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Todo tiene un comienzo. Y los 5.194 kilómetros de extensión de la ruta 40 que atraviesa toda la Argentina desde el extremo sur hasta La Quiaca, en su hito más al norte, disponen en Cabo Vírgenes, provincia de Santa Cruz, de su punto de partida: al costado de un faro se ubica un mojón gigante, generoso para que todos puedan sacarse una instantánea en la era de las selfies, que dice, sin ambigüedades, “kilómetro 0”.
Llegar hasta este punto no es sencillo
Está a 130 kilómetros de distancia de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. El camino es de ripio y no cuenta con estaciones de servicio ni pueblos intermedios. El estado general de la ruta es bueno, pero difícilmente el visitante se cruzará con otro automóvil -mucho menos con peatones- a lo largo del trayecto. Sí habrá ñandúes en grupos enormes -verlos correr es un espectáculo en sí mismo-, ovejas dispersas pastando ajenas a lo que ocurre a su alrededor y algún que otro zorro solitario con cara de estar esperando que una de esas ovejas se distraiga.
La aridez se ve entrecortada por yacimientos petrolíferos en los que no se ve ni una persona, instalaciones que parecen ser de producción y algunos campamentos. Diez kilómetros antes del arribo aparece, por fin, Monte Dinero: a mitad de camino entre un pueblo y una estancia y un kilómetro alejado de la ruta, ofrece las primeras vistas del mar, una panorámica que produce ganas de llorar de alegría y casas blancas con techos verdes.
Luego sí, el faro de Cabo Vírgenes. Hay dos accesos si uno llega con automóvil: uno es una pendiente suave y con un mejorado respetable. El otro, una subida empinada de casi 90 grados repleta de esos baches en los que un vehículo mediano puede dejar tranquilamente una de sus ruedas. La ironía es que el trayecto manso se encuentra en la parte trasera y, de acuerdo a cómo uno haya llegado hasta el lugar, lo verá recién cuando llegue a los más alto por el camino casi imposible, con el corazón latiéndole en el centro de la garganta.
Y de repente, el viento. Golpea con fuerza y parece perfectamente capaz de llevarse la puerta del auto apenas se la abre. Cuando uno logra sosegarse, puede apreciar las vistas maravillosas del Estrecho de Magallanes que ofrece la altura. Y, precisamente, el nombre de Cabo Vírgenes se debe a que la primera vez que Fernando de Magallanes llegó a estas tierras era el 21 de octubre de 1520, es decir, plena festividad de Santa Úrsula y las 11.000 vírgenes. El faro mide 26,35 metros, incluyendo el pararrayos. Fue inaugurado el 15 de abril de 1904 y da la sensación de estar abandonado, aunque si uno advierte a los gendarmes, y quiere visitar su interior, puede tener un día de suerte.
A poca distancia de allí se encuentra una pingüinera extremadamente prolífica: son miles de ejemplares que establecieron sus nidos en las matas verdes, una planta que abunda en la zona y que lleva ese nombre a pesar de que a simple vista es gris. Los calafates también se extienden por todo el territorio.
No hace falta adentrarse mucho para ver pingüinos: ya en el estacionamiento hay que conducir con cuidado porque alguno que otro anda revoloteando, aunque a distancia prudencial. Pero una vez que el visitante accede al sendero principal, el griterío es ensordecedor: miles de crías de color gris -a partir de los dos meses de vida el pelaje es la única manera de distinguirlas de los adultos negros, porque prácticamente los igualan en tamaño- claman por comida en simultáneo. Los pingüinos son muy amables con los visitantes: sus movimientos, su caminar y sus relaciones parecen estar preacordadas para que la gente pueda sacarles fotos.
Y llega el momento de volver. Pero antes, si el visitante se toma unos minutos para mirar la soledad que lo rodea, recibir el viento inclemente en la cara y experimentar esa exótica sensación de estar literalmente en el fin del mundo, sabrá que no hacía falta ningún mojón para saber que había llegado al kilómetro 0 del camino.
Santa Cruz en épocas de COVID-19
El viajero que llegue a la provincia, tanto por vía terrestre como aérea, necesita:
- - Permiso de Circulación Nacional (se obtiene en www.argentina.gob.ar/circular).
- - Permiso impreso de Circulación Santa Cruz (en circulacion.santacruz.gob.ar).
- - Declaración jurada para Circulación y Permanencia (en saludsantacruz.gob.ar/portal/declaracion-jurada-de-circulacion-y-permanencia-covid-19)
- - Declaración jurada individual de no presentar síntomas compatibles con COVID-19.
- - Comprobante de reserva y contratación de alojamiento en establecimientos registrados.
- - Seguro de asistencia al viajero con cobertura COVID-19 o comprobante de cobertura médica COVID-19.
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