Príncipes con coronita: los predilectos de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo
El cuarto episodio de The Crown indaga en la relación de la reina con cada uno de sus hijos. Isabel se sorprende cuando Margaret Thatcher le comenta con naturalidad que "su hijo favorito" estaba desaparecido en el París Dakar. La monarca medita sobre el tema y se lo comenta a su marido, el ocurrente Felipe, encantador e inteligente, que le responde: "Es obvio cuál es tu hijo favorito". Isabel, ofendida, le pregunta cuál es el suyo y el duque le responde con firmeza "Ana".
La vemos en ese capítulo reunirse con Eduardo, el más pequeño y menos conocido; con Ana, que se muestra enojada por la atención que genera Diana y la indiferencia frente a ella; con Carlos siempre amargado y escondiendo algo; y también con Andrés, a quien Isabel no le cuestiona nada, le deja pasar los comentarios y los pedidos extremos. Es uno de los pocos momentos de la serie en los que se la percibe embelesada y con la guardia baja.
Después de la caída en desgracia del príncipe Andrés, admitir que él es su hijo favorito debe resultar para la reina un tema complejo. De ahí quizás que la princesa Beatriz haya disfrutado de tantos privilegios cuando se casó el pasado julio en una ceremonia secreta en Windsor. Una compensación.
En una columna publicada por The Sun, la especialista en realeza, Ingrid Seward, aseguró que "pase lo que pase, la reina siempre lo considerará como su hijo favorito". La afirmación es confirmada por varios expertos que parecen saber con certeza que Andrés se ganó el pedestal más alto del corazón de la reina.
En el mismo capítulo, la reina admite que quiso hacerse el tiempo para pasar más tiempo con sus otros hijos, especialmente, Andrés y Eduardo. Cuenta The Telegraph que "la soberana solía aparecer en la escuela con un guardaespaldas y a veces conducía ella misma. Asistía a jornadas deportivas y a partidos". Aparentemente, también le envió a su primo una nota después del nacimiento de Andrés que decía: "El bebé es adorable. Todos lo vamos a consentir terriblemente, estoy segura".
El vínculo de la reina Isabel con Andrés también puede ser más intenso debido a la relación revitalizada con Felipe. Como BBC's HistoryExtra explicó la reina asoció el nacimiento de su segundo hijo con el "reinicio de su matrimonio y un momento feliz en su vida", por lo que él, más que sus otros hijos, trajo consigo alegría automática a medida que envejecía.
Haber sido un héroe de Malvinas también contribuyó al hecho de que la reina lo quiera con amor preferencial. Ni siquiera el escándalo Epstein logró que Isabel le quitara su apoyo aunque sí debió renunciar a su condición royal para evitar la ira de los británicos. Vanity Fair cuenta que, a pesar de todo, Andrés es la persona sobre la que se ha apoyado la monarca desde que el príncipe Harry y Meghan Markle abandonaran la familia real.
La favorita de Felipe
Con setenta años cumplidos el pasado 15 de agosto, la princesa leonina Ana disfrutó del cariño leal y seguro de su padre, que la ayudó a construir la personalidad que la caracteriza: una inteligencia aplicada solo a lo importante, una sensatez como para evitar los escándalos propios de sus hermanos y una ligereza en el estado de ánimo como para ser lo suficientemente respetuosa y lo necesariamente irreverente de acuerdo con la situación.
La princesa Ana tuvo dos hijos con el capitán Mark Phillips, un militar ecuestre, llamados Peter y Zara, a quienes decidió no darles títulos reales. Su casamiento fue televisado y se trató como un cuento de hadas. En 1989 se separó y en 1992 se casó con Sir Timothy Laurence. Sus hermanos aprovecharon el casamiento para anunciar sus divorcios también.
Desde mucho antes que Diana, la royal trabajó en nombre de la realeza a través de una labor continua en más de 300 instituciones benéficas. En 2018, pasó casi 200 días en compromisos oficiales: una cifra que la convirtió en la más ocupada de la familia.
Además, Ana tiene el mérito de haber competido en los juegos olímpicos en 1976 en la categoría ecuestre mientras que hoy impulsa la actividad deportiva como presidenta de la Asociación Olímpica Británica y miembro del Comité Olímpico Internacional. A Felipe le parece tan entrañable su amor por los caballos que, en una ocasión, dijo: "Si no tiene feo olor ni come heno, no le interesa".
No se llevaba bien con Diana ni tampoco con Sarah Ferguson debido a los perfiles estelares de las cuñadas que contrastaban con su estilo sobrio y poco dado a la prensa. Seward escribió en otra columna que desde el principio a Lady Di la llamó "la niña tonta".