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Reina absoluta de la lycra con brillos y mujer adelantada a su tiempo, (“empoderada” mucho antes de que se inventara la palabra), Raffaella Carrá no le temía a nada, menos a los códigos de estilo. En estos días los obituarios recordaban su vestir irreverente sobre el escenario, en especial cuando en 1970 la animadora italiana apareció en un programa de la RAI bailando y cantando Tuca Tuca con el ombligo al aire, para espanto del Papa de turno.
El actual tampoco tiene respiro en ese sentido. Mientras el sumo pontífice entrababa al quirófano, Kim Kardashian paseaba por los claustros de la santa sede con vestido de encaje transparente y escote para el infarto, desafiando el dress code que dice que para entrar a los templos o visitar reyes y presidentes hay que ir recatadas, no sea cosa que un centímetro de carne banalice la institución, tal como sucedió semanas atrás cuando el cantante canadiense Justin Bieber y su mujer Hailey Baldwin visitaron al presidente Macron en el Palacio Eliseo.
“Tu mujer es guapa, pero se debería haber vestido para la ocasión”
La foto del encuentro entre los matrimonios fue pasto para las redes sociales y dejó en claro que seguimos atadados a mandatos y reglas de etiqueta, a veces sin cuestionarlas. El primer mandatario de Francia Emmanuel Macron y la primera dama Brigitte recibieron sonrientes y con sus trajes de personaje (él saco y corbata; ella tacos y pret a porter) a los Bieber-Bladwin, que rompieron el protocolo de la ocasión. En particular la bella Hailey, que se presentó calzada dentro de un vestido con cuello halter que dejaba hombros y panza al aire, con falda lápiz ajustada y espalda completamente desnuda, todo arriba de unas sandalias de equilibrista. O venía de un coctel o iba después. Al momento del posado situaron a las mujeres en los extremos. Lo bien que hicieron, pues aunque la reunión fue distendida y fuera de agenda, habría sido inquietante para Macron tener que rozar la espalda despampanante de la modelo. Apenas el cantante subió la imagen a sus redes, los seguidores recogieron el guante: “tu mujer es guapa, pero se debería haber vestido para la ocasión”, escribió una usuaria que obtuvo más de 8000 me gusta en menos de una hora. Otro decía: “¿Hailey va al club o qué? Igual le están esperando fuera las Kardashian”. Una más polait, acotó: “Esto es genial, pero me causan problemas estos atuendos”. Y uno agregó: “¿Quién lleva eso para reunirse con el presidente de Francia? Tiene tan poca clase y buen gusto” remataba. “Todo el mundo está juzgando a Hailey, pero nadie va a decir nada de Justin, que lleva traje con Nikes? ¿O de su camisa desabrochada?” colaba otro, aunque claramente Bieber no contaba en la escena.
A veces nos encantan los millennials
Con su falta de registro van por la vida derribando lo que estaba fijo, desmitificando el poder de las investiduras y dejando claro que el respeto se mide por otros valores, que en todo caso no tienen que ver con las jerarquías sociales. Aunque sus intenciones suelen estar vacías de fundamentos intelectuales, y más bien se mueven por impulso, sin dudas es preferible lo auténtico a lo actuado. La performance de lo respetable – trajecito abotonado y pelo recogido a lo señora para asistir a eventos institucionales o cualquier otra cita “seria”, tan propio de las primeras damas y funcionarias públicas- resulta cuando menos falsa en su círculo, y más en el caso de mujeres que exponen lo contrario en sus redes. Pocas van a estrechar la mano de reinas, reyes, príncipes y presidentes vestidas de sí mismas. Por eso le agradecemos el outfit a Hailey, que no montó ningún personaje que no fuera el propio.
“Sí que es una imagen sorprendente, que se sale de lo habitual. Seguramente se les envió unas recomendaciones de etiqueta de traje oscuro para él y falda por la rodilla o traje pantalón para ella, y las ignoraron. Pero Justin Bieber y Hailey Baldwin se representan solo a sí mismos, no estamos hablando de un presidente del gobierno y una directora del FMI. Lo que han hecho es aprovechar esa oportunidad para seguir construyendo su marca, de matrimonio joven, moderno, pegado a la tendencia. En esa foto queda muy claro que tanto los Macron como los Baldwin Bieber están hablando cada uno a su público” decía la experta Marina Fernández, profesora de protocolo e imagen en la Escuela de Protocolo de Madrid, consultada por el diario El Pais. Además, señalaba, el acto no tenía ninguna trascendencia política, de hecho fue en el marco del Festival de la Música que se realizaba entonces en Paris. “Si Hailey Baldwin se hubiera presentado con la barriga al aire a un funeral, entonces sí que tendríamos un problema. Se le habría ido la mano con la estrategia de comunicación” agregaba.