Si bien el término parece preocupante, no es tan malo como parece y hay diversos síntomas que se deben tener en cuenta
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“Y, ¿vas a venir? “.
El mensaje lo recibí un jueves a las 9 de la noche. Había quedado en juntarme con unas amigas pero yo -que en ese momento tenía 30 semanas de embarazo- estaba tendida en mi cama viendo una serie. Lo había olvidado por completo.
Tres días después, se me perdieron las llaves de mi casa. “¿Qué me está pasando?”, pensé. “Eso es baby brain (cerebro de bebé), no tiene otra explicación”, me dijo mi hermana, con una seguridad total.
Fue la primera vez que escuché este concepto (también llamado en inglés “mommy brain” o “momnesia”) que supuestamente explica la pérdida de memoria y confusión mental que algunas mujeres experimentan durante el embarazo o en los meses posparto.
Investigaciones recientes apuntan a que se trata de un fenómeno que afecta a un 80% de estas mujeres embarazadas y que está relacionado con la contracción de materia gris en ciertas zonas del cerebro, incluidas las regiones prefrontales y el hipocampo, claves para la memoria.
Y aunque a lo largo de los años esto se ha visto como algo negativo o perjudicial, lo cierto es que podría ser todo lo contrario.
Reorganización del cerebro
Así lo sugiere un nuevo estudio titulado “Es hora de cambiar la etiqueta de Baby Brain”, publicado por la revista JAMA.
La investigación -realizada por los académicos Bridget Callaghan, Clare McCormack y Jodi Pawluski- asegura que hasta ahora se han ignorado las enormes facultades que las mujeres ganan en este período de sus vidas.
A través de una prueba de memoria, utilizando estímulos asociados con bebés (algo que no se había hecho hasta el momento), los investigadores llegaron a conclusiones que desafían lo que hasta ahora se creía que sucedía en los cerebros de las futuras madres.
“Descubrimos que las mujeres embarazadas muestran un fuerte impulso en el aprendizaje sobre elementos relacionados con el bebé, mientras que también tienen una memoria a largo plazo generalmente mejor que las mujeres que nunca han estado embarazadas”, señala el informe.
Esto se explicaría porque, más que una contracción de materia gris, lo que sucede es que durante el embarazo el cerebro pasa por un “período extraordinario de reorganización”, gracias a la “neuroplasticidad”, que es la capacidad que tiene el cerebro para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones.
En palabras simples, se trata de “reacomodar” la materia gris para responder a las necesidades propias de la maternidad. “Es un refinamiento de los circuitos neuronales asociados con la maternidad; una adaptación en lugar de déficit”, le explica a BBC Mundo Bridget Callaghan, una de las autoras de la investigación y doctora de la Universidad de California.
“Los cerebros de las madres cambian en su capacidad de respuesta a las señales de un bebé. Entonces, por ejemplo, el cerebro de una mamá es muy bueno para diferenciar el llanto de su propio bebé del de otro. Esto les permite cuidar mejor a sus bebés”, agrega.
De acuerdo con el estudio, estos cambios -que pueden durar hasta 6 años tras el parto- no solo se ven en madres biológicas, sino también en padres que no son los biológicos.
“Vemos que hay cambios cerebrales independientemente de si la persona ha dado a luz o no (...) a medida que aprenden el conjunto de comportamientos necesarios para mantener viva a su descendencia”, señala el estudio.
Bridget Callaghan explica que esto sugiere que hay algunos cambios cerebrales que son impulsados por hormonas y otros que parecen ser impulsados socialmente.
¿Matrescencia?
El estudio también señala que la maternidad conlleva un grado similar de modificaciones morfológicas cerebrales a las observadas durante la adolescencia.
A esta etapa de desarrollo se le denomina “matrescencia”. “Tanto la adolescencia como la matrescencia son ventanas neuroplásticas sensibles caracterizadas por cambios hormonales en la atención, la motivación, la cognición y el comportamiento necesarios para la adaptación a las nuevas demandas de la vida”, dice el estudio.
Para Bridget Callaghan, este hallazgo permite que, de ahora en adelante, veamos la maternidad como un “verdadero período de desarrollo, en el que ocurren cambios realmente rápidos, tanto a nivel biológico, hormonal y cerebral como a nivel psicológico y social”.
En este punto, los académicos consideran importante resaltar que la pérdida de memoria o confusión mental que algunas mujeres dicen experimentar también se puede justificar por factores externos, como la falta de sueño o estrés.
Además -dicen- muchas veces existe un “sesgo de atribución” al embarazo para justificar todas las cosas que le suceden a las futuras madres.
“Olvidás tus llaves todo el tiempo, pero cuando las olvidas mientras estás embarazada, entonces culpas al embarazo”, explica Callaghan. Esto, dice la investigadora, ha contribuido a una imagen negativa de la capacidad cerebral de las mujeres que darán a luz.
“Hay un componente muy fuerte de sexismo detrás del concepto de baby brain”, señala. “Hemos tenido una especie de visión paternalista de las madres y su capacidad. Y creo que es importante enfatizar en los elementos positivos y en lo difícil que es ser madre para que podamos, como cultura, comenzar a apreciar y valorar el trabajo que ellas hacen”, agrega.
Considerando todo lo anterior, quizás sea cierto lo que decía mi hermana. Olvidarme de la cita con mis amigas y de las llaves de mi casa podría explicarse, efectivamente, por este fenómeno del baby brain.
Pero ¿quién dijo que era malo? Ahora ya sé que mi cerebro se estaba “reacomodando” (y posiblemente preparando para la avalancha que venía).
*Por Fernanda Paúl
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