En medio de la temporada de entrega de las distinciones más famosas, un viaje al pasado para conocer su origen y la vida de su creador
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¿Cómo quisieras ser recordado? Pudo haber sido, tranquilamente, la reflexión que Alfred Nobel hizo en 1888 cuando leyó en un periódico su propio obituario. El título era contundente: “El mercader de la muerte ha muerto”. Aunque se trató de un error (y muchos historiadores insisten en que es solo una leyenda, porque el periódico nunca fue encontrado), habría marcado un punto de inflexión en la vida del inventor que logró que su nombre pase a la historia asociado al reconocimiento ilustre y no al espanto.
Alfred Nobel nació en Estocolmo, Suecia, en 1833 y fue el tercer hijo de siete hermanos. Su padre, Immanuel Nobel, era un inventor ruso que triunfó como fabricante de herramientas y explosivos en San Petersburgo. El éxito de su padre, le permitió a Alfred acceder a una educación de privilegio. Hablaba cinco idiomas y aprendió ciencias, con especial fascinación por la ingeniería, de la mano de reconocidos científicos, entre ellos Ascanio Sobrero, el inventor de la nitroglicerina.
El joven Alfred Nobel se propuso llegar aún más lejos que su maestro. Se obsesionó con la idea de conseguir que la nitroglicerina, una sustancia mucho más poderosa que la pólvora, fuera manipulable.
Durante los ensayos, mientras desarrollaba una nueva fórmula, los accidentes se repetían en su laboratorio. En una explosión murieron cinco personas, una de ellas fue su propio hermano Emil. Pero nada lo detuvo en su afán de controlar la sustancia.
La dinamita
Y lo logró. Luego de varios intentos (y varias explosiones), en 1866, creó la dinamita. Su invento fue un gran avance para la humanidad, pues con el explosivo se facilitaron los trabajos de demolición, minería y ampliación de las líneas de ferrocarril. También desarrolló la gelignita (1875) y la balistita (1887), otros tipos de explosivos basados en la nitroglicerina.
Durante “la fiebre del oro”, que comenzó en los Estados Unidos a mediados del siglo XIX, la dinamita logró llegar a mayores profundidades que las que, hasta aquel entonces, permitían los explosivos existentes. A su vez, el nuevo explosivo ayudó enormemente a la construcción de caminos. Ahora, podían abrirse túneles que atravesaran las montañas que antes parecían impenetrables y de esta forma, lograr ahorrar un gran trecho de ruta. Un caso emblemático fue la construcción del túnel de San Gotardo, en los Alpes suizos. La construcción, que tardó un poco más cien años, atraviesa el Macizo de San Gotardo en los Alpes Lepontinos de norte a sur desde Göschenen hasta Airolo. En su época fue considerado una verdadera proeza de la ingeniería aunque para lograrlo se sacrificaron muchas vidas porque los trabajadores contaban con una formación muy básica sobre cómo manipular el mortal producto.
Pronto, todas las regiones del mundo comenzaron a demandar la dinamita. Nobel exportaba explosivos a varios países de Europa, América y Australia. Su fortuna comenzó a crecer a un ritmo acelerado, pero también lo hicieron las críticas. Con su complejo invento, Alfred se había convertido en un hombre admirado y a su vez repudiado. Algunos se atrevieron a llamarlo “El mercader de la muerte”, pues su gran creación también tenía un empleo trágico: la fabricación de armamentos bélicos.
Él mismo adquirió la centenaria empresa Bofors, dedicada a la fabricación de armas, especialmente cañones, para desarrollar nuevo armamento con su dinamita.
La vida de empresario le demandaba todo su tiempo y energía, no le dejaba margen para la vida privada. A los 43 ya se sentía un anciano y publicó un anuncio en un periódico con un pedido especial: “Caballero anciano adinerado y altamente educado busca dama de edad madura, versada en idiomas, como secretaria y supervisora del hogar”. Fue así como la condesa Bertha Kinsky comenzó a trabajar para Alfred, pero al poco tiempo decidió regresar a Austria para casarse con el conde Arthur von Suttner. Sin embargo, Alfred y Bertha continuaron siendo amigos y se escribieron cartas durante décadas. En las misivas, Bertha von Suttner se volvió cada vez más crítica con la carrera armamentista. Se cree que esta relación también influyó en el inventor.
La fortuna de Nobel, por exorbitante que fuera, no lograba apaciguar su remordimiento. Menos, luego de haber leído en aquel periódico su propio obituario en el que lo llamaban con aquel apelativo. Tenía un problema de conciencia. Sentía que no podía permitirse pasar a la historia como un belicista. Y fue así como nuevamente, decidió recurrir a su ingenio para revertir la situación. Aunque fuera la última decisión de su vida.
La última voluntad de Alfred Nobel
Con las patentes de sus inventos, empresas e inversiones en pozos petrolíferos, llegó a tener una de las fortunas más importantes de aquellos tiempos, pero pensaba que “no es suficiente ser digno de respeto para ser respetado”. Y en esa reflexión está la explicación de su decisión radical.
Luego de varios cambios, en noviembre de 1895, un año antes de su muerte, redactó su último testamento en el Club Sueco-Noruego de París. Allí dispuso que con su fortuna se crearía un fondo para premiar a los mejores exponentes en la Física, Literatura, Fisiología o Medicina, Química y de Paz. Ulteriormente, en su memoria, se crearía el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas, que no es propiamente un Nobel, sino una distinción en honor a su creador.
“La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: el capital, invertido en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyos intereses serán distribuidos cada año en forma de premios entre aquellos que durante el año precedente hayan realizado el mayor beneficio a la humanidad. Dichos intereses se dividirán en cinco partes iguales, que serán repartidas de la siguiente manera:
Una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento o el invento más importante dentro del campo de la Física.
Una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o mejora más importante dentro de la Química.
Una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento más importante dentro del campo de la Fisiología y la Medicina.
Una parte a la persona que haya producido la obra más sobresaliente de tendencia idealista dentro del campo de la Literatura.
Una parte a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.
Los premios para la Física y la Química serán otorgados por la Academia Sueca de las Ciencias, el de Fisiología y Medicina será concedido por el Instituto Karolinska de Estocolmo, el de Literatura, por la Academia de Estocolmo, y el de los defensores de la paz por un comité formado por cinco personas elegidas por el Parlamento noruego.
Es mi expreso deseo que, al otorgar estos premios, no se tenga en consideración la nacionalidad de los candidatos, sino que sean los más merecedores los que reciban el premio, sean escandinavos o no”.
Alfred Nobel murió en 1896. Cuando su testamento fue leído trajo una gran controversia. Su familia se opuso al establecimiento del Premio Nobel y los otorgantes del premio que nombró se negaron a hacer lo que había pedido en su expresión de última voluntad. La Fundación Nobel fue creada en junio de 1900 y, un año después, el primer Premio Nobel fue entregado. Actualmente, es considerado el galardón honorífico más prestigioso que distingue las investigaciones sobresalientes, invenciones revolucionarias o que hayan logrado contribuciones valiosas a la sociedad.
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