Profesionales del orden: furor por los servicios que mantienen la casa organizada
Vivir con menos es una de las premisas de Marie Kondo y el aspiracional de muchas personas que buscan despojarse de sus objetos; los servicios a domicilio se multiplican a pesar de los altos costos: cuestan desde $1000 por hora
En un mundo cada vez más superpoblado de objetos descartables -y que ya está viendo las consecuencias económicas, ambientales e incluso psicológicas de ese exceso- una mujer japonesa propuso una idea tan sencilla como revolucionaria: vivir con menos. Primero desde sus libros y luego desde su propia serie de Netflix (que levantó polémica), Marie Kondo llevó a las masas el método KonMari, inspirado en la tradicional religión japonesa shinto. Lejos tanto del culto del consumo como de una idea "obsesiva" de la organización del hogar, una de las características más salientes del método KonMari es que propone la alegría como criterio para elegir los objetos que nos rodean. Así, quedan sentadas las bases del furor que Kondo: la organización de los espacios que habitamos no solamente como una herramienta de comodidad, sino también de bienestar emocional.
Muchas personas, a partir de la tendencia, empezaron a intentar despojarse de aquello que no les brindaba alegría: sin embargo, no pocos se encontraron con que producir y mantener el orden en sus casas era menos fácil de lo que creían. La oferta y la demanda hicieron su trabajo y surgió entonces un incipiente mercado: el de los "organizadores profesionales", que trabajan asistiendo a otros a ordenar sus espacios privados.
¿En qué consisten estos servicios? ¿Funcionan? ¿De dónde sale el deseo de contratarlos? ¿Se trata solo de una necesidad paradójica de tener todo lo que está de moda o hay algo más? Poveedoras, clientes y expertos desentraña el fenómeno del orden.
En rigor, la existencia de los organizadores profesionales es muy anterior a la aparición de Marie Kondo: en Estados Unidos, explica Marietta Vitale -que realiza este trabajo desde 2012-, los "personal organizers" ofrecen sus servicios al menos desde la década del 80. Pero en la Argentina estos profesionales del orden empezaron a popularizarse el último lustro. Sus honorarios son altos: algunos cobran unos $10.000 por jornada de trabajo (más materiales), mientras que otros cotizan a partir de $1000 la hora.
Para Marietta, la tendencia a la búsqueda del orden en los espacios es una extensión natural de la atención reciente por el autocuidado y la mirada sobre el cuerpo: "Considero el orden una herramienta para vivir mejor. No es la única, sino que se suma a las que en los últimos años se fueron comenzando a practicar (no me gusta hablar de modas, sino que cada uno busca y encuentra lo que le haga bien). Hacer ejercicio físico como el running o yoga, la importancia de la comida orgánica y saludable, de a poco fuimos buscando aquello que nos hacía sentir mejor. Le empezamos a dar más importancia a nuestro primer hogar (nuestro cuerpo) y ahora es el momento de ocuparnos de nuestro segundo hogar (nuestra casa), a la cual considero que hay que darle importancia también, porque se trata del lugar en el cual habitamos", reflexiona
Sobre su método, que no se vincula para nada con el KonMarie (las ideas de Kondo apenas empezaban a circular en el mundo occidental cuando Marietta comenzó a trabajar), quizá su mejor promotora sea Inés Civile (49), psicóloga y escultora, que contrató los servicios de Marietta hace ya unos años. "Yo ya había leído los libros de Marie Kondo, me habían gustado un montón, pero en esa época yo vivía en Madrid. Y después, cuando volví a Buenos Aires, en 2016, llegué, me instalé y en 2017 mi casa era un lío... y ahí me puse a buscar a ver si en la Argentina había algo parecido a lo de Marie Kondo, y así descubrí a Marietta", cuenta Inés, y agrega: "Sobre todo necesitaba clasificar, ordenar y descartar".
El trabajo de Marietta es siempre in situ y muy personalizado con cada dueña o dueño de casa: para Inés, la presencia física de Marietta fue clave en el éxito de su reorganización. "En casa somos bastantes: mi marido, mis tres hijos y yo. El más grande ya no estaba en casa, pero muchas de sus cosas sí. Algunas todavía están", se ríe. "El hecho de que venga alguien de afuera a poner un gran espejo en mi casa hizo que los demás colaboraran con muchas más ganas. No era lo mismo que yo impartiera una orden que el hecho de que viniera alguien de afuera; fue mucho más aceptado, así que fue un gran alivio la llegada de Marietta a casa -sostiene-. Fue un vehículo muy importante para que todos se sumaran a este proceso de reorganizarse y de repensarse, y realmente poder despedirnos y agradecer lo que disfrutamos y usamos y que ya no nos era útil. Me hizo mucho bien", dice Inés, que destaca todo el tiempo el factor emocional: "Personalmente fue un proceso integrador, porque también para mí despojarme de cosas de los chicos cuando eran chicos, ordenar fotos, no solamente la parte más práctica que es esto de clasificar y tener todo en su lugar, sino la cuestión de las emociones: liberar, dejar ir, soltar, fue muy beneficioso". Esta parte del trabajo es clave para Marietta: no casualmente su libro se llama Terapia del orden (2017, Ediciones B).
Cada cual con su manual
Pero ni todos los organizadores trabajan de la misma manera ni todos los clientes necesitan lo mismo: Fernando Diez, empresario, de 34 años ("soltero con tres perros", aclara), prefirió aprovechar sus vacaciones para irse de su casa y dejarle a Brenda Haines -la organizadora que contrató- libertad de acción completa. "Fue un desafío para mí eso -plantea-, pero quedé mucho más que satisfecho. Me siento mucho más feliz en la casa, la veo distinto, si bien siempre estuve contento ahora estoy contentísimo y toda la gente que viene a casa -soy bastante social, hago muchos eventos- todos lo notaron y les encantó". Fernando se confiesa desordenado, "pero a veces necesito el orden, por eso elegí delegarlo": no lo piensa tanto desde un costado emocional como desde la practicidad y la comodidad de tener todo cerca y encontrar sus cosas, más teniendo en cuenta que viaja mucho por trabajo. "El orden es primordial, pero a mí me cuesta, no me sale naturalmente... y además sí genera una paz que está buena, lo superrecomiendo", afirma.
Brenda organiza todos los espacios de la casa: suele pedir fotos y en función de ellas calcular los días que le tomará el trabajo. "Suelo ir con una asistente o dos, y una vez que estamos ahí damos vuelta el espacio: clasificamos, rotulamos todo, le encontramos un lugar a cada cosa, si es ropa les enseñamos a doblar... al cliente que quiera participar, claro, porque muchos prefieren no estar, eso depende de cada uno", explica. "La idea siempre es dejarles una guía o enseñarles a doblar para que lo puedan mantener. Igual siempre digo, dejamos todo ordenado de manera que parece un jardín de infantes: con todo rotulado y organizado es muy difícil que no lo puedan mantener, con muy poquito esfuerzo", agrega.
Hay muchas razones, dice Brenda, por las cuales una persona puede convocar a una organizadora profesional: "Algunos no saben por dónde empezar, o trabajan afuera todo el día y no tienen tiempo... muchas veces es alguien que está deprimido y no puede, muchas veces es alguien que no sabe o no quiere o no le gusta y muchas veces también cuando hay una pérdida de un familiar y les cuesta mucho sacar las cosas de alguien que ya no está y necesitan a alguien que venga a darles un empujón". En relación con el tipo de clientela que recibe, Brenda dice que es muy diversa en términos sociales y económicos, pero resalta que en general son mujeres las que la convocan, vivan solas o con otros, lo cual no sorprende, teniendo en cuenta que la organización del hogar todavía es considerada socialmente una responsabilidad femenina (la amplia mayoría de las organizadoras profesionales son, también, mujeres).
En cuanto a su método, Brenda tiene varias estrategias: divide los ambientes en cuatro partes, rotula absolutamente todo para que cualquiera pueda encontrar y volver a guardar las cosas fácilmente (no solamente el que ordenó) y encontrarle a cada cosa su lugar lógico. "Fundamentalmente me gusta eso, encontrar el lugar de cada cosa y enseñarle al cliente a mantenerlo", cuenta.
La gestión de la vida
Aunque algunos seguidores de Marie Kondo suelen hacer hincapié en el trasfondo espiritual del método, vale la pena destacar que estas ideas sobre el orden y la organización también son muy cercanas a la gestión empresarial. Ingrid Hajnal, alias The Organization Wiz (el nombre de su emprendimiento de coaching para organizadores profesionales y personas individuales), lo sabe muy bien: "Yo soy licenciada en Economía, me empecé a dedicar a esto por una crisis personal, existencial pero también económica. Trabajé muchos años en una petrolera, pero esencialmente siento que ahora hago lo mismo que estudié: la asignación eficiente de recursos escasos". Hajnal, que está terminando un libro para la editorial Catapulta, explica que la organización no solamente ahorra espacio, sino que también ahorra tiempo: "Yo, cuando me mudé con mi marido, que entonces era mi novio, era muy chica, tenía 22 años, y no sabía muy bien qué hacer, pero sabía que no quería ser esclava de mi casa. A mí me gusta tener tiempo libre, tengo muchos intereses, y la organización me ayuda a poder tener ese tiempo de ocio".
También aporta en esta línea Raúl Molteni, CEO de Molteni Consulting Group, una consultora que hace años que se dedica a implementar sistemas de mejora continua en procesos de empresas y que ve muchas similitudes entre su trabajo y el de Marie Kondo. "Una cuestión elemental a la hora de mejorar un proceso y evitar el desperdicio de recursos y capacidades es organizar el espacio", explica Molteni; "si el espacio no está organizado, si la persona que tiene que hacer un trabajo no puede ver sus herramientas de trabajo y encontrarlas con rapidez, si la iluminación es mala o está rodeada de equipos que no la dejan ver, su tarea no la puede cumplir". Organizar el espacio, dice Molteni, es casi el primer paso para optimizar cualquier proceso de trabajo, y no es tan descabellado extender ese razonamiento a los espacios personales de la gente (más teniendo en cuenta que cada vez más personas trabajan en su propia casa).
Molteni destaca por ejemplo la similitud entre el método KonMarie y el método de las 5S, desarrollado también en Japón y adoptado célebremente (aunque con modificaciones) por la empresa Toyota. Las 5S representan cinco palabras en japonés que son las cinco fases de este proceso: seiri (clasificar y eliminar de cada proceso lo que sea inútil), seiton (organizar el espacio de forma eficaz), seiso (mejorar la limpieza de los espacios), seiketsu (establecer normas y procedimientos) y shitsuke (seguir mejorando y mantener la disciplina).
Un oasis en medio del caos
Aunque esté de moda autocalificarse como "TOC" (trastorno obsesivo compulsivo) por seguir las enseñanzas de Kondo o alguna otra organizadora, el psicoanalista Gustavo Casals insiste en que una cosa no tiene nada que ver con la otra: "Hay cierta hipocondría generacional en considerar comportamientos perfectamente normales como si fueran una enfermedad de la cual escucharon el nombre, cuyo caso más común es el trastorno obsesivo. Pero trastorno obsesivo es no poder salir de tu casa. Tener una tendencia al orden no lo es", explica Casals. "Creo que bien entendido el método de Marie Kondo le puede hacer muy bien a la gente: representa una forma alternativa de vivir que implica orden e implica vivir con menos cosas. Siempre y cuando no se tome como un mandato, porque ese es el riesgo neurótico. Ahora, también está bien que no te sirva -advierte Casals-, son distintos estilos de personalidad".
Tampoco es extraño, dice el filósofo e investigador del Conicet Emmanuel Taub, que en un momento de tantos cambios el pensamiento de Marie Kondo resuene en tantas cabezas: "La historia de la filosofía occidental está marcada por la búsqueda del orden frente a los avatares históricos marcados por el caos y las revoluciones", reflexiona.
"Tal vez uno de los casos históricos más representativos haya sido el del positivismo europeo del siglo XIX, que pregonaba, ante el caos desatado por la Revolución Francesa y sus herencias, la posibilidad de construir una teoría general del orden y el progreso. Esta búsqueda fue -y es- un síntoma de las necesidades del ser humano de combatir la incertidumbre y el miedo a lo inexplicable. Y, al mismo tiempo, nos ha dejado en el capitalismo un sistema sostenido por la 'necesidad' del consumo, la acumulación y la insaciable insatisfacción", explica Taub, y agrega: "Otro elemento interesante que podemos sacar en base al programa de Kondo es la reflexión sobre el pasado. Cuando Kondo propone liberarse de los objetos 'obsoletos' y acumulados, lo que realmente está proponiendo es arrasar con la memoria, con la acumulación histórica, para habitar el presente con mayor ligereza. No está ni bien ni mal: es una manera de levantar las anclas del pasado y consagrarse al presente del consumo y la ligereza. El problema, tal vez, es que esto puede transformarse en una herramienta para un nuevo consumo y para nuevas formas de consumo".
Consejos prácticos
- Rotular todo: Con un marcador o con etiquetas, escribir en cada lugar de la casa donde deben ubicarse los objetos
- Dividir los ambientes: Dividir sirve para organizar el trabajo y que, si en la mitad nos aburrimos, que lo hecho no haya sido en vano..
- Limitar objetos: Sin necesidad de ser un minimalista ortodoxo, ponerse límites a la cantidad de objetos que poseemos para llevar un control a la hora de comprar.
Producción Marysol Antón
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