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Sobre la montaña de escombros ya ha comenzado a crecer la maleza. El antiguo casino hotel de San Rafael, un ícono de Punta del Este, que se encontraba abandonado desde hace casi una década, fue demolido a mediados de 2019 para construir el proyecto arquitectónico e inmobiliario más ambicioso de esta ciudad balnearia, a cargo de la compañía hotelera Cipriani. Pero desde aquel derribo, hace más de dos años, la iniciativa no ha avanzado. No hubo más grúas, ni máquinas excavadoras, ni personal de obra.
Hoy, el predio luce igual que cuando terminaron las tareas de demolición, y si no fuera por los carteles que circundan el predio, donde se lee “Cipriani Ocean Resort and Club Residences”, todo parecería indicar que se trata de un terreno baldío.
Ni los vecinos, ni la alcaldía ni la intendencia saben en qué estado se encuentra la obra. En una entrevista con Radio Carve, el pasado 2 de septiembre, el intendente de Maldonado, Enrique Antía, fue interrogado sobre el tema: “¿Cipriani dónde anda?”, le preguntó un periodista. “La verdad es que yo tampoco lo sé”, respondió.
Reuniones
La última reunión entre el grupo inversor -empresa Fosara SA- y la intendencia fue en abril pasado. De acuerdo a Soledad Laguarda, directora general de Urbanismo de la intendencia departamental de Maldonado, en ese encuentro los empresarios propusieron modificar de manera radical el proyecto original, que había sido aprobado por la legislatura local en julio de 2018. La iniciativa que se dejó atrás, diseñada por el famoso arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, incluía la reconstrucción del hotel casino y la creación de dos edificios horizontales de 60 y 90 metros sobre el nivel del mar.
El nuevo proyecto, precisa Laguarda a LA NACION, es “completamente diferente”: ocupa los mismos metros cuadrados, pero los edificios no son horizontales, sino verticales, y mucho más altos: la primera torre, y la más elevada, medirá 237 metros, al igual que el Alvear Tower, el edificio más alto de Buenos Aires; la segunda, 170 metros, y la tercera, 125.
La altura máxima permitida para la construcción de edificios residenciales en esa zona de San Rafael, donde predominan las casas bajas y los chalets de verano, es de 12 metros, y la de los hoteles, de 28. Por esta razón, la nueva iniciativa de Cipriani, al igual que sucedió con la anterior, necesita que tanto el poder ejecutivo departamental como el legislativo le otorguen una excepción de construcción en altura.
Pero a diferencia de lo sucedido con el proyecto anterior, que logró obtener el visto bueno de ambos poderes gubernamentales, esta vez los metros extra que solicita el Grupo Cipriani son inéditos, no solo en la ciudad balnearia sino en todo Uruguay. Hasta el momento, el edificio más alto del país vecino es la Torre de las Telecomunicaciones, en Montevideo, que llega a los 158 metros.
“El nuevo proyecto todavía está en etapa de análisis, falta que Cipriani envíe información. En abril, les hicimos algunas observaciones técnicas, pedimos información que faltaba, pero hasta la fecha no la han brindado”, detalla Laguarda.
Cambio de planes
El proyecto aprobado del Grupo Cipriani -conocido como “la matraca” entre los vecinos, por la forma de los edificios-, fue inaugurado a pura pompa durante la temporada de verano de 2019. La gala fue considerada por algunos diarios locales como “el evento de la temporada”. Además de celebridades y empresarios, participaron del evento Antía, que se encontraba a un lado de Cipriani mientras él cortaba la cinta inaugural, y Yolanda Manoukián de Merlo, ex propietaria del hotel San Rafael. En el centro de la fiesta, había una maqueta del complejo hotelero y residencial, el mismo que este año fue descartado.
La razón detrás del cambio de planes tiene que ver con la posibilidad de desarrollar la obra en distintas etapas, explican desde la intendencia. En el proyecto anterior, uno de los edificios horizontales cruzaba por un costado del hotel casino, por lo que no se iba a poder poner en funcionamiento sin tener terminado todo el complejo. Ahora, los nuevos planos permitirían, en una primera etapa, inaugurar el hotel casino y una de las torres, y, luego, poner en funcionamiento el resto del proyecto.
Una vez que la empresa aporte los datos y planos solicitados, la intendencia decidirá si hace un informe favorable al proyecto. En caso de que así sea, el próximo paso sería pedirle una excepción de construcción en altura a la Junta Departamental, que tiene la última palabra.
LA NACION contactó Giuseppe Cipriani, propietario del terreno, para solicitar precisiones sobre el estado del proyecto, pero el empresario prefirió no hacer declaraciones.
El rechazo de vecinos y asociaciones civiles
Pese a las dimensiones del megaemprendimiento, la intendencia no ha solicitado al grupo inversor un informe del impacto ambiental de la obra. Laguarda afirma que, de acuerdo a la ley vigente, en este caso no es obligatorio pedirlo, ni por la ubicación, ni por el tipo de proyecto.
Sin embargo, las consecuencias en el ambiente y la disrupción con el paisaje local son dos de las principales preocupaciones de los vecinos, muchos de los cuales se oponen a la obra.
“En la zona hay un gran rechazo por el proyecto de Cipriani y también mucho descontento con el manejo que está teniendo la intendencia. Pareciera que cualquier persona que logra un permiso de excepción tiene potestad para demoler el patrimonio”, manifiesta Gabriel Rodríguez Arnabal, vecino del ex hotel San Rafael y desarrollador inmobiliario enfocado en la preservación patrimonial. También es vicepresidente de la asociación civil Patrimonio Activo.
El alcalde de Punta del Este, Javier Carballal, afirma, sin embargo, que este antiguo casino hotel de estilo Tudor, inaugurado en 1948, no poseía ninguna protección que pudiera impedir su demolición. “Hubo vecinos que se preocuparon en su momento por el proyecto de Cipriani, pero hay que entender que se trata de una propiedad privada que no tenía ninguna declaración de interés patrimonial”, destaca el funcionario.
Por esta razón, a partir de que se concretó su demolición, un grupo de vecinos liderado por Rodróguez Arnabal inició un proyecto conservacionista que se basa en catalogar las edificaciones más relevantes de San Rafael -entre otras, la casa Grey Rock y el Hotel L’auberge, ambas del arquitecto argentino Arturo J. Dubourg- para luego exigir una ley de amparo para la preservación urbanística de cada una.
La reconstrucción del Hotel San Rafael
“Cuando comience la obra, lo primero que tendrá que hacer Cipriani es reconstruir el hotel casino de San Rafael, el edificio original”, informó el alcalde a LA NACION. Según destaca, el hecho de mantener este edificio fue una condición impuesta por el gobierno de Maldonado al grupo inversor cuando este presentó el primer proyecto. Hoy, pese a que los planos de Cipriani han cambiado, este requerimiento se mantiene. “En ese sentido, el Hotel San Rafael se va a volver a tener”, suma el funcionario
El proyecto anterior, el único que obtuvo el aval gubernamental, fue aprobado por mayoría en la Junta Departamental de Maldonado en julio de 2018, con el apoyo de 25 de las 31 bancas. La iniciativa no solo contó con el visto bueno de los 16 legisladores oficialistas, del Partido Nacional, sino que también fue avalada por algunos miembros de la oposición: dos legisladores del Partido Colorado y siete del Frente Amplio.
William Rey, director general de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, asegura que cuando este plano fue aprobado, los legisladores que votaron no estaban al tanto de que Cipriani no planeaba mantener el edificio original, sino demolerlo y reconstruirlo. “La idea de demolición salió a la luz meses después. Antes, habían dicho que no se tocaba el hotel, que solo se hacía una ampliación. Y lo terminaron demoliendo, argumentando que lo iban a reconstruir incluso mejor de lo que era”, detalla el funcionario y arquitecto, que apenas se enteró de que iban a tirar abajo el edificio presentó un amparo judicial.
En ese momento, él todavía no ocupaba un cargo estatal. “Me respaldó la Sociedad de Arquitectos de Uruguay y la Facultad de Arquitectura. Planteamos que no había que demoler. Logramos frenarlo por dos días y al final la jueza no dio lugar al amparo sobre la base de que fue planteado fuera de fecha”, detalla.
El argumento del grupo inversor para demoler el edificio, que había dejado de funcionar en 2012, fue que este se encontraba en tan mal estado que era más conveniente derribarlo y volver a construirlo que restaurarlo, explicaron desde la intendencia. Pero Rey duda: “El hotel era absolutamente recuperable. La empresa estuvo más de 50 días dándole con todo para poder demolerlo. Eso habla de una integridad estructural absoluta. Lo único que estaba mal era la cubierta de pizarra”.
Pese a su rechazo a la demolición del edificio original, Rey espera que Cipriani cumpla con alguno de sus proyectos, sea el que fue aceptado o el nuevo. “Por mala que sea la construcción, ojalá se haga. Sino todo ha sido un proceso patético y lamentable. Ya no tenemos el [hotel] San Rafael. Ahora, la única forma en la que podemos ganar es si se realiza una inversión hotelera grande con casino en el lugar, como prometió Cipriani”, suma.
En diciembre del año pasado, el Poder Ejecutivo le concedió al grupo Cipriani la licitación del casino privado condicionado a la edificación de un hotel de lujo. LA NACION pidió información al Gobierno sobre el estado y la fecha de vencimiento de este contrato, pero los voceros consultados prefirieron no brindar precisiones. Desde la intendencia, sin embargo, aseguran, sin brindar información concreta, que aún hay trabas entre Cipriani y el gobierno nacional que obstaculizan el proyecto.
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