"Príncipe perdido": el tío de Isabel II que la Corona escondió por su enfermedad
Nació en una de las monarquías más poderosas del mundo, pero su destino no era merodear los palacios de la corona británica sino el campo, lejos de la mirada del mundo y de una familia que no sabía qué hacer con él.
Juan llegó al mundo el 12 de julio de 1905 en York Cottage, una de las casas que integran la residencia real de Sandringham. Era el sexto en la sucesión al trono, detrás de su padre Jorge, por entonces príncipe de Gales, y sus cuatro hermanos.
Para los supersticiosos, la primera señal de que el pequeño iba a tener una vida difícil fue la elección de su nombre. También se había llamado Juan un rey desdichado y dos príncipes que fallecieron a corta edad -uno de ellos su tío, que murió un día después de su nacimiento prematuro-.
Sus primeros tres años de vida transcurrieron en relativa normalidad. Una biografía de su madre, la futura reina María, lo describe como un bebé "grandote y guapo". Su tía abuela, la emperatriz rusa María Feodorovna, le habló a su hijo Nicolás II de un pequeño "muy encantador y divertido", que acostumbraba a jugarle bromas a todos.
Todo cambió en 1909, cuando este niño vivaz sufrió su primer brote epiléptico y empezó a mostrar síntomas compatibles con un trastorno del espectro autista. Cuando sus padres ascendieron al trono en 1911, Juan no fue parte de los festejos. A partir de ese momento, comenzó a desvanecerse de la vida pública.
El año siguiente no fue anotado en el colegio. Poco después, desapareció de los retratos familiares. Sin embargo, siguió recibiendo visitas de su familia hasta 1916 cuando, a causa del deterioro de su salud, fue relegado a Wood Farm, una granja dentro de Sandringham. Allí fue puesto bajo la supervisión de Charlotte "Lala" Bill, la institutriz que había cuidado también de sus hermanos.
Aunque buena parte de su familia empezó a tratarlo cada vez menos, su abuela, la reina Alexandra, mandó a crear un jardín en el predio para él. Ella misma le escribiría a su nuera que Juan "está muy orgulloso de esta casa, pero anhela tener compañía". A partir de ese momento, algunos niños de familias vecinas fueron llevados a la residencia para jugar con él.
A medida que aumentaron sus convulsiones, su círculo íntimo se alejó aún más. En la Navidad de 1918, solo pudo pasar el día con sus familiares. Por la noche se lo llevaron de nuevo a Wood Farm. "No nos atrevemos a dejarlo estar con sus hermanos y hermanas, porque les molesta mucho, con los ataques empeorando y llegando tan a menudo", escribió tiempo después su niñera.
Tres semanas después estaba muerto. Un violento ataque epiléptico le quitó la vida el 18 de enero de 1919, a los 13 años. Sus padres vieron el fallecimiento como el final de los tormentos que aquejaban al joven príncipe. "Para el alma inquieta del pobre niño, la muerte fue un gran alivio", detalló en su diario la reina María, mientras que el rey Jorge calificó el deceso como "la mayor misericordia posible".
David, el hermano mayor de Juan -quien luego ascendería brevemente al trono bajo el nombre Eduardo VIII- fue menos efusivo. "Este pobre muchacho se había convertido en un animal más que cualquier otra cosa, era solo un hermano en la carne y nada más", escribió a su madre. Solo después de su muerte, los Windsor reconocieron en un anuncio oficial la enfermedad del chico.
Juan descansa en la Iglesia de Santa María Magdalena de Sandringham, a una distancia prudencial de 200 kilómetros de Frogmore y Windsor, donde el resto de sus familiares fueron enterrados.
Otras noticias de Trends
- 1
Noruega ofrece trabajo a personas que hablen español con salarios de hasta 5400 euros
- 2
El vegetal de alto valor nutritivo y bajo aporte calórico que favorece el tránsito intestinal y previene el estreñimiento
- 3
Una noche de tormenta, con solo 3 o 4 meses, se metió en su casa: “Creí que te rescataba pero el rescatado fui yo”
- 4
El “castillo” de la Ruta 2: construido por una de las familias más ricas de la Argentina, creadores de balnearios tradicionales