La suerte de un gavilán quedó en manos de vecinos solidarios que dieron con el gran corazón de la persona adecuada para salvarlo
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“Hay un aguilucho herido”, decía el mensaje que esa tarde recibió en su cuenta de Instagram @urugwild, desde donde brinda ayuda y asistencia a animales en peligro. “Está bajo el World Trade Center Montevideo, justo en el cordón de una calle de doble sentido”, continuaba el texto. Pero Antonio Ripoll (21), guardaparques egresado de la Universidad del Trabajo Uruguay, Polo Educativo Tecnológico Arrayanes, solo necesitó un par de imágenes para confirmar que en realidad se trataba de un ejemplar juvenil de Gavilán mixto (Parabuteo unicinctus), una especie común que es vista cada vez más a menudo en la capital de Uruguay. ¿El motivo? Depredan las palomas que encuentran en abundancia, mientras utilizan las grandes edificaciones y los parques más verdes con los mayores árboles para armar sus nidos.
“Una vez que conseguí llegar a la zona, lo encontré justito en el cordón de una calle de doble sentido, tendido sobre el flanco izquierdo y sin mostrar muchas señales de vida. No supe si había llegado ahí por sus propios medios tras el accidente o si alguien lo había movido a la sombra de la pequeña palmera en la que se encontraba. De inmediato pude apreciar claramente que el ave, si bien respondía ante mis movimientos y al momento de ser manipulada, no tenía capacidad para ponerse de pie. De hecho, todo su lado izquierdo no funcionaba con normalidad. Su ojo izquierdo estaba casi siempre cerrado, su ala izquierda colgaba más y la batía con menos fuerza que la otra, y apenas podía reposar sobre su tibio-tarso derecho, mientras que toda la pata izquierda casi no daba señales de vida”, detalla el especialista en animales salvajes y fotógrafo de naturaleza que le gusta definirse como “bichero” de alma.
Todos aquellos síntomas confirmaron su teoría: probablemente el ave se había estrellado violentamente contra los cristales que recubren los enormes edificios del World Trade Center Montevideo, posiblemente persiguiendo alguna paloma. “Eso mismo también explicaba por qué estaba más lento y entorpecido que un típico Gavilán sano que al mínimo intento de manipularlo, si no hubiera podido escapar volando, habría peleado gritando enérgica y ferozmente, usando pico y garras para defender su vida. Pero este no era el caso: el Gavilán estaba demasiado aturdido y desorientado por el golpe como para pelear mucho al momento de recogerlo”.
Ayuda especial
Como se trataba de un ave de porte considerable y un depredador con requisitos muy especiales, Antonio Ripoll no dudó en pedir ayuda a un grupo de expertos en manejo de Aves Rapaces en Uruguay: la empresa de Control Aviario y Fauna “Cetrería del Sur”, ubicada en las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Carrasco. “Gracias a que comparto un fuerte lazo de amistad con ellos, con mucha amabilidad aceptaron mi pedido de ayuda y me dijeron los simples pasos a seguir hasta que llegasen a mi casa a buscarlo”. Lo que debía hacer era simple: ponerlo en una caja grande y ventilada, cubierta con una toalla y dejarla en el rincón más oscuro y tranquilo de la casa. En cuanto llegaron, pudieron confirmar que el ejemplar no llegaba ni al año de vida, que aún había restos de comida en su buche y que la visión del ojo izquierdo estaba disminuida.
Y, aunque el panorama no era alentador, sin lugar a dudas, el Gavilán se encontraba en las mejores manos para pelear por su vida. Los expertos en Cetrería -la técnica relacionada con la cría, el amaestramiento y el cuidado de las aves para la caza de otras especies- y Manejo de Aves Rapaces convocados por Antonio se encargan de despejar las pistas del Aeropuerto. Allí concurren aves en busca de alimento y, desde luego, ajenas al peligro de terminar succionadas por la turbina de algún avión y ocasionar un desastre aéreo. Por eso sabían exactamente con qué especie estaban tratando.
Acomodado en las instalaciones del Centro de Aves, lograr sacarlo adelante fue todo menos fácil. Tratar de que comiera por su cuenta era prácticamente imposible, y entonces se hizo necesario administrarle suero directamente a la garganta a través de un tubo, además de analgésicos y anti-inflamatorios para aliviar el dolor y curar el golpe que recibió. Incluso hubo momentos en los que sus cuidadores llegaron a preguntarse si realmente lograrían salvarle la vida.
Vuelo de libertad
El progreso duró más de un mes. Y, poco a poco, el Gavilán fue recuperando todas las habilidades necesarias para ser liberado. Primero, afianzó su capacidad de mantenerse en pie, luego la habilidad para caminar, y más adelante, las de volar y cazar, cruciales para poder sobrevivir por su propia cuenta. “Tan pronto los expertos observaron que el Gavilán empezaba a tratar la carne que ellos le daban como una presa viva, dándole caza e intentando matarla, supieron que estaba listo para ser liberado”.
Y cuando estuvo dado de alta, lo invitaron a Antonio al Parque Roosevelt -un parque ubicado en la Ciudad de la Costa, departamento de Canelones a escasos kilómetros del límite departamental con el departamento de Montevideo-para acompañarlos y filmar cómo aquella ave que había encontrado tan débil, sobre la que temieron por su vida, remontaba vuelo y regresaba a la naturaleza. ,
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