Punta del Este: las claves de una temporada distinta
PUNTA DEL ESTE.– La taquería y el puesto de sándwiches de bondiola alrededor del muy frecuentado café Borneo, sobre la principal de La Barra, están cerrados y desarmados. Los lugares que no funcionaron el verano pasado decidieron no reabrir esta temporada y, pocos días antes de que comience la temporada alta, son pocas las nuevas propuestas en el balneario esteño. El año pasado vinieron más turistas, sobre todo argentinos, pero los comerciantes coinciden en que ello no repercutió en el consumo. De este lado del charco, la crisis económica argentina se sintió durante el invierno, y para este verano la expectativa es en todos lados la misma: menos argentinos de clase media, más brasileños que compensan, y un balneario que se vuelve más exclusivo.
"En mayo, cuando explotó la bomba económica en la Argentina, se dio vuelta la tortilla. Generó cimbronazo que estuviéramos tanto más caros que nuestro vecino y pensamos que no vendría nadie. Hoy, la situación cambió. Estamos más caros, pero la brecha se achicó. Me hace pensar que van a venir como siempre, quizá no como el último verano. El argentino de clase media-media no vendrá, y sí el de clase media alta", analiza el director de Turismo de Maldonado, Luis Borsani.
El panorama se confirma en las inmobiliarias: 35% menos alquileres que el año pasado y 20% menos a través de las plataformas. "Las unidades que no se alquilan son las de bajo valor (120 dólares por día). Las de alto valor (a partir de los 10.000 dólares por 15 días), todo alquilado", cuenta el vicepresidente de la Cámara Inmobiliaria Punta del Este-Maldonado, Javier Sena.
Otro dato interesante a tener en cuenta para medir la actitud comercial de este fin de año: los supermercados alquilaron menos casas para sus empleados. En La Barra dicen que tienen todo lleno hasta el 15 y que, para después, "hay mucho regateo". La expectativa es menos alta que el verano pasado. El espíritu se ve sobre todo en bares y restaurantes de la zona: los que se preparan son los que estuvieron abiertos todo el año. A diferencia de diciembre de 2017, no se ven nuevos lugares ultimando detalles de deck y pintura antes de la apertura.
El casco viejo de José Ignacio –36 manzanas con 200 casas, de las cuales la mitad se alquila– suele concentrar la demanda con valores más elevados porque todo es within walking distance y porque estar aquí es también una cuestión de estatus. Si bien el mercado es chico, con capacidad limitada, este refugio tardó en completarse. Y la temporada se acorta. "Este año sentimos retracción en la demanda y ello causó enlentecimiento en concretar operaciones, pero no hay cambio de perfil. Los propietarios van a venir. Y para los que alquilan, los reveses los afectan pero no los cambian sustancialmente. Vamos a sentir la crisis económica argentina sobre todo a nivel comercial: aunque tengas alto poder adquisitivo, si no te afecta el bolsillo te afecta la cabeza", resume Ignacio Ruibal, fundador de la inmobiliaria de referencia de la zona, ubicada frente a la plaza de José Ignacio. Allí, los habitués se sorprenderán al llegar con un nuevo boulevard estilo Miami que la intendencia construyó en la calle que lleva a La Huella. Los locales están divididos sobre esta iniciativa. Le ven una vida útil muy corta.
Este verano puede que los grandes ganadores sean los restaurantes y cafés gastronómicos. Con temporadas más cortas, los turistas suelen dejar todo por ese tiempo de placer que dura poco. Si bien los brasileños son gastadores, y los estadounidenses y europeos hacen la diferencia porque consumen servicios (cocineros privados, seguridad, empleadas domésticas), son los argentinos quienes se quedan más tiempo y, como dice Borsani, "saben cómo usar el bolsillo".
Los precios de supermercado estarán al menos 20% más caros que en Buenos Aires (en el balneario, los productos en las grandes cadenas suelen tener un aumento de 15% en relación con Montevideo, de por sí más caro que en la capital porteña), así que la devolución del 22% de IVA en gastronomía (restaurantes, cafés y catering), sumada a los acuerdos con bancos argentinos, seducirá a más de uno. Si bien comer en el Este es más caro que en Buenos Aires, las cuentas pueden a veces reducirse hasta casi la mitad, y la opción resulta más atractiva que comer en casa.
"Con puentes, dólar paralelo y con restricciones, el argentino siempre vino. Este lugar fue creado por argentinos y aquí él es amo y señor. El brasileño gasta más porque viene para divertirse en Reveillón, pero el argentino es muy buen comensal", asegura confiado el presidente de la Corporación Gastronómica de Punta del Este, Gastón Figun, radicado en el balneario hace 15 años.
Con los pies en la arena
Para vivir el verano con los pies en la arena, una opción muy tentadora es el nuevo Beach Club Las Piedras, que inaugura el 26 de diciembre en José Ignacio. Tendrá capacidad para 100 personas sentadas, camastros, zona vip sobre la playa y la gastronomía fresca del Café de la Musique, muy conocido en Florianópolis. Esta es una propuesta de los dueños del exclusivo Hotel Fasano Las Piedras. Para agendar: el 2 de enero organizan una fiesta al atardecer con el DJ Guy Gerber.
Otra alternativa que no falla es La Susana, el parador de las estancias Vik frente al barrio La Juanita, camino a José Ignacio. Además de un menú interesante con vista al mar o en una mesa enterrada en la arena, aquí organizan fiesta de fin de año para 300 personas con cena, open bar y baile. Festejar la llegada del 2019 cuesta 500 dólares (un precio estándar para este rango de propuesta) y todavía quedan 70 lugares libres.
Por último, I’Marangatú, viejo conocido en la 7 de la mansa que fue renovado y entra en su tercera temporada con una clientela fiel y agradecida porque el lugar permanece abierto –y muy concurrido– todo el año. Siempre está muy bien ambientado y también organizan fiesta de fin de año. Una buena opción para tomar un trago, relajado, mirando el atardecer.
Las nuevas propuestas
En la entrada de José Ignacio, en el lugar que el chef de La Bourgogne Jean-Paul Bondoux dejó libre hace dos años, abrió Panadería José Ignacio, un proyecto del chef ejecutivo de Estancias Vik, Marcelo Betancourt, en conjunto con el joven Tomás Golia y Alberto Pomés, que tiene una granja orgánica en La Corona. Alquilaron el lugar en agosto y planean abrir todo el año. En verano el horario será de 8 a 20. Los panes son de fermentación natural (baguette, ciabatta, pan de campo, pan integral) y también habrá croissants, pains au chocolat, bizcochitos, sándwiches.
Además de los ya clásicos La Huella y Mostrador Santa Teresita, el italiano Il Faro recibe nuevamente este año y, frente a la plaza, La Excusa se mantiene como lugar de encuentro para tomar y comer algo, con bandas en vivo al aire libre. Estuvo abierto todo el año y esta temporada se agranda con un espacio de arte, Paideia, frente a Popeye, con workshops y talleres de dibujo para los más chicos, charlas y cócteles. Al lado de La Excusa, el Almacén del Palmar, manejado por el hijo de Bondoux, cerró y en su lugar se instaló Cruz del Sur, huerta orgánica de la sobrina de Francis Mallmann.
En el barrio La Juanita, siguen firmes La Juana y La Olada, además de Ferona para tomar algo y divertirse.
Los fieles de La Barra
Punto de encuentro de los más jóvenes en verano, La Barra es el lugar elegido por muchos de los que deciden vivir en el Este todo el año y, tal vez por eso, también es aquí donde se arman proyectos de larga duración. Empiezan así a aparecer refugios con identidad que vale la pena tener en cuenta. En Coffee Borneo todo es rico, el café es el mejor de la zona y su dueño Tomás Moche, además de cuidar de las plantas y enredaderas del lugar, organiza swaps (intercambios) de tablas de surf para generar comunidad.
A pocos metros de ahí está Alma, almacén orgánico para comprar todos los productos comestibles que se necesitan en el cotidiano y donde también se organizan clases de yoga. Cruzando la calle, El Bodegón, manejado por Andrés y Victoria, con pasta casera los domingos, brunch, tacos de maíz con carne, cerdo macerado y pescado, empanadas caseras como La Humita Oriental, una delicia de boniato, choclo y coco, y un brioche que roba la mirada. Abrieron el verano pasado y, como el resto, se mantuvieron todo el año. Los vecinos agradecen y apoyan a quienes se animaron a seguir. Aquí incluso organizaron ciclos de cenas y talleres cuando el panorama era algo más desértico que ahora.
A dos cuadras hacia el este, vuelve a abrir por tercera temporada el puesto de Mahalo Bowls, una iniciativa traída de Indonesia que combina frutas licuadas, granola y banana servidos en un coco por 250 pesos uruguayos. Este año incorporan tostadas con palta y otras variedades. El plus: los árboles y la vista a las olas de La Barra.
También para tener en cuenta si están por esa zona: las hamburguesas de Deliss, la pizza bien uruguaya por metro y los chivitos de Pico Alto, los Hoku Poke Bowls sobre la calle principal, El Abrazo en Manantiales, y el Café El Tesoro, a la izquierda no bien cruzan el puente ondulado, con sabij mediterráneo, mollejas y chutney de manzanas y criolla, y unos cuadraditos de frutos secos imperdibles.
Uno de los mejores lugares para tomar un trago y mirar el atardecer, programa esteño por excelencia, es el Hotel Fasano y sus tardes de DJ sets. Para Año Nuevo también organizan una megacomida y fiesta para 700 personas, con varios vips confirmados. El precio es de 800 dólares, barra libre y espectáculo incluidos. Para el primer atardecer de 2019 estará pasando música el Chino Moro, directo del Nómade de Tulum.
Al lado del Fasano, la casa AguaVerde Wine Lodge y sus 40 hectáreas inaugura este verano un restaurante para 150 comensales y un menú de 100 dólares que incluye el uso de la piscina y saunas del lugar. Este paraíso verde con dos casas y 7 habitaciones, que hasta ahora se alquilaba solamente para fiestas, se abre como hotel bajo el concepto "only you": el primero que reserva puede optar si quiere que haya otros huéspedes o quedarse con la exclusividad del espacio. El costo de esta experiencia es de 500 dólares (por persona) en verano. Aquí también organizan una fiesta para fin de año.
Hacia la Punta, cabe mencionar también Tea for Three cerca del shopping; Gron Café, con el mejor café de esa zona, alquiler de bicicletas y compra de accesorios, y Macachín en Maldonado, con pocas mesas y ambiente alejado del playero, pero mucha creatividad en los platos.
Para quienes busquen un poco de arte: en Manantiales se puede pasear por el parque de esculturas del uruguayo Pablo Atchugarry y la feria Este Arte presenta su 5ª edición del 4 al 8 de enero (25 galerías regionales e internacionales), como siempre en el Centro de Convenciones. Además, el proyecto artístico Campo en Pueblo Garzón avanza firme con una segunda edición del festival de arte anual Artfest (28 y 29 de diciembre), que culminará con una cena comunitaria al aire libre para 200 personas. El chef de Bodega Garzón Ricky Motta estará a cargo de la cocina, y este verano se suma también Campo Canteen, un nuevo espacio de café, galería de arte y actividades en el pueblo.
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