Una guía fundamental para dar los primeros pasos en el mundo de la jardinería con plantas anuales.
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En el mundo de la jardinería, cultivar plantas desde semilla es una de las actividades más emocionantes y, muchas veces, también frustrantes. Pero siempre es un desafío y un aprendizaje. Para aquellos que recién comienzan, las semillas de las plantas herbáceas anuales son las indicadas para dar el primer paso.
¿Qué son las herbáceas anuales? Son aquellas plantas que completan su ciclo de vida en el curso de una temporada, es decir, germinan, crecen, florecen, fructifican y mueren a lo largo del mismo año. Esto hace que, en principio, debamos sembrarlas todos los años. Sin embargo, en muchas especies las semillas caen y germinan solas la temporada siguiente, lo que se conoce como resiembra espontánea.
Para las anuales, la reproducción a través de semillas es la única forma de perpetuar la especie y resulta de la combinación de material genético, así que la planta que se obtiene es el resultado de la combinación de caracteres al azar.
A las plantas anuales se las puede agrupar en dos grandes grupos según su ciclo de crecimiento, las OIP y las PVO.
El grupo OIP incluye a las plantas que se siembran en otoño, desarrollan su parte vegetativa en invierno y florecen, fructifican y mueren en primavera. En su mayoría, este grupo tolera heladas y el calor va a marcar el fin de su ciclo. Por el contrario, las del grupo PVO germinan en primavera, se desarrollan en verano para florecer, fructificar y culminar su ciclo en otoño, con la llegada del frío.
¿Por qué elegir plantas anuales?
Además de germinar fácilmente, las anuales suelen tener una floración muy llamativa y colorida, muchas veces anterior al crecimiento de las plantas perennes. Por ejemplo, es posible adelantar el interés de los canteros con amapolas y espuelas de caballero, que ocuparán los espacios donde otras especies no se encuentran aún en su esplendor.
También es muy útil incorporarlas en canteros recientemente construidos o de relleno, en el caso de no haber encontrado todavía la herbácea perenne que estamos buscando para un lugar determinado. Y quizá la razón más interesante respecto del diseño es que este grupo de plantas va a aportar dinamismo al jardín.
Por la resiembra espontánea, la naturaleza nos dará sorpresas, ya que el lugar donde crezcan las plantas anuales sin nuestra intervención y cómo se combinen entre ellas va a ser diferente cada año.
Compra, cosecha y almacenamiento de semillas
La siembra es el único método por el cual se propagan las plantas anuales. Es probable que el primer año compremos las semillas; debemos tener en cuenta que su poder germinativo disminuye con los años (luego de dos años, más o menos, su viabilidad baja considerablemente). Por esta razón es importante conocer la fecha de su cosecha. Pero una vez que la planta florece en nuestro jardín, seremos los encargados de cosechar nuestras propias semillas. Debe realizarse un día con baja humedad ambiente o al menos sin lluvias recientes y preferentemente al mediodía, para asegurarnos que estén bien secas al momento de guardarlas y evitar así el ataque de hongos.
Una vez cosechadas, guardar en sobres de papel madera, rotulados con el nombre de la planta, el lugar y la fecha de la cosecha. Luego, disponer los sobres en una caja plástica, herméticamente cerrada, en la heladera. Si fuera posible, el cajón de las frutas es el lugar más apropiado, y nunca almacenar en el congelador o freezer.
La siembra
Vamos a ver que cada especie tiene una indicación específica para su siembra: siembra "directa" o "de asiento" –se realiza directamente en el lugar definitivo– y siembra "en almácigo" –se realiza en algún contenedor para luego trasplantarse–.
Salvo determinadas plantas, como las que tienen raíz pivotante (larga y profunda) que no toleran el trasplante o lo sufren mucho, la primera vez que usamos las semillas es recomendable, si fuera posible para la especie seleccionada, hacer la siembra en almácigo. De esta manera, haremos un mejor seguimiento y generaremos un ambiente adecuado para la germinación: evitar cambios de temperatura o exceso de humedad por lluvias y, a su vez, protegerlas de las aves que se alimentan de las ellas.
Para las plántulas, este método también suele ser el más eficaz, ya que sus brotes tiernos son muy vulnerables al ataque de hormigas y caracoles. Respecto de la función estética, la siembra en almácigo nos permite diseñar nuestra plantación eligiendo dónde queremos plantar cada una de ellas.
Para las anuales de ciclo PVO, la siembra en almácigo es la más efectiva. Los canteros en primavera, que es el momento cuando se deben sembrar esas anuales, se encuentran ocupados y en pleno auge de las anuales de ciclo OIP y algunas perennes que ya comienzan expresarse. Esto nos dificultaría el proceso de siembra directa de las PVO.
Siembra en almácigo
Para que la germinación ocurra debe darse la combinación correcta de tres factores: luz, temperatura y humedad. Los pasos a seguir son:
- Preparar los almácigos; podemos utilizar tanto plugs –la mejor opción es la de aquellos con celdas grandes–, bandejas de germinación o cualquier otro tipo de recipiente reciclado que cumpla la función de estos contenedores, siempre teniendo en cuenta que tengan los orificios para el drenaje correcto.
- Se llena el recipiente elegido con un sustrato profesional estéril, específico para siembra y repique, o también podemos preparar nuestro propio sustrato poroso y liviano, o una mezcla de turba y perlita en una proporción de 50% y 50%. Que sea un sustrato estéril va a asegurarnos que no aparezcan malezas en nuestros almácigos que generen competencia y confusión, ya que es común que la primera vez que germinemos una especie no sepamos identificar el nuevo brote; también disminuye notablemente la aparición de hongos conocidos como el "mal de los almácigos" o "damping off", que produce un reblandecimiento de los tejidos de la base del tallo de las plántulas, hasta volcarse y morir.
- Una vez que hayamos llenado nuestro contenedor, afirmar suavemente con un listón de madera para lograr una superficie plana y evitar que se acumule agua en algún sector, pero no presionar demasiado.
- Luego sembramos las semillas. En general, la profundidad de siembra es una vez su tamaño y, en caso de que las semillas sean muy pequeñas (como las de amapolas o verbascum), no hace falta cubrirlas y se recomienda utilizar bandejas para distribuirlas de manera uniforme.
El primer riego, y quizá todos los riegos futuros hasta que nuestras semillas hayan germinado, es ideal hacerlo por capilaridad, es decir, colocamos una bandeja con agua en la base de nuestro almácigo hasta ver la superficie del sustrato húmeda. Otra opción es regar con un pulverizador. Lo importante es mantener la humedad constante ya que la falta de agua es una de las razones frecuentes por la cual se detiene la germinación.
Hasta que la germinación ocurra, hay que ubicar los almácigos en algún lugar protegido de la lluvia pero con luz (no sol directo). Un invernadero sería el sitio ideal, pero en caso de no contar con uno, podremos llevarlos a una galería techada.
Una vez que las plántulas hayan germinado, tenemos que ir llevándolas al sol de mañana en un proceso de aclimatación o adaptación, para evitar que se estiren y se debiliten.
Las primeras hojas que veremos cuando brotan las semillas se denominan "cotiledones". Estos pueden diferenciarse de las "hojas verdaderas" por su forma y tamaño, así que cuando nuestras las plántulas tengan cuatro hojas verdaderas va a ser el momento de repicar. Se le dice repicar a la acción de trasplantarlos a macetitas individuales o a suelo.
Si fuera posible, por un tema del cuidado que le podremos dar, es mejor evitar el repique al cantero y cultivarlas un tiempo más en maceta, hasta que esta se encuentre un poco más desarrollada. Cuando trabajemos repicando nuestras plántulas debemos recordar manipularlas por las hojas y evitar tomarlas del tallo o raíz ya que son bastante más frágiles.
Siembra directa
Este tipo de siembra se realiza en el lugar definitivo. Para ello, es indispensable la correcta preparación del cantero. La superficie tiene que estar pareja y el resto bien trabajado antes de proceder a sembrar. Si se elige este método, vamos a tener que ralear. Esto significa que tenemos que dejarle espacio suficiente a cada plántula para que se desarrolle (según el diámetro que alcanza cada especie) y florezca en su máxima expresión. Deberemos dejar una plántula con el espacio necesario y eliminar manualmente el resto.
Qué sembrar esta primavera
En estos últimos años, las variedades que encontramos en el mercado, sobre todo si a semillas nos referimos, han aumentado notablemente. Esto nos da la oportunidad de lograr jardines llenos de colores y formas. Para sembrar esta primavera y llegar al otoño con esas floraciones espectaculares, característica de muchas plantas anuales, algunas de mis recomendadas son: Zinnia elegans , Zinnia peruviana, Celosia sp., Cosmos bipinnatus, Cosmos sulphureus, Cleome spinosa, Helianthus annuus, entre otras.
Por Paquita Romano.
LA NACION