Después de las altas temperaturas del verano, estas especies pueden ser atacadas por plagas o verse perjudicadas ante la llegada de los primeros fríos. Qué tener en cuenta para que no pierdan su vigor.
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Ingrid Sieburger y Angélica P. de Bruballa
El verano ya es un viejo recuerdo y el otoño un presente instaladísimo. Y mientras que muchas de las plantas que pasaron los calores de la temporada estival estarán renaciendo, recuperándose o definitivamente recuperadas, habrá algunos cuidados de estación que las ayudarán a estar sanas y vigorosas.
- Aunque a los cactus no los afectan tanto el verano y el calor, donde florecen sin parar, suelen sufrir el ataque de hongos o cochinillas. Por eso, hay que fumigar con productos sistémicos específcos y preventivos para la cochinilla (dimetoato), los hongos (carbendazim) y la oruga (cipermetrina), para que no se manchen ni se enfermen.
- El otoño no suele tener un clima drástico, salvo en las regiones donde siempre es así. Es una estación ideal para hacer tareas preventivas contra el frío intenso, como controlar los sustratos, que deben ser drenados en todos los casos, tanto para cactus como suculentas.
- En el otoño se aplican por última vez productos químicos y fertilizantes. Estos últimos deben ser específicos para cactus y se usan también para suculentas no cactáceas.
- Otra tarea importante es recorrer el jardín y ver dónde están las plantas con la rotación del sol. En más de la mitad del país, el sol es muy fuerte en otoño. Es necesario verificar que las plantas estén protegidas de la lluvia en el caso de las que no la toleren con frío. A las suculentas no cactáceas les encantan el otoño y el invierno, y resisten mucho más el frío que el calor, siempre que no haya heladas.
- Las suculentas que pueden tolerar heladas son, por ejemplo, los Sempervivum y Sedum, aunque no se puede generalizar. Por eso, es aconsejable cubrirlas con tela antihelada cuando hiela. Los cactus que provienen del norte y noroeste argentino o de Chile, así como los patagónicos, toleran heladas pero deben estar completamente secos, sin riego.
- En los cactus debemos regar cada quince días para luego dejar de regar por completo; en las otras suculentas, seguiremos regando quincenalmente. Nada reemplaza nuestra mirada atenta: tenemos que recorrer el jardín y observarlo cada semana como mínimo; así, podremos prevenir en lugar de lamentar.
Espléndidas en otoño
En las suculentas no cactáceas, las épocas de crecimiento varían de género en género. Aunque es necesario considerar cada caso, algunas comienzan su época de esplendor en otoño.
- Los Kalanchoe están llenos de hojas nuevas, creciendo en altura y en general más lindos; inician su camino hacia un fin de invierno y comienzo de primavera florido y espléndido.
- Los Aeonium tienen forma de roseta y tallos largos y gruesos. No lo pasan bien en verano. En su hábitat, en las islas Canarias (España) y algunos lugares de África, sus rosetas se cierran para evitar perder humedad y deshidratarse. Para que esto no suceda cuando los tenemos en casa, debemos ubicarlos a la sombra y espaciar el riego. En otoño se ponen lindos, van tomando más color y parece que renacen. Este proceso durará hasta septiembre y octubre, cuando estarán en su plenitud.
- Los Senecio no pasan un buen verano. Como florecen en el invierno tardío, en verano reposan, se aletargan. No debemos regarlos de más ni permitir que los ataquen las pestes. En el otoño, se ponen brillantes, con sus hojas turgentes y coloreadas por el clima fresco. Las flores aparecen a principios de la primavera o en el invierno. Aunque no muy grandes, son muy coloridas: rojas, naranjas o amarillas.
- El grupo de las Apocynaceae se desarrollan más en el otoño, cuando los días se acortan, que es la manera en que las plantas saben que cambia la estación, sin importar la temperatura que haga. Es una familia muy grande, escindida de las Asclepiadaceae. Son suculentas de varios géneros, como las Stapelia, con flores muy vistosas pero de muy feo olor, aunque solo lo sentimos si nos acercamos a ellas. Vale la pena tener en casa algunas de sus diversas especies, que en otoño nos regalan sus raras flores con pelos y variados colores y rayas. La mayoría de estas plantas son de fácil cultivo, en general bajo un alero, en un lugar sin sol fuerte ni frío extremo.
Por Ingrid Sieburger y Angélica P. de Bruballa
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