Para los que volvieron enamorados de un destino, para los que están planificando un viaje, para los que juegan a cerrar los ojos y que el dedo caiga donde caiga: objetos para estar siempre dentro del mapa
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34 Sur | Martín Alalu es fanático de los mapas; Gabriela Schijvarg, su novia, de la decoración. Él es politólogo, ella psicóloga. Cuando empezaron a buscar un mapa para colgar en su casa no se imaginaron que iban a terminar investigando ciudades gigantescas alrededor del mundo y pequeños pueblitos perdidos en el interior de la Argentina. Pero así fue: empezaron con un mapa a medida para ellos (el de Montevideo) y se entusiasmaron. A fines del año pasado estrenaban 34 Sur con su primer pedido: la ciudad italiana Bérgamo. De ahí saltaron a su primera serie cosmopolita (Buenos Aires - Berlín - Londres - París - Nueva York) y hoy cuentan con más de 150 ciudades. La promesa de la marca ("Contá su historia") es que cada viajero o aspirante a explorador pueda elegir su destino: sin revelar el secreto, aseguran que pueden llevar al papel cualquier deseo cartográfico. "Los viajes son una cuestión muy personal. La experiencia de cada uno es distinta, aunque vayamos todos a los mismos lados. Hay lugares que te tocan desde lo emocional: la ciudad en la que nacieron tus abuelos, el lugar en el que conociste a tu pareja", cuenta la dupla de 34 Sur. Con cada nuevo pedido, emprenden un viaje íntimo por la vida de la persona: entre los más inéditos repasan el de Angastaco, un pueblo salteño que sólo tiene ocho calles, y el de Salliqueló, una localidad a 550 km de Buenos Aires. Los ríos, las líneas de la costa, los puertos y el emplazado urbano ilustran cada cuadro, cuyas láminas se imprimen en papel de 270 gramos y se enmarcan con varillas de colores a elección en tres tamaños: 20 x 30, 30 x 40 y 50 x 70. Al pie figura el nombre de la ciudad, el país, la latitud y la longitud.
Intendente Alvear | "Queríamos recuperar el espíritu de la industria nacional, ese que conocieron nuestros abuelos", cantan a coro Sol Franco, Isabel Bayala y Carolina Méndez, arquitecta, artista plástica y redactora respetivamente. Este trío multidisciplinario se cargó al hombro el "Hecho en Argentina" y dio rienda suelta a la producción artesanal: eligen géneros nobles y materiales duraderos para crear piezas y objetos que se hereden de una generación a otra. "Nos gusta mucho viajar. Siempre prestamos atención a las intervenciones urbanas y arquitectónicas, a las instalaciones artísticas y al uso de los materiales. Nos encantan los hallazgos: a veces suceden en un canastito único en el Soho de Nueva York, otras en un mercado en el interior de nuestro país", cuenta Sol. La colección de almohadones náuticos surge de una serie de ilustraciones que seleccionaron de libros antiguos y que intervinieron a mano para luego serigrafiar sobre gabardinas de algodón prelavadas. La pluma divertida se encuentra en cada producto: "Serie tan pero tan alucinante que despierta impulsos bélicos incontenibles. Nunca una guerra de almohadones había sido tan intensa. Vuelan por el aire e impactan al contrincante al grito de los mejores insultos del Capitán Haddock: "¡sietemesino con salsa tártara! ¡vendedor de guano! ¡marinero de agua dulce! ¡pirata de carnaval!". Una de las novedades viajeras de Intendente Alvear son los broches de madera balsa: pequeños aviones pintados a mano para colgar fotografías o papeles.
Don Mundo | "Teníamos que diseñar un regalo empresarial para un cliente y se nos ocurrió hacer un globo terráqueo", cuenta Eugenia Fernández, una de las directoras de una agencia de publicidad. Les gustó tanto que pensaron en desarrollar una línea de globos temáticos, hoy una colección compuesta por ocho modelos. El globo es una esfera plástica de 25 cm de diámetro cubierta por gajos de papel impresos y las bases son metálicas y pintadas o niqueladas según el modelo. Todas las piezas son 100% de producción nacional y su ensamble es artesanal. Además de ambientar espacios, los globos de Don Mundo fueron diseñados para distintos tipos de viajeros según sus edades o intereses. El modelo "Paz" fue pensado para adolescentes y el "Infantil" para niños. Para mujeres amantes de la decoración y el interiorismo diseñaron "Birds" y "Spring", y para escritorios u oficinas, "Dorado" y "Antiguo". "Étnico" y "Música" son los modelos en los que la marca exploró los rasgos culturales de cada destino. "Cada globo terráqueo está lleno de detalles: tienen ilustraciones, personajes o elementos que permiten recorrer el mundo, además de decorar ambientes. Queríamos personificar al producto, por eso le pusimos Don Mundo", explica el equipo. Todos los diseños fueron aprobados y certificados por el Instituto Geográfico Nacional.
Terral | Sucede a la última hora de la tarde, cuando baja la temperatura del día, en especial en zonas costeras. Hace un año, para esta misma época, Terral comenzaba a ser algo más que un tipo de viento: las primas Florencia Goyheneix (diseñadora gráfica) y Mercedes Goyheneix (musicoterapeuta) unieron su pasión por los viajes, el arte, los mapas y el diseño para crear su marca, un homenaje a la tierra que las vio crecer e invitó a descubrir sus secretos. "Nos gustó pensar en la idea del paso por este mundo, de conocerlo y dejar la huella propia y saber que otros también lo hacen. El soñar este proyecto juntas nos volvió a reencontrar como primas: en el proceso nos dimos cuenta de todo lo que teníamos en común y no sabíamos. Descubrimos un nuevo proyecto y nos redescubrimos como mujeres y familia", reflexionan. En Terral se pueden encontrar tres tipos de piezas, todas únicas y hechas a mano con mapas de Argentina, América del Sur, Centroamérica, Europa, Australia, Sudeste Asiático, África y el mundo entero. Los bloques decorativos, que pueden apoyarse o colgarse (14 x 14 cm o 20 x 20 cm); los cuadros (rectangulares o circulares: 0,90 x 0,70 cm y 70 cm de diámetro) y las Woodlamps (20 x 20 cm). Todas son hechas en madera seleccionada de pino, que es recortada y lijada a mano en carpintería, y luego pintada con pincel por las primas Goyheneix. La última etapa del proceso de producción es el grabado del mapa, que se hace con láser. Como complementos para los mapas, desarrollaron una colección de pins temáticos de madera con formas de animales y medios de transporte. "Somos unas buscadoras de viajes, ambas compartimos el pensamiento del viaje como una inversión y cada vez que ahorramos, lo dedicamos a viajes, quizás dejando otras cosas de lado", cuentan.
Coqueteadores | La vida de Eugenia Oriozabala puede contarse a través de sus viajes. Nació en Santa Fé, pero al terminar el secundario se instaló en Buenos Aires. Estudió publicidad y fue transitando por distintas agencias hasta que decidió tomarse seis meses para viajar. Los destinos imposibles la fueron tentando y la travesía se extendió al año: empezó en India, pero después de 12 meses había dado la vuelta por 22 países. De cada parada se llevaba ideas, tomaba fotos y escribía en su cuaderno. "Fue un viaje muy interior, estuve en muchos países de Asia. Cuando volví, dije: ‘Es el momento’. Agarré el cuaderno y repasé mis ideas. Una de ellas era la de Coqueteadores. Parte de su filosofía tiene que ver con el orden interno y el orden externo, dos pilares de la marca", cuenta Eugenia. Entre los productos que desarrolló están los Coquet Travels, cuadros murales para colgar o apoyar (60 x 40 cm), serigrafiados en gabardina con la imagen del mundo o de la Argentina. Vienen en más de 20 combinaciones de colores e incluyen 24 chinches para marcar los destinos por visitar y los ya conocidos. "Antes de irme de viaje compré un mapa y marqué los lugares que quería visitar: muchos de ellos me parecían imposibles. Cuando volví, agarré el mapa y vi que los había hecho casi todos. De ahí surgió un poco la idea también", recuerda.
Wooderful Life | Las tradicionales cajitas musicales de la infancia que sonaban con valses rusos fueron revisitadas por Jean Cultural & Creative Co. en estas versiones para coleccionistas. Fabricadas con maderas seleccionadas y ensambladas a mano con la precisión y prolijidad de un relojero suizo, proponen distintas situaciones en escenarios urbanos. Londres, Nueva York, Ámsterdam y Venecia son algunas de las ciudades que giran al son de melodías ideales para la siesta.