El 25 de septiembre de 2002 en las aguas de Puerto Pirámides, una ballena de un año de edad se enredó en las cadenas del fondeo de un catamarán de avistaje. Los guías balleneros y buzos locales fueron los primeros que intentaron desenredarla, pero la imposibilidad de acceder a las cadenas bajo el agua, los llevó a tomar la original decisión de vararla intencionalmente para cortar las cadenas en la playa.
Toda la comunidad participó en el rescate, las cadenas fueron cortadas y la ballena fue mantenida fresca durante varias horas en espera de la marea alta. Al atardecer pudo volver al mar luego de 12 horas de arduo trabajo. El juvenil fue nombrado Garra porque resistió todas las maniobras del rescate y porque tenía en su lomo una mancha blanca con esa forma. Para recordar ese día se conmemora el Día Nacional de la Ballena Franca Austral.
La historia de Garra
Lo que sucedió es un llamado de atención sobre el peligro que representan las redes y sogas que se encuentran en el mar y que lastiman y ahogan a miles de ballenas, delfines, tortugas y otras especies marinas. Para ello, es necesario entender las necesidades de hábitat de las ballenas a través de la investigación y los monitoreos anuales, como los que lleva adelante el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) en forma conjunta con Ocean Alliance desde hace cinco décadas.
"Desde que comenzaron nuestros estudios en 1971, la población de ballenas francas en Argentina, ha crecido al menos durante las últimas cinco décadas. Durante muchos años el crecimiento de la población fue del 7% anual. Sin embargo, en años recientes este crecimiento se ha desacelerado. En paralelo, entre los años 2007 y 2013 hubo eventos de alta mortalidad de ballenatos, en especial en el año 2012. Afortunadamente, desde el año 2016 no volvieron a suceder estos eventos y registramos un menor número de ballenatos muertos en Península Valdés." dice Mariano Sironi, Director Científico del ICB.
Gracias al patrón de callosidades que esta especie de ballena tiene sobre su cabeza, los investigadores pueden identificar individuos a través de fotografías aéreas. Desde 1970, son más de 3800 las ballenas francas australes foto-identificadas. De este modo, se conocen lazos familiares, sus preferencias de hábitat y por sobre todo las amenazas que las ballenas enfrentan, y puede trabajarse en estrategias de conservación para beneficio de las ballenas y el mar.
Garra afortunadamente sobrevivió a pesar de las heridas y el estrés sufrido, y fue reavistado en 2006.