de Planificación General, Julio De Vido. Vos, yo y todos pagamos.
–¿Cómo reaccionó la comunidad italiana?
–Cuando nosotros vemos que le están poniendo una media sombra al monumento, decimos: “¿Qué es eso?”. Empezamos a indagar y sale a relucir lo de Mar del Plata. Entonces, nosotros, en representación del Circulo Italiano, nos sumamos a Basta de Demoler y a la Associazione Nazionale Italiana en la acción de amparo que habían puesto en la justicia.. Al Estado nacional y a la ciudad de Buenos Aires, que tiene que protegerlo, porque está bajo su custodia, porque el Gobierno Nacional es un inquilino de la ciudad de Buenos Aires. Además, yo recibo el apoyo de una gran cantidad de entidades de la colectividad italiana, y la gente de Mar del Plata dijo: “Nosotros no estamos pidiendo el traslado”.
–Es fácil comprobar que el monumento no fue a Mar del Plata. ¿Qué pasó después?
–Entonces, en pleno juicio, ellos mutan el argumento. Contestan: al monumento hay que restaurarlo porque recibió lesiones como consecuencia del bombardeo a la Casa Rosada en el año 1955 y también el efecto de una bomba importante en 1987, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. El tema es que yo había estado en el monumento en 2010 y no había absolutamente ningún daño que justificara su puesta en valor o reparación. Lo único que había era la marca de un disparo de metralla de apenas medio centímetro de profundidad, en la espalda de Colón. Y la famosa bomba fue un cohete en la puerta de la base del monumento, que estaba chamuscada, nada más.
–¿En ningún momento blanquearon que lo hacían por un motivo ideológico, por lo que había dicho Chávez sobre Colón?
–Nunca. Decían que había que restaurarlo.
El monumento “desmembrado”
–¿Y el amparo prosperó?
–Lamentablemente, el juzgado que nos tocó, Federal en lo Contencioso Administrativo número 12, no tenía juez titular. Entonces todos los meses pasaba un juez, que cada vez que asumía tenía que imbuirse en el proceso. Entonces, el desmembramiento de la estatua lo hicieron igual, con el amparo y todo. Nosotros decíamos que no hacía falta desmontar la estatua para restaurarla. Pero lo hicieron. No fue un destrucción, pero sí un desmembramiento.
Ese es el tiempo, a comienzos de 2014, en el que en el Parque Colón se encontraba el monumento totalmente desguazado. Entonces, la figura de mármol estatuario del almirante genovés se encontraba, con sus 6,10 metros de longitud, tendido sobre el césped, en una imagen muy similar a la de un gigante derrotado. Una postal difícil de tolerar para la comunidad italiana y su abogado defensor. “Para nosotros, Colón constituye con su epopeya el hecho más trascendental de la historia y de la ciencia, ya que dio certeza de la redondez de la tierra”, se entusiasma Savoia, y añade: “Su epopeya fue considerada por todos los gobiernos hasta que aconteció el hecho de Cristina”.
–¿Cómo siguió la historia?
–Cuando uno está en esto, recibe información inesperada. En abril de 2014 me llaman y me dicen: “Mañana va a haber un acta notarial en donde se va a abrir lo que se llama la cápsula del tiempo”. Era el famoso cofre ubicado en la cripta en la base del monumento, donde se dejaron cosas que hasta entonces se desconocían. Fui. Me quisieron frenar porque “no estaba en la lista”. Pero era un acto público. Entonces me dejaron entrar. Cuando llegué había dos miembros de la colectividad italiana, de esos que trenzaban (sic) con el gobierno. El clima conmigo se cortaba con un cuchillo. Estaba también Telam y medios oficialistas. Estaban Parrilli y Claudio Avruj, que era el subsecretario de Derecho Humanos de la ciudad de Buenos Aires.
–¿Qué pasó entonces?
–Parrilli nos llevó de la Casa Rosada, donde nos encontramos, hasta la cripta del monumento. Entonces, él le preguntó al maestro que habían traído de Brasil para abrir la cápsula, (Domingo) Telechea, si faltaba mucho para la apertura. El hombre contestó que faltaban entre 20 minutos y media hora. Entonces, Parrilli dijo: “Señores, aprovechemos, vamos a dar una vuelta en helicóptero y los llevo a donde va a estar el monumento”. Subí al helicóptero, que no había subido en mi vida, del lado de la puerta, y fuimos hasta la Plaza Puerto Argentino, en Costanera Norte, donde pensaban poner el monumento.
–¿Usted sabía en ese momento que ese iba a ser el destino de Colón?
-Sabíamos que era una de las posibilidades, porque se había especulado con el traslado a otros lugares en la ciudad, pero ellos eligieron ese sitio frente al Aeroparque y fueron llevando las piezas de manera progresiva, no en un solo acto.
La cápsula del tiempo
–¿Al regresar del vuelo pudieron ver lo que había en la cápsula del tiempo?
-Cuando volvimos, la cápsula estaba abierta. Era un cofre de plomo empotrado en la cripta que tenía recortes de diario como La Nación, La Prensa y otros de la colectividad italiana. Había un cilindro de cristal con un pergamino adentro, un libro que regaló el municipio de Génova a la ciudad de Buenos Aires y dos latas con material fílmico, que hoy están en un CD. Pero cuando yo pude entrar en la cripta en el año 2010 había también allí un cofre de bronce con un ladrillo de la casa de Colón en Génova y un mármol antiguo, de más de 2000 años de antigüedad, del Foro Palatino, que la comunidad romana donó a los italianos residentes en Buenos Aires, y una lámpara votiva. Pero todo eso ya no estaba más en la cripta.
–¿Qué pasó con esos objetos? ¿Hubo un saqueo?
–No se sabe. De la obra entraba y salía siempre gente...
–¿Hoy la cápsula del tiempo está otra vez bajo el monumento en la Costanera?
-No, la cápsula con la apertura quedó inútil como tal. Los objetos que se encontraban adentro pasaron al museo de la Casa Rosada. Desconozco si permanecen ahí o si las llevaron a la base del nuevo monumento, pero esto último lo dudo porque no habría la suficiente seguridad.
El convenio para el traslado
–Volvamos a ese momento en la cripta del monumento con Parrilli. ¿Pudo decirle que no estaba de acuerdo con el traslado del monumento?
–En un momento me preguntaron los medios presentes ahí si me había emocionado con lo de la cápsula del tiempo. Les dije: “Sí, me emocionó, pero quiero que el monumento siga acá”. Entonces me escuchó Parrilli y gritó: “¿Cómo?”. “Sí -le digo-. Porqué hay una sentencia. Y hay una ley”. Entonces, no me olvido más, él me dice: “¿Así que hay una ley?”, lo mira a Avruj y grita: “Esto tiene que salir por ley”.
–¿Y salió por ley?
–Primero se celebró un acuerdo entre Nación y Ciudad. Ahí claudicó el Gobierno de la Ciudad. El convenio para “la restauración, traslado y emplazamiento del monumento a Cristóbal Colón” lo firmaron el Jefe de Gabinete de la Nación, Jorge Capitanich y el Jefe de Gabinete del Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Eso fue el 26 de marzo de 2014. Y después de esto, tuvieron que hacer una ley. Una de Nación y otra de Ciudad. Pero el Poder Ejecutivo Nacional haría el traslado sin costos para el gobierno de Buenos Aires. ¿Y en manos de quién ponen estos trabajos? En manos de De Vido. Y participan la Facultad de Ingeniería y Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata.
–¿Por qué cree que claudicó la ciudad de Buenos Aires en este tema?
–Podría ser porque se autorizaba, desde nación, al Gobierno de la Ciudad a tomar unos metros de la autopista Illia. Ferrocarriles Argentinos les daba unos metros para ensanchar la autopista que pasa por el aeroparque. Se supone que por eso las obras de este tramo las inauguraron juntos Cristina (Kirchner), presidenta de la Nación, y Mauricio Macri, jefe de gobierno de Buenos Aires (Nota: esta inauguración conjunta se produjo el 3 de junio de 2014).
En el lugar donde estaba la estatua de Colón, en tanto, se emplazó un monumento a Juana Azurduy, heroína de la Independencia, nacida en el Alto Perú, que es la actual Bolivia. De hecho, esta obra fue donada a la Argentina por el entonces presidente boliviano, Evo Morales. Aunque poco tiempo más tarde, el homenaje a Azurduy fue trasladado a pocas cuadras de allí, y hoy se encuentra próxima al exCCK.
“Un dolor enorme”
Finalmente, en diciembre de 2017, el monumento terminó de ser ensamblado íntegramente en la Costanera Norte, en el espigón Puerto Argentino, un paseo ubicado detrás del Aeroparque Jorge Newbery. No hubo amparo que pudiera evitar el traslado del almirante. “Este tema me sacó tres años y pico de dedicación exclusiva -dice Savoia-. Desde que se inició la hasta que terminó. Yo estaba al lado de Teresa Anchorena (al frente entonces de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugres y de Bienes Históricos) cuando se coloca en el frente del aeroparque el monumento a Cristóbal Colón. Nos miramos con ella, como diciendo: ‘Se concretó'. Pero yo tenía un dolor enorme”.
En noviembre de 2019, la obra que recuerda al marino genovés fue declarada Monumento Histórico Nacional, un status que establece, entre otras cosas, que ya no podrá ser trasladada. O más bien, antes de hacerlo se deberá consultar a la Comisión Nacional de Monumentos, que es la oficina que se encarga de proteger este tipo de objetos patrimoniales.
Savoia dice que se rumorea que hay una intención de construir un “Museo de la Inmigración Italiana” que podría hacerse junto al actual emplazamiento del monumento a Cristóbal Colón, un proyecto al que él y las 14 entidades de colectividades italianas que él representa se oponen férreamente. “Cualquier construcción que se intente hacer junto al monumento atentaría contra las convenciones internacionales suscriptas por nuestro país, cualquier alteración del entorno al monumento equivale a destruirlo en los términos de las convenciones internacionales, como la ‘Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural’, a la que nuestro país ha suscripto”, asevera el abogado.
“Si tomamos como parámetro el año en que se realizó el convenio para trasladar el monumento entre Nación y Ciudad que fue el 2014, hoy estamos transitando el décimo año de un flagrante atentado a la memoria, una afrenta al gran almirante y a la Colectividad Italiana”, concluye Savoia.
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